"La revolución tecnológica es la revolución de la comunicación entre seres humanos"

En el marco del cierre de campaña de la candidata de la Concertación Michelle Bachelet, se encuentra de visita en Chile el ex Presidente del gobierno español Felipe González.
Como director de El Morrocotudo, e invitado por el senador Fernando Flores, mantuve una interesante conversación y posterior entrevista con este destacado personaje.
Para mí fue un honor y un agrado estar con una persona de tal altura y darme cuenta de su sencillez, gran inteligencia y simpatía.
Felipe González recalcó el gran aprecio que siente por la ciudad de Arica y su interés por el periodismo ciudadano, destacando su admiración por la creación de El Morrocotudo.
Más allá de las semejanzas políticas, ¿qué observa en la figura de Bachelet y en la coalición de la Concertación, como entes que aseguren gobernabilidad y crecimiento del país dentro de los próximos cuatro años, en semejanza a lo que ha sido el proceso español?
La primera semejanza es el asentamiento de la democracia como sistema e, incluso, del horizonte electoral de incertidumbre, un factor democrático de primera magnitud. Aun cuando discrepo de quienes dicen que democracia es igual a alternancia, pues la democracia sirve cuando la derrota es aceptable, es decir, gane quien gane, pierda quien pierda, la gente no tiene la tendencia a salir del sistema, sino que el sistema es aceptable porque le da una igualdad de oportunidades.
Entonces, primera semejanza, es un asentamiento de la democracia y crecimiento del factor de ciudadanía. La segunda semejanza es un proceso de modernización y de crecimiento económico con redistribución del ingreso y con mejoras de los servicios, que nunca es del todo satisfactorio. En Chile siempre hay una tensión en que los ciudadanos exigen servicios que se corresponden a niveles superiores a los del país y eso crea una tensión positiva, y al mismo tiempo hay un elemento que compartimos y es que el mundo cambia rápidamente y nosotros no podemos conformarnos con creer que un modelo que nos ha servido durante años va a seguir sirviendo. Hay que modernizar sobre el propio proceso. Y en ese desafío estamos de manera común, por eso sentimos mayor proximidad con el proceso histórico de Chile, independientemente de las connotaciones políticas.
¿Cómo ve la situación política en América Latina respecto al giro que se estaría produciendo hacia la izquierda en estos momentos? En Chile se ha intentado hacer de esto una suerte de campaña del terror, aduciendo que una presidencia de Bachelet estaría dentro de este "eje". Qué observa de esta situación y qué tan ciertos son aquellos pronósticos que hablan de un proceso de involución en nuestro continente.
Yo lo he vivido muchas veces en Europa como región, pues cuando hay dos triunfos seguidos se dice hay una oleada hacia la derecha o una oleada hacia la izquierda. Pero para empezar, lo que yo veo en América Latina es la identificación diferente de lo que se llama izquierda o derecha, diferencia que vemos dentro de los propios candidatos y de los líderes emergentes. Por ejemplo lo que representa Lula en términos de esfuerzo de una izquierda que trata de modernizarse o lo que representa Lagos de una centro izquierda modernizadora y progresista, no es lo mismo que representa Chávez.
Entonces hay elementos nuevos que hay que tener en cuenta, porque en parte están reflejando la situación y ponen de manifiesto que las democracias latinoamericanas no han sido suficientemente incluyentes, que hay grandes sectores de la población, no solo indígenas, sino indigentes, marginados que no han sido incluidos dentro de los sistemas y por tanto están empezando a romper ese aislamiento o esa marginación, por tanto hay un carácter de antisistema entre los líderes que han ido surgiendo, como puede ser el caso de Chávez o Evo. Y también hay un elemento común, pero que no define programáticamente a nadie, que es una hipercrítica a Estados Unidos.
Los elementos comunes positivos serían que la gente tiene que encontrar una senda de crecimiento con redistribución del ingreso, debe saber que las materias primas no renovables, incluidas las energéticas, son una fuente de riqueza que no se puede despilfarrar de ninguna manera, que hay que transformarla en una riqueza renovable, para que sea un aparato productivo que permita generar riquezas a mediano y largo plazo. Entonces estos proyectos de carácter económico, económico social, con impacto en la redistribución del ingreso, es lo que definiría una corriente que pudiéramos identificar como progresista frente a la crisis conservadora. También un elemento común es un agotamiento del modelo que nació en la crisis de los años 80, de lo que se llamó el consenso de Washington, políticas extremadamente neoliberales, de acumulación del ahorro en muy pocas manos y de poca redistribución.
Si bien existe un camino recorrido de 16 años donde se ha integrado el nombre de Chile en el contexto internacional, cuáles son los desafíos y objetivos a los que se debe dirigir nuestro país dentro de los próximos años en el contexto de integración y globalización.
En términos históricos, el proceso de supranacionalidad en regiones que integran a los estados nacidos en una región me parece que es un proceso no reversible, que puede tener retroceso o avances. En Europa se está viendo ahora que estamos en un momento de retroceso, pero aun así la ampliación europea a 25 países no es reversible, ni los elementos comunes que se comparten, de un parlamento común, de un consejo común, de un presupuesto común aunque sea muy pequeño, estos son elementos de supernacionalidad. Ahí hay una zona de mercado interior sin frontera, uno puede montarse en una bicicleta en Suecia y llegar sin ningunas frontera hasta el sur de Europa.
