Semblanzas Profundas: Roberto Flores Salgado

02 Marzo 2008
Flores Salgado, narrador erudito con una importante biblioteca a cuestas, es capaz de conjugar la tradición y vanguardia e inscribirse con éxito en un Neo-realismo que demuestra ricos elementos estructurales y narratológicos. Por Daniel Rojas
Daniel Rojas >
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Roberto Flores Salgado, licenciado en educación y magíster en literatura, nació en Arica el año 1974 y realizó sus estudios de pre-grado en la universidad de Tarapacá. Actualmente reside en Santiago y combina la docencia con su voluntaria adhesión a las letras. Su fértil obra narrativa, se compone de libros de cuentos como Historias Limítrofes, La calle es libre y novelas como el Héroe y En días de invierno Boliviano.
En tal medida, hemos elegido su persona y producción artística para dar inicio a esta nueva sección cultural de nuestro diario, la cual procura rescatar y promover el quehacer literario del norte, con especial atención en los baluartes de nuestra región.
Flores Salgado que recientemente publicó su novela En días de invierno Boliviano, se perfila como un narrador chileno de gran conocimiento, lector perspicaz y creador con oficio. Su versatilidad le permite abordar una historia sin complacencia, eludiendo las gastadas muletillas del best seller o paraliteratura.
La arquitectura de En días de invierno Boliviano, es un juego ambicioso que combina saltos espacio-tiempo acompañados por una prosa amistosa capaz de crear momentos y personajes entrañables, que reflejan mucho de nuestra identidad, plagada de aciertos y contradicciones; lo cual recuerda al vanguardista Manuel Rojas en Hijo de Ladrón. Esto nos permite ubicar al joven narrador Ariqueño dentro del canon literario nacional.
El uso de flashbacks y voces que se cruzan, cada una con su respectivo discurso.
Le permite cubrir la gesta de una familia Ariqueña de origen Aymara; desde el tiempo en que Tacna aún partencía a chile, paseando al lector por hitos como la construcción del estadio Carlos Ditborn y el mundial del 62, el gobierno de la unidad popular y el plebiscito nacional, hasta llegar al presente. Para el lector fronterizo, la obra tiene un plus, ya que la atmósfera se nutre de nuestras calles, personas y costumbres. Sin embargo, esta, lejos de tratarse tan sólo de un retrato localista plagado de referencias, consigue universalizarse al tratar importantes temas como la amistad y hermandad frente a la traición y oportunismo, la tradición opuesta a la modernidad, el orgullo y amor a las raíces y antepasados, el mestizaje, la crisis de identidad y autoestima, heridas por el prejuicio y la xenofobia.
Tanto en la novela como en sus cuentos, nos topamos con los afro-descendientes de Azapa, los Aymaras, las relaciones interraciales y el contacto privilegiado que tenemos en virtud del hitotripartito.
La preocupación de Flores, en cuanto al racismo y sus nefastas consecuencias, aumenta su potencial y panorama narrativo y nos recuerda a grandes indigenistas peruanos como Ciro Alegría y José Maria Arguedas y a preocupados hombres de las letras como Asturias y Carpentier, Americanistas que abogaron por la riqueza y magia tras la mezcla de culturas.
Mas no debemos encasillar su trabajo, pues avanzando en el análisis, nos topamos con otra interesante faceta, la urbanidad y crisis existencial del hombre. Tal es el caso del Héroe, en la cual satiriza a nuestra sociedad y sus absurdas maneras, consumismo y violencia, hay que añadir a esto la pugna de poder, el tema de la dictadura y el hombre ante las estructuras sociales.
Saltamos así de los parámetros localistas y nacionales o lo antropológico, pasando a temas que nos vinculan con la filosofía, la sociología, la psiquiatría moderna y las ideas políticas revolucionarias. Ya que si en el escaño anterior, vimos pasajes que rememoran capítulos trágicos de los Perros hambrientos o Yawar fiesta, aquí podemos penetrar a la interioridad herida y la confusión que se produce en la edificación del yo. El sentido de pertenencia, la alteridad y las libertades personales, desnudas ante el maltrato y hostigamiento del medio y los preconceptos. Un cuento maravilloso de Historias Limítrofes, La Frontera de mi corazón, nos recuerda a Julio Ramón Ribeyro, esa dúctil forma que tenia el peruano para decantar los tipos humanos. En su relato breve, Flores Salgado nos pone al tanto del viaje que realiza a Tacna un niño con su tía. El doble discurso de esta, su ternura pero ambiguo comportamiento en función de la piel, invita a este joven a adoptar una superioridad frente al peruano para luego defraudado, descubrir su parecido físico al promedio del país vecino, lo cual paradójicamente lo hace un extranjero en su tierra. Flores Salgado no elude aquí sus graciosas y punzantes referencias a la cultura pop chicha de ambos lados de la línea de la concordia, Ferrando y su trampolín, el Miranda, Inca Cola, el paseo Sangra, pero tras ello, subyace un gran problema, la alienación, la marginalidad, el sentimiento de fracaso y repulsa que el otro gesta en ti acoquinando tu ser. Así ocurre con otro de sus grandes personajes, Gustavo Carrasco o el Comandante Colque, una ficcionalización del caudillo revolucionario, líder ideológico de Inti, movimiento reivindicatorio de los pueblos indígenas, Flores consigue a través de este personaje mostrar el otro lado de la represión, al que se le enrostra el puño pero que no responde servil.
El trayecto del comandante, es para el lector, un acercamiento a lo que es hoy, la nueva novela histórica, una representación de hechos verídicos y pertinentes de nuestra realidad, pero no al estilo de Sir Walter Scott o los decimonónicos, sino que en función de personajes alternos que desvían la atención del centro y nos permiten vistas periféricas e insospechadas a situaciones tantas veces contadas, aquí se trata la dictadura de Pinochet, sus fuerzas de inteligencia, la preparación del plebiscito y una pincelada a la historia continental del terrorismo, con figuras como Abimael Guzmán, Sendero Luminoso y el MRTA. Lo cual trae a colación a otros narradores. En este caso, los del llamado boom latinoamericano, como Vargas llosa eso sin contar a la generación del cincuenta en Chile, la llamada generación existencialista compuesta por Jorge Edwards, Lafourcade, Donoso y Guillermo Blanco entre otros.
En definitiva, podríamos ajustar el trabajo de Flores Salgado, al de un narrador erudito con una importante biblioteca a cuestas, capaz de tomar lo mejor de la tradición y la vanguardia, e inscribirse con éxito en un Neo-realismo que juega con ricos elementos estructurales y narratológicos. Lo que se traduce en formas innovadoras de ficcionalizar la historia, para así poder ubicar sus existencias noveladas, transitando en la memoria de todos nosotros como espejos de nuestros defectos, manías, contradicciones, esperanzas y sueños.

