¡Oh paradoja!, llegó la cesantía automática

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Ando en busca de trabajo. Mi currículo periodístico y literario es extenso, y sin embargo no pesa a la hora de los nepotistas y apitutados amén de la crisis, que golpea a diarios, revistas y radios como al resto de las actividades, que se hacen en este país.
Paso a desayunar a un local de comida rápida en el centro de Viña del Mar, que resulta ser autoservicio, donde una sola persona hace de todo, y hasta se “paga”. El que parece ser el dueño, a su vez, desde una mesa, ve con satisfacción morbosa, como su único empleado hace esfuerzos para prodigarse en la atención, y la fila aumenta, por lo que verá engrosados sus ingresos (el dueño digo). Mínimo unos 4 empleados son la falencia, para el fregado, servicio, cajero, y recogida de las bandejas, que en un rato “libre”, también lo realiza el “hombre-10”…..¡Oh paradoja!, 10 sería el ideal.
Salgo a la calle, y los titulares de los diarios me tiran azahares en forma de 2 dígitos y con esa urgencia periodística, de quien edita y no sabe si mañana será de la partida, y no tendrá que dedicarse a la cría de gansos como él que escribe.
De ahí me voy a cargar bencina, y me toca una bomba de las que comienzan a inundar la ciudad y otras del país, con dispensador automático, y la que parece un desierto, salvo la presencia de un bombero dentro de una cabina blindada, en una “isla”, que mediante altoparlante me llama la atención por aparecer según él mal estacionado frente al surtidor, ya que tendré que “achuntarle” medio a medio a la manguera.
¡¡Uh, lalá!!, me digo, tal como lo hacía mi padre, cuando retiro la serpentina con algo de bencina todavía y me mojo mi chaqueta “busca-pega”, justo cuando aparece el concesionario en un flamante Mercedes blanco, y en horario de gerencia, pues son casi las once de la mañana. La cara de satisfecho no se las cuento… mínimo ahorra en 10 sueldos.
Tanto escándalo con esos bomberos que se “apillaban” echando menos combustible, pienso, cuando la pena para éstos que le echan agua a la bencina (dueños o concesionarios) es más criminal al dañar el motor, algo que me ocurrió y ya “zas pasó” no más.
El sábado en un programa free lancer para la Radio Colo-Colo a propósito, entrevisto a Gutiérrez, Héctor, líder de los consumidores, y detecto sin ser sicólogo sólo un artesanal siquiatra, dada mi pega social, que ya es un paranoico con tanto caso de abuso, y ralla la papa, al denunciar “violación del derecho por aquí, violación del derecho del consumidor por acuyá”.
Cavilo en ese capítulo, cuando se me cruza en mis archivos la historia de Ralph Nader, el abogado norteamericano, al cual debemos entre otras cosas el cinturón de seguridad en los automóviles, y al cual la GM para destruirlo le mandó, sabiendo que era un picaflor consumado, a detectives privados para sacar fotos, pero éste hijo de libaneses y muy sapiente, mando a la amante de turno a Timbuctú, y al contrario les ganó una demanda millonaria por “violar su intimidad”, y el dinero lo regaló a un organismo “x” y no me pidan tanta memoria, etc, etc.
Llego a un Ceda el Paso luego, pero no para mí, y el que no respeta una micro cargada, cuyo chofer, corta boleto, maneja, conversa con el acompañante, da la instrucción para que los pasajeros “se corran por el pasillo”, y escucha radio a volumen “inmoderado”, y yo el patudo quería más encima que respetara el Ceda el Paso. Al menos un fulano más como cobrador, podría cortar unas 150 luquitas, reducir accidentes, y echarle una choreada al que no quiera “avanzar hacia atrás”.
Epílogo : En este corto recorrido, deduzco, que unas 10 personas tendrían pega en los diferentes menesteres que hace una sola , a prueba de desmentidos, y que el Sernac vale hongo como me lo dijo Gutiérrez, organismo que recibe denuncias, y cuando llega a cierta altura “recomienda tomar abogados”, o sea para mí vale 3 veces “callampa”.
Vuelvo a casa por último, cuando las luces del palacio legislativo se apagan esta tarde-noche de viernes, y los parlamentarios se retiran a descansar, y cuando retorno a Viña, ¡Oh paradoja!, las otras luces, las del Palacio gubernativo, se comienzan a encender, pues sus dignatarios se vienen ¡Oh paradoja!, a gozar, a gozar.
Se me ocurre que esto da para cuento de un próximo libro mío, pero a pesar de mi cesantía, lo declino en aras del Morrocotudo, dada mi empatía con Arica..no vaya a ser cosa, que allá también estén ocurriendo estas paradojas.
Fotografía: Fernando Forniés Revuelta
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