Andrés Sabella y el General

11 Julio 2008
El día del entierro de Sabella, Antofagasta se despobló. Sobre la urna del poeta se colocó la bandera roja del PC y, según entiendo, se le veló en una iglesia como al buen católico que era. Por José Martínez F.
José Martínez F... >
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¿Qué no hizo Andrés Sabella Gálvez en el Norte Grande de Chile? Poeta, novelista, cronista, profesor universitario, brillante orador, etc. Y hasta pirata. Sí; un pirata que miraba al mar con sus ojos en su cotidiana Antofagasta. Pirata, miembro de la Hermandad de la Costa.
Este hijo de comerciantes, convertido en profesional universitario y en creador literario, ya tenía un mundo de amigos cuando era un destacado escritor.
Como profesor, los estudiantes de Periodismo le adoraban y él se hacía querer.
Fue precisamente uno de ellos quien me relató la sabrosa anécdota que ahora relato.
Sabella era, en Antofagasta, un monumento en vida. Figura central de los hombres grandes de la zona: Antonio Rendic, Mario Bahamonde, González Zenteno y tantos más.
Todos le conocían, claro, todos menos un Capitán de Ejército.
Sabella era muy peculiar: comunista y católico, comunista y amigo de militares.
Pasado ya un largo tiempo tras el Golpe de Estado nuestro querido Sabella fue a un encuentro con sus amigos de la Hermandad de la Costa vestido de pirata. Era de noche.
Don Andrés debió haber bebido algo más de lo normal, lo cierto es que le dieron unas ganas enormes de orinar. Apresuró el paso y en un desolado lugar se libraba de su apuro biológico cuando –en una camioneta militar- le vio un joven Capitán de Ejército...
Se paró el vehículo y el Capitán le dijo al poeta que apurara el paso en dirección a dónde fuera con esa facha de pirata, que él daría una vuelta y si lo hallaba cerca lo llevaría al cuartel.
Sabella dijo unas cuantas cosas que el militar no entendió, quien dio en efecto no una vuelta, sino una vueltita. Y encontró a Sabella allí, el militar sonrió.
-Así, te quería pillar viejo de mierda- le dijo el oficial.
Sabella, quien aceptaba esas groserías solo de sus amigos, no pudo soportar el agravio, menos si éste provenía de un hombre que vestía uniforme y por ello mandó a la mierda al Capitán. Enfurecido éste hizo que dos o tres soldados echaran al vehículo la escasa corpulencia de don Andrés, quien restregaba su enojo con improperios a los que era respondido de igual forma por el militar...
Ante tanta indecencia del Capitán el escritor le dijo: ¿No sabes que soy Andrés Sabella?
El militar rió: No sé, y se largó a reír, señalando que quién mierdas sería Sabella. Que en el cuartel del Regimiento ya hablaría y de qué forma y cuántos días se mamaría en el lugar...
Ante tanta descortesía el poeta le señaló que era amigo del General Carol Urzúa, jefe de la zona militar de Antofagasta.
El soldado volvió a reírse. Las palabras "viejo", "huevón" y otras salían de la boca del Capitán.
Sabella, que era amigo de todo el mundo y que no le gustaba, que lo humillaran de tal forma se guardó la artillería.
Llegado al cuartel el oficial siguió agravando al gran nortino. El ilustre hijo de Antofagasta, el maestro de generaciones de periodistas, estaba humillado y esta afrenta no se la iba a llevar pelada ese Capitán.
Le dijo a un subalterno del Oficial que le prestaran el teléfono.
-¿Y a quién vas a llamar?- le habría dicho el Capitán.
-A Carol Urzúa- señaló el poeta.
Entre risas el Capitán señaló a un subalterno que le facilitara el fono a Sabella, señalándole que qué iba a saber el número particular del teléfono del General, ese pobre viejo.
Hecha la llamada, Sabella se quedó quieto, mientras veía como se seguía riendo el oficial y unos pocos militares más.
Pasaron solo minutos para que en el cuartel apareciera la figura de un uniformado. Era el General Urzúa.
-Capitán- le habría dicho el General-. ¿Usted detuvo a Andrés Sabella?
El Capitán observó al General y le dijo que sí.
-¿Razones?
Bueno, el oficial no supo explicar razones.
-¿Sabe Ud. quién es Sabella?- le dijo el General.
Ante el silencio del Capitán, Urzúa le espetó:
-Sabella es el hombre más importante de Antofagasta. Es poeta, periodista y profesor y lo conocen en todo Chile y Ud., su ignorante, no sabe quién es Sabella...
Y luego el General habría soltado su artillería de agravios contra el oficial.
Minutos más tarde el vehículo del General Urzúa dejaba en su casa al poeta vestido de pirata.
El día del entierro de Sabella, Antofagasta se despobló. Sobre la urna del poeta se colocó la bandera roja del PC y, según entiendo, se le veló en una iglesia como al buen católico que era.
Y colorín, colorado, este hecho cierto está contado.
Foto
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Comentarios

