¡Valparaíso, no te mueras nunca!

19 Mayo 2009
Así como a Arica la aman de lejos, a Valparaíso se lo imaginó tal cual el escritor Henry Miller, sin haber puesto un pie en "Pancho". Eduardo Osorio
Eduardo Osorio >
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Camino por Cochranne hacia la Aduana, el edificio viejo ese, que todavía despide el olor a tantos y tantos encargos de países remotos, que resuman especies con sus fragancias de siete mares, de nervaduras, y también de levaduras de anclas de que quizás recónditos puertos del tránsito de ultramar.
Luego se ha quedado mi soslayo con una inmensa mole de ésas que hacen exclamar a los que no saben nada de las leyes de flotación, ni quieren saber, ¡Oh santo Dios! ¿cómo, pero cómo pueden flotar esos mastodontes?...
Con la misma técnica que... pero para que voy a responder algo que quiere quedarse con la fábula y dejarle a los marinos manejar ese arcano y dogmático dogma de saberse poseedores del secreto de la conquista de los mares.
Voy a volverme ahora por dentro, por el molo, entre tanto y tanto buque gris que pare y pare marineros, de los cuales no se cúantos y no se como, se harán a la mar este 21 de mayo para celebrar con sus ritos y ceremoniales en diferentes puertos, y con diferentes niños que abrigarán su sueño de ser marineros subiéndose por la barriga del acorazado, del crucero o del más simple remolcador tesonero, que sin embargo y sin él, no son nada los buquecitos ésos, cuando llegan a puerto.
De las historias, pero de todas del Valparaíso, que tiene hijos, igual que esos padres sementales, en todas partes de la tierra, hay una que tiene olor a increíble, pero que sin embargo está ahí escrita, y con sus letras bien de imprenta en un librito de un grande como Henry Miller.
El etéreo y sensual autor de la Cruxificción Rosada, que nos erotizó a la altura de la adolescencia, con su Mara, y sus Trópicos de Cáncer y Capricornio, nunca estuvo en Valparaíso, ni tampoco mandó a pedir fruta, sin embargo es otro de los que cayó perplejo y rendido ante la tan sola mención de la palabrita, y acaso tradujera la Joya del Pacífico de la cual les contaré la verdadera historia en algún capítulo futuro.
Pero ahora, terminaré este cuento, con la imaginación “milleriana”, que a pesar de no aventurarse ni por la Aduana, ni por el Barrio Chino, ni menos la Plaza de la Victoria adivinó cual iluminado, tal cual al puerto, con sus personajes, garzones y boteros, prostitutas y cuenteros, con su olor a alquitrán y a petróleo de poza, de madera embreada, y de remos hechos a mano, de congrio con perejil frito del Menzel, o acaso de un seviche en el Cardonal, o de un beso a la pasada, con harta calentura en el American Bar o en Los 7 Espejos.
Henry, escribió en su “Primavera Negra”, y en la página 38, lo siguiente, y no me digan nada, solamente piensen:
“Lo poco que he aprendido sobre el arte de escribir se condensa en esto: no es lo que la gente se imagina, es algo absolutamente nuevo cada vez, y para cada individuo. Valparaíso, por ejemplo.
Valparaíso, cuando yo lo digo, significa algo totalmente distinto de lo que significaba antes. Puede significar un coñazo de inglesa sin dientes delanteros y el camarero en medio de la calle buscando clientes. Puede significar un ángel con camisa de seda deslizando sus delicados dedos sobre un arpa negra. Puede significar una odalisca con el culo envuelto en un mosquitero. Puede significar cualquiera de estas cosas, o ninguna, pero, cualquier cosa que signifique, puedes tener la seguridad que será algo diferente, algo nuevo. Valparaíso está siempre cinco minutos antes del fin, un poco hacia este lado del Perú, o quizás tres pulgadas más cerca. Es la pulgada cuadrada accidental que haces con fiebre, porque tienes un parche caliente bajo el culo y el espíritu santo en las tripas incluidos los errores ortopédicos. Significa “mear caliente y beber frío”, como dice trimalción, “porque nuestra madre la tierra está en el medio, redonda como un huevo, y tiene en sí todas las cosas buenas, como un panal de miel” (sic)
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Comentarios

Imagen de Hans König K

Valparaiso, patrimonio de la

Valparaiso, patrimonio de la suciedad. Así, irónicamente catalogan muchos el pomposo título que con mejores propósitos le otorgó la Unesco.

Poco hacen las autoridades y los habitantes para dar realce a ese nombramiento que llevan otras ciudades con verdadero orgullo, dignidad y cuidado.

Veamos los edificios llamados patrimoniales. En realidad, muchos de ellos fueron hermosos en su tiempo, construídos por los comerciantes de fortuna o las grandes empresas que alguna vez tuvieron en Valparaíso su sede central. En realidad, la mayoría no son de mucha antigüedad, ya que el terremoto de 1906 obligó a reconstruir la ciudad, pero el deterioro por la falta de cuidado es evidente. Un ejemplo es el del incencio de la calle Serrano. Alli se quemó una construcción patrimonial completamente. ¿En qué estado estaba ese "orgullo" de Valparaíso? En estado ruinoso, con sistemas eléctricos obsoletos, techumbre y escalas en mal estado, sin ninguna medida de seguridad. Y ya me referí a "la ratonera" o Edificio Cousiño, del que resta solo el cascarón, que seguramente se caerá con algún proximo sismo, y que al parecer lo sostienen los roedores.

