Los Chilenos podríamos quedar Ciegos...

05 Abril 2008
El colmo de la falta de conciencia social del Min. de Salud y de muchos oftalmólogos está llevando a los chilenos que se atienden en el sistema público de salud a carecer de una atención adecuada. Por José Martínez
José Martínez F... >
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Sí, está leyendo bien: en Chile solo hay 150 oftalmólogos para los 11 millones de usuarios que pertenecen al sistema de salud pública.
Esta es una verdadera vergüenza.
No puede ser que un país que tiene altos excedentes por el cobre, que aplica impuesto por todo lo que consumimos o usamos, además de las altísimas contribuciones a las propiedades y otros ingresos que el Estado tiene gracias a los mismos chilenos, ellos no se traduzcan en beneficio para los contribuyentes.
Una educación deficitaria y una salud pobre son los entes que mejor reflejan que nuestros impuestos bien poco sirven a esos dos problemas fundamentales. Los niños y jóvenes pobres siguen recibiendo una educación que no es digna con los fuertes ingresos que tienen las arcas fiscales.
Pero el drama fundamental se da en el plano de la salud pública. Hay muchos hospitales que parecen museos siniestros: paredes dañadas, despintadas;
baños que son compartidos por hombres y mujeres; cuyas divisiones de madera están plagadas de orificios. Sumémosle a esto en los mismos centros asistenciales los catres y colchones en muy mal estado, o deficitarios. Ah, no olvidemos la falta de medicamentos.
Hay que agregarle, además, la falta de respeto de algunos funcionarios administrativos con los pacientes. Quizás sean los horrendos sueldos que reciben lo que provoca la neurosis de esos trabajadores, aunque esto no justifica maltrato alguno al público, pero esos comportamientos, aunque irritan, son menos graves que la falta de personal médico especializado.
En cardiología, en urología y en especial, en oftalmología hay pocos profesionales en ejercicio. Los pacientes, a veces, deben esperar un año o más para que se les atienda.
Y, reiteramos, ese problema es únicamente porque los hospitales carecen de suficientes doctores especializados. Esto se debe a que muchos prefieren trabajar en el ámbito privado. La medicina ya no es el sueño de Hipócrates. Es un negocio, un vil y miserable negocio.
Clínicas y centros de atención privados, atenciones a particulares, se llevan la mayoría de las horas de los médicos especialistas. Los médicos humanizados son pocos.
Recuerdo en Arica a los doctores Guillermo Cáceres, Remigio Sapunar y Jaime Barros, entre otros. En Antofagasta al doctor Antonio Rendic. En Santiago al doctor Whittaker. Hubo muchos más en provincias y todavía quedan algunos.
Ellos solían (o suelen) destinar varias horas de sus días a atender a gente que no les podía pagar un peso. Y si tenían remedios solían regalarlos a quienes los necesitaban. Eran, lo que dirían los católicos, “unos santos”, aunque no es necesario llegar a tanto.
Pero la mayoría de los médicos especialistas debieran trabajar más en el sistema público y no pensar en sumar más y más billetes en el sistema privado.
La falta de profesionales especializados en los centros de atención pública es espantosa.
Ciegos podemos quedar una parte de los chilenos por la carencia de oftalmólogos.
El gobierno, en especial la Ministra Barría, debiera hincarle el diente al problema de carencia de estos profesionales en los consultorios y hospitales.
No es posible que un espectro tan alto de usuarios (11 millones) disponga de un número tan bajo de oculistas (150).En otras palabras; un especialista cada 75.000 pacientes.
Conozco casos, en el Consultorio Rosita Renard en Ñuñoa, donde se atiende, muy distanciadamente y durante poquísimas horas, a centenares de enfermos visuales, en el Hospital del Salvador ocurre que los pacientes deben esperar un año para que obtengan un cupo de atención...
Una vergüenza...
Lo del Rosita Renard y del Hospital del Salvador, me informo, son solo dos casos de los centros de salud en que los oculistas escasean. Hay otros que, simplemente, no los tienen.
Si el Ministerio de Salud es incapaz de mantener una línea de atención aceptable con los ciudadanos, es un Ministerio frágil.
Últimamente ese Ministerio ha tenido un round con el Colegio Médico por no querer el Colegio que los técnicos ópticos (optómetras) entren a consultorios u hospitales. Ellos ayudarían a salvar el grave problema que tienen a la visión millones de chilenos.
Pues bien señores del Colegio: Entonces ustedes pidan a sus oftalmólogos que trabajen más en el sistema público y menos en el privado que tiene más que suficientes oculistas.
El Ministerio de Salud debe apartarse de su frágil actitud. Debe imponer sus términos para salvar la vista de los chilenos.
El diputado Marco Antonio Núñez (médico también) ha señalado que “los oftalmólogos reclaman que los optómetras dejan de diagnosticar al 20% del total de los casos, pero nosotros, como parlamentarios, nos preguntamos qué es peor: dejar sin diagnóstico al 20% de la población o dejar sin diagnóstico a la gran mayoría”.
Por otra parte los oftalmólogos chilenos deben permitir que sigan llegando especialistas de otras nacionalidades.

Si los oftalmólogos chilenos no son capaces de atender a todos los pacientes que los requieren, porque prefieren irse al sistema privado, pues bien que no critiquen la opción de que los pacientes chilenos requieran de los especialistas extranjeros.
Además hay que saber una gran verdad: el círculo de los oftalmólogos es bastante cerrado y monopolizador, ya que no permite el ingreso de otros profesionales médicos que bien pueden ejercer como oculistas
Hipócrates, allá en donde esté, se debe reventar de rabia al pensar que la mayoría de los médicos han traicionado su juramento.

Si no hay solución a esto no nos sorprenda ver a nuestros viejitos y viejitas perder la vista antes de lo estimado.
No vayamos, como en las novelas de Sábato y Saramago, a ver cómo la ceguera se impone, que lo es que es ficción no se vuelva realidad en este país que tiene tantos caudales públicos y tantas carencias a la vez.
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