SEPTIEMBRE...

28 Septiembre 2005
Que no se escape el mes al menos sin un reencuentro
Patricio Arancibia >
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Cual más cual menos, todos los meses tienen su gracia. Algunos – como Enero o Febrero – nos traerán la memoria de vacaciones, días claros, luminosos, playa o campo con los amigos, apenas el dulce transcurrir, la larga mesa del almuerzo en familia, aromas y lugares por donde el alma un día anduvo, momentos que habitan en nosotros para siempre aunque de a poco se nos vayan mezclando para quedar al fin confundidos por una neblina bondadosa, como en un sueño al que bien sabemos que no vamos a volver.
Para otros, Marzo será la entrada a clases, o Agosto el mes de lento avance entre estufas y chalecos . Y para qué hablar de Diciembre… mes de contrastes, de balances de lo que ha sido el año, explosiones de afecto, abrazos, alegrías y también algún lagrimón suelto por ahí de vez en cuando, por los que están lejos, por los que ya se fueron, por nosotros mismos a veces, porque – en el fondo de los fondos – quién no guarda un corazón herido, una nostalgia de amores perdidos que de pronto se despierta sin aviso en la mismísima noche de Navidad.
Cada mes tendrá su gracia. Pero todos quedan chicos cuando de improviso, como brotando desde una cucarda roja, llega Septiembre.
Y más aún si estás en Chile, porque en este mes largo y angosto pareciera que todo cabe, padres de la Patria al galope desde Tiltil o Chillan Viejo, pasando por las fondas y la chicha, topándose con el Guatón Loyola, con las elecciones de Presidente que solían ser los 4 de Septiembre, y – claro que sí - con el quiebre doloroso de 1973.
De todo ha sucedido entre nosotros. A veces cantando, llorando en otras. “Volver a sentir profundo, como un niño siente a Dios”…cantaba la Violeta. Y a Neruda le dolía su tierra lejana cuando escribía “…y la última ola de Valparaíso me golpea en el pecho como si allí tuviera mi corazón una ventana rota…”
Septiembre más que otros, nos pertenece. A este lote tán diverso que comparte el mismo suelo, a los únicos en el mundo que sabemos que el queso de cabeza no es de queso, que el chancho en piedra no es de chancho.
Trivial, diría alguno. Talvez. Pero también con estas cosas ínfimas se va tejiendo la identidad. Y está claro que justicias, perdones, olvidos de por medio, divisiones y reconciliaciones de por medio, está claro que Septiembre es de todos los chilenos, sin excepción, y así será por largo tiempo.