La cultura Isleña Según Victorio

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Hay que llegar a la Isla Robinson Crusoe, cada verano, sea como sea, me digo ahora. Y cada vez descubrir aspectos no apreciados en las visitas anteriores. Es lo que me ocurre este 2009.
¿Y por qué? .
A veces me pregunto ¿será la última visita?.
Ya aperado acerca de las teorías de su origen por ejemplo, me preocupo ahora de las que la han asimilado al continente aquel que sumergido, guarda en estas cúspides, todavía sus vestigios.
San Félix, San Ambrosio, Salas y Gómez, y hasta Pascua o Eastern Island para los gringos, fueron un plato que no alcanzó a degustar Thor Heyerdahl, de ese menú ecológico, cuyo aperitivo le subyugó, ese que dice ¿que fue primero? : ¿los polinésicos o la civilización del alto Bolivia?, aunque al final se inclinaría por la totora, y Teotiahuanaco.
Son disquisiciones, que esta mañana robinsoniana de viento norte, y cuando esperamos por el buque de relevo al fin de la temporada, apuramos con el Profesor e Historiador Emérito de la Isla, Victorio Bertullo Mancilla.
Victorio, bachicha, descendiente de genoveses, aventureros como ellos solos por cierto, se vino a la Isla por los años 60, para nunca salir, salvo contadas ocasiones. Profesor y Director de la Escuela local, ha sido el guía en todo sentido de tres generaciones de isleños.
A ver, para que lo dimensionen.
Si caminas con él por Larraín Alcalde, la calle principal, los padres, hijos y hasta nietos de sus interlocutores han sido alumnos suyos, así de simple, y así de extraordinario a la vez.
¿Debe ser una enorme satisfacción?
Inmensa. He visto sus primeros pasos, como así también los últimos. Sobre todo cuando los egresados de octavo año marchaban al continente a continuar la Educación Media. Ahora por lo menos van a iniciar la superior.
Conversamos con el Profesor ya retirado, pero a cargo de la Casa de la Cultura de Robinson Crusoe, un cargo para el cual está pintado…
¿La historia de la Isla está presente acá, y es como su custodio?
Agradezco la oportunidad a mis “titantos” de seguir aportando a la cultura, y velar por su patrimonio, partiendo por ese par de cañones del Fuente Santa Bárbara, y empotrados en sus cureñas, que están en el frontis.
Observamos por mientras el entorno verde, que las alturas de la Isla proveen como el “Sal si Puedes”, o el “Yunque” (máxima altura), y hasta el Mirador de Selkirk, un muy lindo espectáculo para que Bertullo continue: Sí, acá se ha instalado una biblioteca, que compite contra Internet, que es como David contra Goliat, pero igual sacamos adelante la tarea.
Amén de eso está el Museo de la Isla, visitado por quienes buscan algo más de los misterios enunciados en leyendas, como la del Tesoro de Lord Anson, aunque guardo mis aprehensiones ¿por qué habría de ser de él, y no de otro?.
También están acá las primeras impresiones y fotos de colonos.De quienes forman el historial de la Isla, como el mismísimo Barón de Rodt, un suizo-prusiano, al que trajo Benjamín Vicuña Mackenna. Hugo Weber el alemán que le dio hasta un valor ecológico fuera del endémico, cultivando por los años 40 un sector, que sería el más floreciente como La Plazoleta, y también del acento escocés en la Isla, y de otros europeos, que por acá se han instalado.
Así también hay implementos, piezas, y armas de pequeño y gran calibre del acorazado Dresden, cuya historia está íntimamente ligada con la Isla, al decidir su Capitán Von Ludecke, el hundimiento ante el asedio de buques británicos, en plena Primera Guerra Mundial.
Aclara Bertullo, respecto a la cantidad de apellidos nórdicos o a la presencia de “rucios” entre los niños y adultos, achacables a los tripulantes del navío alemán, que ésta es simple coincidencia. Todos marcharon a la Isla Quiriquina, y luego a Alemania, salvo los fallecidos en la acción.Luego volvería Hugo Weber, el telegrafista que viajaba a bordo del Dresden en aquella funesta ocasión, y que se enamorara de Robinson Crusoe.
Es toda una aventura , conversar con este “curador”, celoso guardián de la muestra,y que a la vez nos despliega una agenda del territorio isleño, que difícilmente se vea amagada...
“Es que hay detalles en este Museo impensados, como es el dibujo de la Isla, que realizara el oficial Arturo Prat, en su época de Teniente , y que consigna las bahías, puntas, y cerros de Más a Tierra, como es conocida Robinson Crusoe". Una verdadera cartografía de la época.
También hay aspectos de la vida natural, como fases de la reproducción de la fardela, nuestra ave autóctona junto con el "picaflor rojo”.
Con decirles, que llevamos horas de diálogo, aunque apuntados en mi bitácora, y que describo en mi libro próximo a publicar, y con el patrocinio de la Municipalidad isleña.
Al final, no bien ya recaíamos en los interesantes recovecos acerca de los documentales, un tema interesantísimo por conversar, cuando se nos aparece Phillipe Dantón, el botánico francés, que pasa tres meses de su vida cada año acá en el Archipiélago por el puro gusto de preservar su flora.
¿Acaso no es magnífico? o ¿C”est magnifique?
Título para una próxima crónica acerca de la Isla, de seguro...
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