Tramitaciones y Errores: Reinas de Chile

20 Abril 2008
La burocracia en Chile causa úlceras, depresiones y hasta somnolencias. Y los tramitadores no responden. Cual Pilatos, se lavan las manos. Desde una oficina de propiedades hasta el SERVIU la historia no parece tener fin. Por José Martínez F.
José Martínez F... >
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Es para la risa y para tener rabia lo que pasa con aquellas oficinas que tramitan compras de propiedades por órdenes del SERVIU.
Luego de esperar un año para ejecutar la operación fundamental: venta de un bien raíz, en que dueño y adquirente firman, le señalan que el pago se ejecutará a más tardar en 45 días.
Le dicen: "llame en un mes para saber en qué punto va el trámite".
La señorita Pamela, de dulce voz ella, ha manifestado esa historia y don Cristián lo ha confirmado. Sí, "llame en un mes".
Se llama. Teléfono inasequible y cuando alguien responde, ni Pamela ni Cristián se encuentran. Se llama al celular de Pamela. Ya no responde sino el buzón de voz.
Después de decenas de llamadas una secretaria comunica con don Cristián, quien dice que el Conservador aún no ha terminado la escritura y ya van cuarenta y cinco días.
Se llama al Conservador.
Atiende una dama, busca nombres y señala que la escritura está lista desde hace QUINCE DÍAS y que los de la oficina no la han retirado.
Se desea informar de ello a la Srta. Pamela y al Sr. Cristián. Llamadas constantes, incluso al celular de la señorita Pamela. No responde.
Después de unos días al fin se contacta con la secretaria de la oficina. Ella lo comunica con Cristián y éste le dice que sí, que ya sabe, por el mismo interesado, que la escritura está terminada desde hace quince días.
¿Y cuánto hay que esperar para qué se me dé el cheque?, pregunta el afligido vendedor.
Un mes, dice don Cristián, porque la escritura debe ir, antes, al SERVIU.
Sí, un mes.
Es decir, que el trámite que iba a terminarse en 45 días se terminará en 75 días.
Pero, ¿se terminará en 75 días?
Es posible que se llegue a los 90...
Es decir: que un asunto que debiera resolverse en un mes y medio puede durar tres meses. Y eso, si así ocurre.
Si se mueven los funcionarios de la oficina y los del SERVIU.
En el intertanto el afectado ya se ha ganado una depresión, unas visitas al médico, otros dolores y ha perdido decenas de llamadas telefónicas.
Costo que asume el esperanzado “esperador”.
Éste es el Chile que se auto llama jaguar. Un pobre gato, digamos mejor.
Un Chile burocrático, flojo, indiferente, burlesco.
En Chilito todo lo hacemos lentito.
Preferiría escribir crónicas sobre escritores, dedicarle más tiempo a los libros que preparo, a la lectura (he terminado de leer el excelente ensayo de Plinio Apuleyo Mendoza: “El olor de la guayaba”, que es una verdadera autopsia a la vida y obra del genial García Márquez); pero estos problemas que afectan a muchos ciudadanos me hacen concurrir a denunciar las malas prácticas.
Es ésta una vieja manía mía que aprendí en los diarios “Concordia” y “La Defensa” de Arica y en “Las Últimas Noticias”, entre otros medios. Y lo que allí no pude publicar lo hice en medios creados por mí: “Batalla”, “Denuncia”, entre los de hace -¡qué viejo estoy!- 35 años. Y ahora “Marcuse”, que es un homenaje mío a un gran contestatario: Herbert Marcuse, a quien idolatro.
La función social del que escribe es acusar los abusos, las tramitaciones, las burlas.Y yo, no cejo.
Ah. Y otra más de última hora.
Alguien: don Washington o doña Joahna que laboran en una Conservaduría vuelven a cometer el error de mandar a otra dirección la correspondencia. La empresa distribuidora no sabe dónde está el sobre. Llamados a Catedral, a Estado, a la Central, a la misma Conservaduría. Ocurre dos veces en diez días.
Son más de doscientos minutos de fono en horario hábil por culpa de una irresponsabilidad. En plata: son más de seis mil pesos. Alcanza para cancelar dieciséis pasajes en Transantiago o en el Metro (a lo mejor ellos quisieron no sacrificar al sujeto): “Mejor quédese en casita llamando, dándole plata a la Telefónica”. Ese mismo dinero alcanza para pegarse un viajecito ida y vuelta a Talca y comerse esos buenos dulces que venden las pasteleras de las carreteras.
FOTO: ghneves
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Comentarios

Imagen de Cristian D. Fonseca

Este sábado, en "El

Este sábado, en "El Morrocotudo en el Aire" comenté esta mala manía de muchos trabajadores de servicios públicos (e incluso no públicos), de usar y abusar del tiempo de las otras personas, sin darse cuenta que en realidad ellos son quieres pueden (y deben) pararse de sus escritorios y hacer que las cosas pasen y no recargar en el usuario todas las tareas.


Se debe aplicar más la empatía al momento de sentarse en un escritorio, porque cuando somos nosotros los que estamos solicitando los servicios, nos carga que nos hagan esperar tantísimo tiempo, en consecuencia que las soluciones son mucho más simples de lo que nos quieren hacer creer.