Fragmento de En días de Invierno Boliviano.
Sonaron en sus oídos las notas del himno patrio que dimanaban de las cercanías del estadio interpretados por la banda del ejército, aquéllos que oyó por primera vez a los diez años y que en cuya letra pintaba los paisajes de un país que desconocía, una nación que poseía un mar que bañaba sus costas a diferencia del lugar al que perteneció en el que sólo existían salares y ríos; la tierra que albergaba campos de flores bordados, muy distintos a las tierras áridas cubiertas por bofedales, cactus y llaretas de su natal Sahuara.
Si en algo se parecía esa nación a la suya era en la majestuosa blanca montaña que Dios les había dado por baluarte, pero esa larga culebra de roca, cual sagrada Wiracocha de las leyendas ancestrales, era patrimonio de todos los indios alrededor de este gigantesco trozo de tierra que los españoles denominaron América.
¿En qué se diferenciaba este país al resto de países del continente, entonces?
En esas cavilaciones deambulaba la mente de mi padre hasta que un temblor sacudió toda la ciudad y el grito de miles de almas prorrumpió como el estallido de una bomba nuclear; el estadio se levantó un par de centímetros de sus fundamentos y las banderas tricolores flamearon como llamas en medio del fuego impetuoso, infernal. Chile había anotado un tanto.
- ¡Ponte de pie, paitoco, vamos ganando! – le gritó a mi viejo un hombre blanco; alzaba sus brazos con alegría infantil; el centenar de chilenos se abrazaban, saltaban mostrando risas, festejando con bulla.
Mi padre se quedó sentado sobre aquella breve roca del cerro, adherido aún a los pensamientos que revoloteaban en su mente segundos atrás. ¿Quién iba ganando y porqué estaba allí? Desconocía cuál era verdaderamente la bandera que lo representaba.
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"Semblanzas Profundas" es un producto noticioso de El Morrocotudo para que los Corresponsales Ciudadanos presenten la vida, pasión y obra literaria de escritores de nuestra zona de manera estelar. Envía tus biografías a: [email protected]

Comentarios

Imagen de rodrigo

buen texto. Saludos a

buen texto. Saludos a Roberto.

Imagen de Florencio Faúndez Saavedra

Tengo el alto honor de

Tengo el alto honor de conocer la sencillez de Roberto Flores Salgado. Su primera obra llegó a mis manos en forma personal, otra más de parte de su señora madre y no he tenido tiempo de conocer esta última. A pesar de que su trayectoria profesional pareciera que es la de estar alejado de nuestro terruño, no ceja en alimentar su obra literaria con las imágenes vivenciales de nuestra región. Roberto Flores está llamado a convertirse en el más grande exponente de la narrativa ariqueña, pero hay algo más en la vida de este joven, preocupado antes de dirigirse casi en forma definitiva al centro del país para continuar sus estudios y su condición de maestro. Nos conocimos de casualidad por un Concurso convocado por CONACE, llamando a los escritores a colaborar en la base de material didáctico para la prevención de las drogas y alcohol en nuestra juventud. De esto ya han pasado cerca de 6 años. El indudablemente fue el ganador de dicho certamen y yo ocupé el segundo, Roberto conformó un grupo juvenil de música y baile que llevaba el mensaje cristiano a los jóvenes de "No a las Drogas", y por otro lado, hacíamos teatro con la historia del "Rey Drogón, Droguella y la Princesa Viví Sin", que era la fantasía de un reino sin drogas que fue influenciado, pero supo levantarse por el empuje de algunos, entre ellos la Princesa del Cuento; ambas situaciones fueron muy bien recibidas por la comunidad en general, de las que guardo testimonios gráficos con especial cariño. En resumen, considero importante el aporte que puedan realizar los escritores de Arica en pro de una literatura que aporte al esfuerzo por un gran sueño: terminar con el daño que le hacen a nuestros jóvenes y cientos de familias, el consumo en forma escandalosa de estas sustancias no permitidas. Siempre existen buenas intenciones e ideas, que no siguen prosperando, pero pueden actualizarse, me enorgullece de haber estado trabajando con Roberto, en estos primeros tiempos de prevención idealista. ¡Felicitaciones Roberto y mis mejores saludos y vibras para que sigas triunfando y produciendo!