Medios Digitales: a la Vanguardia de la Libertad de Expresión

02 Abril 2008
Los medios impresos están bajando su presencia y los digitales empiezan
a crecer. El público ya se está acostumbrando a leer las noticias y los comentarios en medios virtuales, como en nuestro Morrocotudo... Por José Martínez
José Martínez F... >
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Un célebre periodista argentino ha dicho hace poco tiempo que el periodismo impreso está en vías de extinción.
Yo creo que aún no ha llegado ese momento, pero sí creo que el periodismo digital está ganando mucho terreno. De allí que los grandes consorcios periodísticos chilenos (COPESA, EL MERCURIO)se hallan integrados a la Web.
y otros medios impresos también lo han hecho.
Es casi seguro que la publicidad en medios impresos está adecuando sus valores para evitar la fuga de avisadores. Solo los avisos grandes, incluidos en diarios y revistas impresas, están llamados a ser vistos por los lectores; pero no de igual manera que hace unos años...
Hoy los medios impresos se venden mucho menos que hasta hace un lustro.
La tecnología, en especial el computador y con él Internet, están revolucionando las comunicaciones; ya no es necesario ir al kiosco de la esquina y comprar el diario o la revista.
Ahora se prende el computador y tras unos segundos de búsqueda se llega a un medio de comunicación y uno lee lo que desea. Los medios de comunicación virtuales son tan coloridos y hermosos como las páginas de las mejores revistas en papel couché.
Sin embargo, aún hay tiempo para los medios comunicacionales impresos y los libros. Pero de aquí a unas décadas serán pocos los que se atrevan a incursionar por esos medios.
En mi caso soy partidario de mantener en forma paralela ambos medios, en especial en lo que respecta al libro... Libro virtual, libro impreso ¡Mejor todavía!
Los impresos, de todas maneras, tienen su espacio ganado y seguirán, de una u otra manera viviendo, así como sucede con las radioemisoras que no fueron totalmente sustituidas por la TV. El problema será la baja, que, creo, será muy evidente.
Pensemos en las salas de cine. La televisión mató a muchas de ellas.
Creo que en el plano virtual hay una especie de democracia mayor. En Chile se había establecido una especie de dictadura en que EL MERCURIO, LA TERCERA y LAS
ÚLTIMAS NOTICIAS establecían los criterios casi unitarios de la información interesada, y que poco se podía hacer por criticar esa manera de hacer noticias y comentarios.
Hoy el medio virtual permite un acceso mayor de opinión y libertad, porque si a uno no le gusta escribir en un medio tiene la libertad de escoger otro e incluso crear uno propio.
El cuidado de los comentarios, eso sí, en los medios virtuales debe ser el mismo que utilizan los medios escritos: respeto por la opinión ajena, sin, obviamente, dejar de lado la crítica.
Uno puede hasta proliferar términos “duros†en los medios virtuales (THE CLINIC lo hace incluso en forma impresa), pero no puede ahorrarse la identificación para que el aludido pueda responder a quien los ha proferido.
La libertad de expresión válida es. La justicia no puede cerrar esa puerta pues puede de ganarse el rechazo de la opinión ciudadana.
Si un cronista va a la cárcel por sus ideas, por sus críticas, debe hacerlo con dignidad. Esto ocurría hasta hace unos años en Chile. Alejandra Matus y Francisco Marttorel fueron víctimas de persecución judicial. Pasaron a Argentina, y allí no pasó nada contra ellos. ¿Extradición judicial contra quienes manifestaron duras críticas contra alguno o algunos?
Argentina respeta al perseguido por lo que dice, aunque dicho decir, sea en términos “duros†o supuestamente “injuriososâ€.
La prueba de la blancura en la libertad de expresión radica en hablar con la verdad y en tener pruebas de lo que se dice. En la mayoría de los países europeos hay una total libertad de expresión, libertad que incluso encontramos en nuestros vecinos del Perú. Y, como ya lo dijimos, también en Argentina.
Aquí en Chile, a veces, hay sujetos que sienten que son heridas instituciones y personas cuando lo que se dice no es más que lo cierto.
La prensa virtual deberá crecer. De eso ya no hay duda. Y su crecimiento será enorme. La escrita se reducirá. Tampoco de eso hay duda. Que la libertad de la palabra sea, entonces, digna y que la verdad tenga pruebas para no ser “injuriosaâ€.
El respeto se lo gana quien respeta y no miente. Que alguien diga –como ha sucedido recientemente con un famoso comediante chileno- que ese artista sea adicto a las drogas constituye una injuria, toda vez que ese hecho no se pueda probar. No es injuria, en caso contrario.
Si se dice “puchas que es feo el viejo†no hay injuria en absoluto, pues el aludido tendría que probar lo contrario. Porque, ¿existen cánones legales de belleza?
Si se dice que “la menstruación de la señora me ensució las pinturasâ€, refiriéndose a quien vive –por ejemplo- en un departamento que fue causante de un desastre que dañó obras de arte, tampoco injuria, pues la aludida tendría que probar que ella no tiene menstruaciones.
Es decir: la verdad, lo real, lo comprobable, es lícito. Los términos “durosâ€, “fuertes†no constituyen falta toda vez que se apeguen a la realidad.
¿Acaso nuestros grandes poetas –exceptuando a la Divina Gabriela Mistral- no se enrostraron términos violentísimos unos contra otros? Neruda, de Rokha y Huidobro, entre sí, se disparaban una artillería de términos que asustaría a cualquier santurrón.
Bien evidente y claro debiera ser el axioma: Si tú me respetas, yo te respeto.
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