Imagen de vaentina

me gustoc mucho estos

me gustoc mucho estos

Imagen de Edith

Hermoso tu poema sobre

Hermoso tu poema sobre Andrés, Adolfo. Estaremos esperando impacientes tu novela. ¿No puedes adelantar nada?

Saludos.

Imagen de Adolfo Seleme

Andrés Sabella...De él se

Andrés Sabella...De él se ha dicho mucho, pero que poco se ha escrito. Pero no desesperéis ya viene la recina a lavar el crepúsculo...Próximamente edito una novela sobre el vate que cambiará la historia del personaje...Ya verán...Aún no puede adelantarles nada. Pero de paso, dedico este breve poema a este "viejo chico de cara pintada":

Caminaste el sendero más largo,

el de la vida que llevaste a cuestas.

los sones del desaliento no ahogaron

tu sueño logrado,

lo atrapaste, lo exhibiste

como un galardón de Olimpo.

Tu prosa, tu canto y poesía

serán, por todas las edades,

como la recina que viene a lavar

el crepúsculo.

Imagen de JACOBO GAJARDO CASTILLO

José: Te felicito.

José: Te felicito. Buenísimo el artículo acerca de Sabella, poeta grande del norte y padre creador del concepto NORTEGRANDE, título homónimo de una de sus novelas. Lo conocí en el fragor de sus luchas en los años 70 y posteriormente en Arica, dió un breve ciclo de charlas en la U. de Tarapacá en las postrimerías de la dictadura.

Bohemio por vocación casi religiosa, estuvo de visita en la inolvidable y emblemàtica Buhardilla y en uno de sus muros dejó uno de sus inigualables dibujos.

Gracias José por la anèdota.

Imagen de Rosa Flores Varasr

Señor: Jose Martinez

Señor: Jose Martinez

Su escrito en este diario es muy interesante, sabe porque... yo, que hoy tengo varios años nunca en el colegio se hablo de este poeta nortino y si hablaron de el fue muy poco casi nada. porque su nombre recien lo estoy escuchando. Los profesores de este ramo donde se incluye la literatura debieran empezar por enseñar de los grandes poetas de la region y si no saben que le pregunten a ud. a don Jose Morales, Luis Araya Novoa, Anita labbe y a Daniel Rojas. creo que juntos darian una catedra de los tesoros que estan escondidos en esta region. y como dice el dicho los poetas empiezan por casa. aunque el señor Andres Sabella no es ariqueño; pero si un nortino de corazon. Don Jose muy buen aporte a la literatura.

Imagen de José Martínez Fernández

Agradezco a las cuatro

Agradezco a las cuatro personas que han saludado mi

artículo sobre don Andrés Sabella, el gran escritor y

maestro nortino.

A Julio, a Juan, a José y a Florencio. Y a Florencio,

gracias por darme tu correo.

En estos días estoy en Arica, saliendo del frío y la

contaminación de Santiago...por un tiempo.

