Autores anteriores a "La Época de Oro de la Poesía Ariqueña"

Con el Golpe de Estado de 1973 se produce la diáspora. Óscar Hahn será el primer poeta que dejará el país rumbo a Estados Unidos. Ariel Santibáñez caerá en manos de agentes de la dictadura en 1974, en Santiago, perdiéndose todo rastro de él. En diciembre de 1975 Alicia Galaz publicará "8 poetas de la Universidad". Luego ella y su compañero Oliver Welden se irán a Estados Unidos. "La época de oro de la poesía ariqueña" había llegado a su término.
Con anterioridad a lo que hemos llamado "la época de oro de la poesía ariqueña", esta ciudad tuvo valores interesantes en poetas como Juan Rivero Vivado, Eve (o Hebe) Aguila de Mejido, Escilda Greve, Manuel Lagos del Solar, Armando Báez, Mario Milanca, entre otros.

El primer poeta anterior a la que hemos llamado "la época de oro de la poesía ariqueña" es Juan Rivero Vivado del cual, lamentablemente, tenemos pocos antecedentes.
Luego surge Gastón Wasse, trabajador artesanal de calzado. Poeta autodidacta bastante influido por autores del romanticismo español y quien publicó un libro.
Eve (o Hebe) Aguila de Mejido fue una poetisa nacida en Chiloé en 1928, según Mayo Muñoz y en 1904, según Luis Araya. Llegó a ejercer su actividad de profesora a Arica.
Aquí publicó sus poemas en diarios y revistas y sólo en 1996 editó un libro.
Tenemos después a Escilda Greve. Poetisa que reside prácticamente toda su vida en Santiago y que incluso gana el Premio Municipal de la capital con uno de sus poemarios. Arte de mayor calidad son los que ofrecen los poemas de esta mujer que, según supimos, era de ideas ácratas, y de una solidaridad enorme.
Más tarde aparece la figura de Armando Báez. Poeta popular, un obrero de gran cultura que poseía una excelente oratoria. Sus poemas, en el ámbito de la llamada poesía popular, es la de mayor valor que se produce en Arica. Sin temor a errar podemos decir que Armando Báez es el mejor poeta popular ariqueño de todo el siglo veinte. Su poesía, dispersa en diarios, no ha sido rescatada en la forma que merece.
Después surge un hombre de ideas más bien conservadoras. Es Manuel Lagos del Solar. Autor de algunos libros de poemas de interés. Su poesía, incluso, fue incluida en la antología de Francisco Galano: "Los grandes poetas".
También publica Alberto Maturana. Es autor de un libro en que destaca su poesía titulada "Arica" y que empieza así: "Arica, moza morena, tendida al sol...".
Otro poeta que le canta a Arica es el oficial de Carabineros Darío de la Fuente que, al parecer llegó al Generalato. El título de su poemario sobre la ciudad, si no me equivoco, es precisamente "Arica". Sus versos son muy directos, aunque cierta belleza en ellos se pronuncian. Darío de la Fuente, según entendemos, estuvo de paso por Arica. En Santiago lo visitó una vez el poeta Mayo Muñoz, quien me habló de las condiciones humanas del poeta-carabinero.
El autor del himno de Arica, Pedro Ariel Olea, es también poeta; al igual que el abogado Norman Cruz, quien, alejado ya hace muchos años de la ciudad, ha publicado una gran cantidad de libros.
Esos son los nombres de cierta figuración, con anterioridad a lo que hemos llamado "la época de oro de la poesía ariqueña". De todos ellos los que alcanzan alguna perfomance a nivel nacional son sólo dos: Lagos del Solar y Escilda Greve, ya fallecidos.
Pero también merecería estar junto a ellos Armando Báez, la figura mayor de la poesía popular ariqueña del siglo veinte, reiteramos.
Existen otros nombres de poetas que, entre tantos, es difícil de rescatar. Para estudiar y dejar testimonio de toda la poesía hecha en Arica por autores locales, o avecindados en la ciudad, en ese período, es necesario que los aparatos de cultura del Gobierno u otra entidad (en vez de destinar dineros a autores individuales de dudosa y de mala calidad) destinen recursos para que algún estudioso pueda dedicar el tiempo suficiente a investigar la poética producida en Arica desde su incorporación definitiva a Chile (1929) y hasta mitad de los sesenta y hacer el libro que aún no se ha realizado sobre la poesía de aquella época que, aunque mucho menos rica que la realizada en el período 1965-1975, es bueno conocer, para no fracturar la memoria cultural de una ciudad.