Las Animitas gritan los Nombres de sus Verdugos y hay Quienes traducen...

12 Junio 2008
Anfruns, Matute, Meyer, apellidos que gritan desde sus animitas los nombres de los autores de sus crímenes, una verdad que nuestros ejes de referencia no traducen. “Río Arriba”, es un intento de leer esa dimensión desconocida. Por E. Osorio
Eduardo Osorio >
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La agenda policial criolla está llena de casos sin resolver. Sí, tal como lo leen.
Pocos dirán ustedes, pero lo que sucede es que los crímenes más emblemáticos son la nata tan solo. Por debajo de ella hay acuchillados, envenenados, víctimas de atentados, y horribles crímenes, que nadie ha podido dejar al descubierto.

A los autores me refiero, y a sus causas también.
Anfruns, Matute, Meyer, son apellidos de víctimas inmoladas, que gritan desde sus animitas los nombres de quienes los asesinaron, pero que nuestros ejes de referencia “x” e “y”, no nos permiten traducir, y quizás en la otra dimensión desde la cual nos miran, deben estar claritos.
El mundo de la literatura policial entonces, es una alternativa, una especie de puerta abierta para quienes buscan saber e investigar junto al escritor.

Y dentro de este mundo, quienes están en el día a día, tuteándose con los sabuesos, jueces, víctimas, victimarios e informes de necropsias, peritajes, “datos” y trascendidos, son los periodistas.
Cada cierto tiempo, de entre esos leidísimos y escuchados cronistas de diarios, radios y ahora de los “media mass”, escapan al resto algunos “iniciados”, que prolongan en libros, novelas y memorias, ese acervo que les transforma en voces autorizadas para acercarnos en sus obras, a conclusiones, hipótesis, o sospechas, que bien podrían ser la “punta de la hebra”.
Ahora bien, si la manera de comunicarlo es amena, lúdica, y por supuesto con el máximo de antecedentes, es que el escritor es digno de crédito y de leerse, sea su entrega en forma de cuento, crónica, o como en el caso que les refiero, una novela.
En esta oportunidad, el profesor, escritor y periodista policial por antonomasia, Antonio Rojas Gómez con un “nutrido prontuario” en el arte del relato, y con un extenso currículo en sus inicios como reportero de la crónica roja en diarios, revistas y radios, nos convoca con “Río Arriba”, su última producción, y lanzada en Viña del Mar, hace un par de semanas, de lo que fue testigo "El Morrocotudo".
Se trata ni más ni menos, de una “vuelta de tuerca” al crimen de Alice Meyer, acaecido años atrás, cerca del Mapocho, cuyas aguas parecen haberse llevado la verdad consigo. Antonio por el contrario, nos acerca a ella, y no nos atosiga con datos, estadísticas, ni un lenguaje especializado. En su obra, nos describe a los personajes, su lado humano y psicológico, e increíblemente no se vale de la trama para engancharnos, sino que del lado “b” de éstos, donde el suspenso también puede campear, sin dejar de lado los sentimientos.
Junto a la víctima, recordada en sus trazos más íntimos, y a los presuntos autores de su horrendo crimen, al policía encargado de las pesquisas y a un periodista, que sacrifica hasta su vida personal por llegar hasta el fondo de la noticia, Rojas, va paso a paso, capítulo a capítulo, caprichosamente, descorriendo el velo.
Aunque de nombres ficticios, los protagonistas son en “Río Arriba”, presa del autor, y de su agudo espíritu de observación del alma humana.
Me quedo al final, con la opinión de Ramón Díaz Eterovic, compañero de senda de Rojas, y presentador del libro.
El creador del mítico Detective Heredia, respecto de “Río Arriba”, ha dicho: “Reúne todos los ingredientes de una buena historia policial; narrada desde puntos de vista que otorgan dinamismo a la intriga y profundizan con verosimilitud en los sentimientos y motivaciones de sus personajes”.
Río Arriba, Colección Crímenes Criollos, Mosquito comunicaciones, 160 páginas.
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