Y a los lectores de EL MORROCOTUDO: lean mi libro-denuncia:

asesinatodelibros.blogspot.com

Imagen de Florencio Faundez

José, gracias por habernos

José, gracias por habernos traído a la memoria al ilustre maestro, don Andrés Sabella, pero José Morales también me trajo al recuerdo a nuestro vate ariqueño, Claudio Castro(Q.E.P.D.), a quien le unían estrechos lazos de afecto con el hijo ilustre de Antofagasta, y lo saco a relucir porque un día Claudio me ubicó y me entregó una crónica de un diario antofagastino firmado por el escritor a quien le gustaba alentar a los que se iniciaban en el arte de las letras, mostrándome su crítica sobre mi persona en la que me instaba a seguir dando a conocer mi producción, que guardo con mucho cariño, y en cierta forma me animó a prestar siempre mi atención a aquellos que se atreven a escribir y ver la forma de poder ayudarlos, cosa que he tratado de hacer desde hace algún tiempo. Gracias José, realmente eres grande. Te amamos. [email protected]

Imagen de Juan

Excelente, Sr.Fernández,

Excelente, Sr.Fernández, felicitaciones.

Imagen de José Morales Salazar

Estimado José : ¡Excelente

Estimado José : ¡Excelente tu crónica sobre Andrés Sabella! (el hermano Andrés, como lo, mencionaba nuestro desaparecido poeta ariqueño Claudio Castro, amigo y compadre del vate antofagastino). Me nace del alma, José Martínez, expresarte mis felicitaciones por el original y simpático recuerdo que haces de Sabella, uno de los grandes omitidos por el premio nacional de literatura. En pleno régimen militar quienes tenían en sus manos el poder de decidir al respecto, lo ningunearon arteramente, sin considerar que el hermano Andrés tenía sobrados méritos para obtener tal galardón.

Amigo José, los literatos nortinos tenemos que agradecerte el hecho de que, a través de tu crónica de ribetes tan humanos, hayas entregado un interesante aporte a nuestra permanente voluntad de mantener nítidas en la memoria colectiva la vida y

obra del gran maestro nortino.

Allá por los años ochenta, con Claudio Castro editábamos una hoja literaria con el nombre de "Norandinas". En septiembre de 1989, en el Nº 3 de dicha publicación, escribí el siguiente artículo:

" RECUERDOS DE ANDRÉS SABELLA"

"Comienzos de los años cincuenta. Escuela Normal de Antofagasta. Academia Literaria. Claudio Castro, Alberto Carrizo, Heine Mix. Francisca Nápoli, Waldo Riodríguez y otros, muchos otros nombres que la memoria, en vano intento, pugna por rescatar del olvido. A la sazón nuestrs edades fluctuaban entre 15, 16, 17 años, poco más o menos. "El poeta Andrés Sabella dictará hoy una charla, a las 16 nhoras en el gimnasio. Se invita a la comunidad noirmalista", anunciaba el pizarrón en el hall de entrada de la Escuela. Don Augusto Silva Triviño, profesor de castellano y asesor de la academia literaria, se esmeraba en asegurar la asistencia de todos los integrantes del grupo. "Niños, escuchad atentos a Sabella, que nuestrio poeta es literatura viva, y de la mejor", nos decía don Augusto, y sus palabras eran reforzadas con grave vaticinio por don Álvaro Tobar Gajardo, director de la Escuela: "Así es, y algún día ustedes recordarán con cariño y orgullo las charlas de Andrés". Junto a ambos maestros -normalistas, claro está- concurríamos a la fiesta de poesía pura, fresca, vital, que nos ofrecía Sabella. El vate antofagastino nos hablaba de los clásicos universales, y los verbos de Horacio, Baudelaire, Heine, Whitman, Machado, descendían hacia nosotros en desnudez de aurora adánica o revestida de los comentarios certeros e iluminantes del hermano Andrés. Otras veces su palabra nos paseaba por los ámbitos líricos de la patria y nos encontrábamos con la épica grandiosa de Ercilla, con la simple profundidad de Daniel de la Vega, con los romances láricos de Óscar Castro, con la austera reciedumbre de Pezoa Véliz, con la serena intimidad de Magallanes Moure, con las palabras cimeras de Huidobro, Gabriela y Neruda. Andrés Sabella concluía invariablemente sus charlas leyéndonos algo suyo, y era así que su voz, en trance de lirismo emergiendo de fuente propia, nos llegaba ya con timbre metálico de cobre montañés, ya con lumbre de costra florecida de salitre, ya con solemnidad de mar nortino. La tierra nuestra nos surgía entonces en realidades insospechadas, en dimensiones sorprendentes que abarcaaban desde lo telúrico hasta lo social. En la palabra sabellina el Norte nos lleganba profundo al espíritu, y allí abría surcos propicios y sembraba fértil simiente de verbo creador. Era buena la simiente del hermano Andrés, claro que sí.

