Azapa: Donde las Tradiciones Viven para Siempre

El Morrocotudo ya tiene edad suficiente como para generar tradiciones. En lo personal, existe una que me enorgullece y llena de emoción y es preparar la nota de la celebración del 1º de noviembre en el cementerio San Miguel de Azapa, desde el 2005, en la misma fecha en que el diario salió a la luz pública. Año tras año vivo las tradiciones que parecen  desbordar por las laderas del cerro.
Nuevamente este año el cementerio se transformó en santuario de la vida, cada vez se nota más que los deudos nos trasladamos con toda nuestra casa hasta el lugar.
La celebración está llena de ritos y de símbolos, todos completamente incorporados, no se viven como obligación, el ambiente es de total confianza, porque frente a los muertos no se pueden guardar las apariencias. Se juntan las familias y amigos alrededor de las tumbas conversando de lo humano y lo divino, del precio de las flores, del sol, etc., reconociendo a gente que desde hace ya un tiempo se les había perdido la pista, todo esto acompañado principalmente por cervezas y en menor medida por vino y gaseosas, pululos, sopaipillas, masitas y caramelos y en algunos casos platos de comida y el infaltable asado. Todo lo anterior amenizado por bandas de bronce, de zampoñas y cantantes criollos. La crisis económica no se hace sentir, acá está todo en abundancia.
La música es protagonista en esta fiesta, poder brindarle a un muerto su tema favorito es una gran ofrenda, por eso abundan los grupos musicales, que mezclan los sonidos de unos y otros, si se sube al cerro se escucha con mayor claridad todo lo que se está interpretando, se distinguen cada uno de los temas direccionados desde distintos puntos del cementerio. Esta vez me tocó ver algo innovador, y fue una suerte de “karaoke” que se dio con un grupo de música criolla, aunque tenían su propio cantante, también ofrecían el acompañamiento para que cualquiera de los deudos que quisiera, pudiera interpretar una canción.
Comida, bebidas, música y bailes, un paisaje lleno de colores, conversaciones, abrazos y  en definitiva nada que se parezca a la idea de la muerte como el final de la vida.
En la mayoría de las tumbas se nota un arreglo nuevo: una “manito” de pintura, una nueva sombra, cerámicas y una especial limpieza.Cada primero de noviembre el cementerio se viste de fiesta y miles de nosotros vamos y gozamos, en esta celebración de los muertos, terminamos todos renovados, nos retiramos cansados, pero cansados por gusto, por haber recibido toneladas de vida, por haber llenado nuestro espíritu con nueva fuerza. En más de una ocasión han tratado a Arica de Macondo y ¿por qué no? En una ciudad donde nos llenamos de vida con los muertos cualquier cosa puede suceder.

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