Semblanzas Profundas: La Odisea de Vivir

12 Octubre 2008
En definitiva el viaje, presente en Ulises, en Carpentier y sus anécdotas, es el viaje en el proceso de escribir, de leer y vivir, lo cual simple y llanamente, nos mantiene respirando. Por Daniel Rojas
Daniel Rojas >
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El escritor cubano Alejo Carpentier, contó una vez en una entrevista, que durante sus viajes de documentación por la selva americana, espacios donde el autor conoció la verdadera magia y maravilla de la creación o en términos más apropiados y cercanos a su prosa y estilo, concibió el poder de lo real maravilloso; se topó como parte de esa esfera de lo cotidiano e irracional amalgamados, a un particular aventurero que llevaba entre sus pocas pertenencias, una copia en griego de la Odisea, la cual leía de forma sacramental, todas las noches frente al fuego, en voz alta y abrigado por aquel insondable vacío incierto que es la espesura verde del Amazonas.
Al pensar en la anécdota, en lo peculiar de aquel solitario aventurero lector del clásico Homérico, se vislumbra desde otro ángulo la trascendencia de aquel libro, de su contenido inagotable, capaz de seguir comunicando y alimentando el espíritu de cada potencial lector llamado a actualizar sus páginas y entre aquellos viajeros de carne y hueso, dispuestos a emprender la travesía junto a Ulises y Telémaco, hallamos desde luego, a un Carpentier, que sin duda, conoce bien la realidad del viajero, su sufrir y gozar, tarea que él mismo experimentó, bien como hombre ávido de conocimiento así como fabulador, en su rol capaz de promover y motivar, geniales obras, las que de una u otra manera, sus lectores reconocemos como formas múltiples de afrontar el viaje, basta con pensar en títulos como: El Arpa y la Sombra sobre uno de los viajeros más famosos, Cristóbal Colón, o el Reino de Este mundo que expone el viaje de crecimiento y liberación de Ty Noel, o Concierto Barroco, un viaje por el mestizaje cultural de nuestro continente y que tal Guerra del tiempo, que contiene peculiares viajes como la inversión temporal de Viaje a la Semilla, el carnavalesco y circular Camino de Santiago o la heteroglosia y eterno retorno que comunica un mismo viaje continuo en muchos tiempos, presente en Semejante a la Noche, en fin, el poder de la voz Homérica es ineludible influencia en la literatura, en la reescrituración y palimpsesto que ha sufrido como texto y en general como parte integral de la cultura al ser espejo de la vida y uno de los más grandes dilemas universales del hombre.
Y es que la anécdota que el cubano nos da a conocer con un hecho tan curioso y sencillo, a mediados del siglo pasado, sea o no verdad, el que haya existido un misterioso errante recitando en la oscuridad de las noches selváticas a Homero en su idioma nativo, nos brinda con una lucidez increíble e imagen poética, a riesgo de ser majadero en esto, el sentido grandioso que cobra el tema del viaje, para el hombre.
El viaje, verdadera metáfora de nuestra existencia, explica un estado perpetuo y angustioso de descubrimiento, rencuentro y transformación. Inherente condición de la llamada realidad humana y su tarea agotadora de ser. Todas perspectivas y dimensiones presentes sin duda en la epopeya Helénica que versa sobre Ulises u Odiseo, astuto héroe de Itaca que lucha contra los dioses y hombres en busca del ansiado regreso al hogar, tras haber triunfado por sobre las huestes Troyanas bajo el comando del rey Agamenón (Hechos previos cantados en la Iliada).
El libro por mérito propio, es la gran aventura, su nombre por algo a pasado a ser una alegoría de las empresas extenuantes e inagotables que enfrentamos. Pues Ulises, Penélope su fiel esposa y Telémaco, su hijo orgulloso, así como todos los circundantes, Nausica, Poseidón vengativo, Polifemo, Circe o los pretendientes, revelan mucho de la psicología humana, de la traición, lealtad, lujuria, deseo y compasión que derrochamos, como opositores o ayudantes, como anfitriones u obstáculos para los objetivos de los que nos rodean, de ese otro que tiene muchos rostros.
Y en ese proceso de descubrimiento, de viaje que enfrentamos como testigos y partícipes de la obra, un pasaje digno de destacarse, es el método mayéutico que vive el personaje principal al descender a las profundidades del Hades, aconsejado por la hechicera Circe. En ese canto, que establece vasos comunicantes con la obra de Dante, la Divina Comedia. Homero, nos revela una de las tareas imprescindibles para todo ser humano, el autodescubrimiento, y la reflexión que ante la muerte, ante la precariedad de nuestro ser, y la separatidad, angustia que Fromm señala es parte de nuestra conciencia del desamparo y finitud y que tarde o temprano debemos hacer frente o negar de mala fe.

Ulises, en aquel pasaje, descubre al entrevistarse con quienes combatieran a su lado y fuesen traicionados, como su Rey Agamenón al llegar a casa y ser asesinado por su esposa Clitemnestra y el amante de ésta, el usurpador Egisto, el sentido último de la lealtad y el pago de nuestras acciones y delitos; la responsabilidad que pesa sobre nuestras decisiones, así mismo, no es menor el adiós a los seres queridos el tema de la memoria, del dolor de la ausencia y el desagarro de partir, como queda descubierto cuando se entrevista con su madre que Ulises, no sabía falleció, producto de su partida a la guerra y finalmente a través de su objetivo primordial, charlar con Tiresias, sabio profeta que reveló a Edipo su destino trágico, el héroe aprehende la fuente verídica del destino, de su verdad y la circunstancialidad que debe combatir con probidad siendo consecuente.
Por tanto más allá de la fantasía y los simbolismos, esta obra en cada canto y párrafo nos revela no solo el viaje físico y heroico de experiencias y luchas increíbles, sino un movimiento interior del hombre, todo un proceso de crecimiento, de maduración y que no se agota en la voz de la figura central y masculina, sino que se renueva en la imagen de Telémaco, joven llamado a ocupar el rol de su progenitor, así como también, en el otro viaje a explorar y que ha sido retomado por Monterroso, Buero Vallejo, Denevi, entre otros autores, me refiero al camino espiritual de reflexión de convicción que debe surcar Penélope para mantenerse leal, más que por su marido y flaqueza, por ella, por su propia virtud, bondad y entereza.
En definitiva el viaje, presente en Ulises, en Carpentier y sus anécdotas, es el viaje en el proceso de escribir, de leer y vivir, lo cual simple y llanamente, nos mantiene respirando.
Autor: Daniel Rojas Pachas
Publicado en: Cinosargo.
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