"Los normalistas de entonces partimos por rumbos distintos: a poblados andinos, oficinas y campamentos salitreros, a oasis, caletas y puertos. Por mi parte, los afanes de mi magisterio me llevaron por las salitreras "Victoria", "Alianza", "Cala-Cala", "Keryma", "Santa Laura" y" Peña Chica" ; ejercí después, por más de un lustro, en la quebrada de Camiña; posteriormente, por igual período, en el legendario pueblo de "La Tirana", en el verde corazón del desierto blanco. En aquel mi transitar transcurrieron 16 años, durante los cuales en mi vida fue germinando primero y desarrollándose después la semilla poética sembrada en la Escuela Normal de Antofagasta. Las lecciones de mis maestros, y en especial los coloquios con Andrés Sabella, habían sido arroyo nutricio justo en la edad en que las vocaciones necesitan, para su feliz realización, del estímulo motivador fraterno y de experiencias vitales decisivas.

"Mucho de lo que ocurre en la intimidad de nostros los humanos sucede más allá de nuestra voluntad, e, incluso, sin intervención de la conciencia. En efecto, en nuestro mundo interior transcurren fenómenos de los cuales sólo captamos sus consecuencias. Son como admirar la flor ignorando la tierra que cobijó la simiente... y el agua, el abono, el aire, el sol, y la mano y el amor del jardinero. Sin embargo, cuando dentro de nuestro ser algo importante falta, ese algo se hace evidente, insoslayable ante nuestra conciencia.

"Andrés Sabella ha muerto hace algunos días. Sé que muchos poetas nortinos estamos descubriendo, con sorpresa y hasta culpándonos de ingratos.que el maestro fue el arroyo nutricio cuando nuestra vocación literaria necesitaba de estímulos fraternos y de experiencias vitales.

"Algún día ustedes recordarán con cariño y orgullo las charlas de Sabella". Tenía razón aquel director de la Escuela Normal de Anofagasta"

Apreciado José Marínez Fernández, gracias por habernos recordado al hermano Andrés.

Fraternalmente :

José Morales Salazar, RF.

Imagen de José Martínez Fernández

¡MUCHAS GRACIAS JULIO,

¡MUCHAS GRACIAS JULIO, MUCHAS!

J. M. F.

Lean mi libro-denuncia:

asesinatodelibros.blogspot.com

Imagen de Julio Urquhart Matheu

Muy buena la anécdota de

Muy buena la anécdota de Andrés Sabella, a quien tuve el gusto de conocer hace ya muchos años en Antofagasta. Éramos vecinos en la calle Uribe y luego hermanos a través de la Hermandad de la Costa. Aún guardo dentro de mis poco tesoros su libro Paloma de Cemento, que me lo dedicara personalmente. Sabella ex alumno del Colegio San Luis, mi colegio de toda la vida, si bien es cierto tenía un pensamiento ideológico totalmente contrario al mío, es muy bien cierto que es un hombre destacable y admirable, con quien se podía pasar horas y horas conversando. Aún El Mercurio de Antofagasta publica sus crónicas en "La linterna de papel". Gracias José por este lindo recuerdo de uno de los más grandes poetas del norte, junto a su querido y entrañable amigo Salvador Reyes.