/>En América Latina hay una tensión hacia la integración regional que yo creo que está sufriendo algunas distorsiones delicadísimas, por ejemplo lo que era el ensayo del MERCOSUR, en parte, sólo en parte, se ha desnaturalizado porque hay una especie de tentación de hacer más que el MERCOSUR una unidad sudamericana sin tener en cuenta a Centro América, ni a México, por una parte. Y por otra parte ha aparecido una nueva línea de fractura internacional, ya que en la costa del Pacífico, desde Chile hasta México se van sumando países a un tipo de apertura económica comercial que se entiende con el norte, con EE.UU. y Canadá, y que mira hacia el Pacífico sin dejar de contemplar lo otro, y que no está en ese rechazo ideológico a lo que puede ser la apertura o libre cambio a nivel continental, como por ejemplo de la costa atlántica, como es Venezuela o Argentina o con mucho más matices el caso brasileño.
Por tanto, hay otra línea de fractura. Creo que en el continente hay que evitar que haya una dinámica atlántica, otra pacífica y algunos problemas específicos que son de la comunidad andina muy serios. Ahí hay que trabajar para evitar que sean procesos divergentes.
¿Y el ALCA sería un avance o un retroceso?
El ALCA dicho así es una fracción, depende de las condiciones en qué se plantee, no podemos predefinir si éste es un avance o un retroceso, lo que me molesta es que no haya una posición pragmática al respecto, como ha dicho Lula algunas veces, “yo no estoy a favor o en contra, depende de en qué condiciones se negocie, para saber qué es lo que me conviene y qué es lo que no me conviene, y cómo hago el balance entre las ventajas y los inconvenientes”. A mi juicio los avances hacia el libre comercio son positivos si son equilibrados, lo que hay que buscar son los puntos de equilibrio en lugar de un rechazo previo a un prejuicio ideológico.
España ha vivido un fuerte proceso de liberación, especialmente en materias de orden valórico, como por ejemplo la legislación que permite la adopción de hijos por parejas homosexuales. En Chile, en esta segunda vuelta la derecha ha enfocado su campaña en los valores del humanismo cristiano, intentando mostrar en la candidatura de Bachelet un camino hacia ese "destape" que conduciría a la legislación del aborto, uniones homosexuales, entre otras. Cuál es el equilibrio entre ambas posturas sobre todo en un país como el nuestro, donde la iglesia aun posee un fuerte poder, existiendo por ejemplo colegios católicos que discriminan a niños y jóvenes al momento de ingresar a ellos
No creo que se deban mezclar los problemas. En España teníamos cuatro conflictos históricos. El primero era el conflicto social, la enorme distancia en los niveles de renta que creaba fracturas sociales muy seria, en ello se ha avanzado mucho, y hoy es una sociedad más homogénea, más integrada, más de clase media. El segundo conflicto histórico era el relacionado con la religión e ideologización que se hacía, conocida como el clericalismo y anticlericalismo, ésta incidía mucho en la estructura social, pero se superó bastante, aunque ahora hay algunos elementos que parecen rebrote de aquello, que creo tiene pocas posibilidades. Por ejemplo, el sistema de la educación en España concertada y el sistema de financiación de la iglesia, sea cual sea el gobierno, es incomparablemente mejor que otro sistema de financiación que tenga cualquier sistema de estado Vaticano, en relación con cualquier estado del mundo. Pero se ha abierto nuevamente esta brecha, los otros conflictos históricos en España eran el territorial, que se encuentra en una proceso de discusión interesante, y el conflicto militar, pero eso se resolvió bien constitucionalmente.
En cuanto a lo que llaman conflictos valóricos, primero tendríamos que decir que la moral pública es el cumplimiento de la legalidad La ciudadanía con un paquete de derechos y de obligaciones define la moral pública, el resto de la moral es personal y no digo que no tiene su expresión colectiva, pues la tiene, pero no debería mezclar la moral ciudadana con la moral religiosa, por muy respetable que esto sea, sino será un conflicto permanente. Y es lo que ha ocurrido en España con la ampliación de derechos hacia los homosexuales, creando una nueva zona de tensión, que mezcla problemas de legalidad y de constitucionalidad con problemas de moral religiosa. Yo creo que eso hay que evitarlo seriamente. Si la mayoría de una sociedad cree que los parámetros de convivencia ciudadana exigen una modificación de la ley, como el caso de eliminar la pena de muerte, lo lógico es que ese criterio de moral cívica y no de moral religiosa sea el que respete todo el mundo.
El Morrocotudo es el primer diario ciudadano de América Latina. Cómo observa este proceso de revolución de las comunicaciones donde el ciudadano común levanta nuevas conversaciones en las realidades que se van creando
Se está notando que el sistema de comunicación históricamente establecido, que viene del soporte de papel y pasa luego por la radio y que se revoluciona con la televisión, empieza a tener una dimensión radicalmente distinta como sistema de comunicación entre los seres humanos que podríamos llamar mucho más participativo e interactivo y que va a empezar a poner en cuestión a los sistemas tradicionales de comunicación. Yo tuve una experiencia con un chico que hizo la primera radio de Internet y que está en estos momentos absolutamente consagrado como líder mediático, trabaja en varios medios y se ha hecho un gran experto en el impacto de las nuevas tecnologías. A mi juicio la revolución tecnológica es sobre todo en su origen una revolución en la comunicación entre los seres humanos y eso se nota en las técnicas comunicacionales ligadas con el periodismo clásico.
Por último, Felipe González envió afectuosos saludos a la ciudad de Arica, esperando visitarla pronto, y un especial reconocimiento a los corresponsales y equipo que compone El Morrocotudo.