Y lo mismo pasa con la mayoría de los edificios que le dan el caracter de patrimonio a la ciudad. Nadie se preocupa de ellos, ni sus dueños, por que mantenerlos es muy caro, ni tampoco ninguna autoridad o fundación. ¡ Que diferencia con otros países, donde las ciudades patrimoniales son primorosamente restauradas y conservadas, se mantienen limpias, ordenadas y agradables! Incluso en Europa, después de la guerra, se reconstruyeron ciudades antiquisimas, para guardar debidamente su historia.

Y aquellos que aman a Valparaíso, deberían fomentar una campaña para que la Municipalidad haga un aseo general. Que se puede hacer, lo dió el ejemplo cuando vino el esposo de la Reina Isabel, y en tiempo récord, apareció cesped nuevo, se limpió el Arco Británico, sacándole la mugre de décadas. Pero la indolencia y la falta de esfuerzo siguen hundiendo a Valparaíso. Lo que no destruyen los temblores, lo exterminan los incendios. Y la ciudad que antaño fue la "Perla del Pacífico", el primer puerto de Chile, la capital financiera del país, donde nació el primer Cuerpo de Bomberos, los primeros Bancos, esa importante urbe que tenía un poco menos habitantes que la capital, hoy está reducida a una ciudad vieja y fea, sucia y maloliente, llena de grafitis, con sitios eriazos, edificios sin demoler, los suntuosos cines de otrora convertidos en ferias persa, el Parque Italia que tenía añosos árboles lleno hoy de sucuchos de venta de baratijas.

Para que seguir. No basta una geografía pintoresca, no bastan las callejuelas ni los vericuetos, ni las escalas a ninguna parte, si están sucias, llenas de desechos humanos y basura.

Podría volver a ser bello Valparaíso. Si alguien se preocupara de limpiar, poner areas verdes, mantener los edificios, pintarlos. Aunque a algunas personas les guste la mugre y la encuentren atractiva, mucho mejor sería la Avenida Argentina, sin Feria de cachureos y con un parque adecuado.

Imagen de Javi Paz

¿Qué es lo atractivo? No

¿Qué es lo atractivo?

No se puede comparar Viña con Valparaiso. Son incomparables.

Viña está construida como ciudad turística, Viña encanta a las personas omninubladas por el brillo de lo que se nos impone como "moda". Viña está lleno de eventos, tiendas, restaurantes, flores, cafés minimalistas y carísimos. Todo Viña es una recreación, un lindo escenario construido para que el Sr. Turista desembolse su dinero.

Valparaíso en cambio tiene una identidad propia. Una identidad que va más allá de lo que es rentable... Valparaíso tiene una identidad histórica.

A Valparaíso hay que saber amarlo. Hay que saber respetar a sus gatos -ciudadanos ilustres-, hay que saber perderse por sus sinuosas callejuelas y apreciar el grito popular, las historias, reflexiones, ingenios y colores que se escriben en las paredes. Entiendo que para algunos pueda ser díficil, los trazos y dibujos muchas veces no son perfectos, ni cumplen con ningún canon que esté en boga. Pero he ahí la belleza: la belleza de lo popular.

Imagen de Juan

En uno de sus libros, el

En uno de sus libros, el escritor Antonio Skarmetta dice que Valparaîso fue construîdo por un arquitecto borracho.

O preferimos aquello de "arcoiris de mûltiples colores"?

O la "joya del Pacîfico"?

No existen dos Valparaîsos, Sr.Konig. Porque el puerto con todos los defectos que usted ennumera es ûnico y aquellos que lo definen sucio y desordenado es porque no han captado su embrujo y su esencia.

Los porteños aman su ciudad y el dîa que se les ocurra instalar fuentes y espejos de agua seguramente se sentirân traicionados.

Viña del Mar, con todo su modernismo y limpieza jamâs cautivarâ a los turistas de la forma que lo hace Valparaîso porque simplemente la ciudad jardîn es similar a tantos lugares en Europa, Estados Unidos o Australia.

... Valparaîso, primero siempre, no te mueras nunca!

Imagen de Hans König K

Parece que hay dos

Parece que hay dos Valparaíso. Uno, el de los poetas, artistas y escritores que presentan una especie de urbe mística, donde se da lugar a muchos de los sueños del ser humano, a la bohemia, a la aventura exótica. Ya en el pasado circulaba por varios países una canción atribuída a los marineros de los antiguos clippers, los veleros que hacían el viaje al Pacífico Sur. "Nous irons Valparaíso" decía , y juntaba a la ciudad, con otras del mundo.

Pero hay otro Valparaíso, mucho más terrenal y menos pintoresco. Es el que ven los habitantes y los turistas que van a la ciudad.

Una ciudad donde parece que la suciedad y la fealdad, se ha enseñoreado sin vuelta atrás. Ningún Alcalde ha logrado mejorar en algo la prersentación de la antigua urbe.

Veamos los símbolos de la ciudad: los ascensores. De los pocos que aun circulaban, muchos ya están hace tiempo detenidos, al parecer esperando su muerte definitiva. Y los que quedan presentan tal estado de ruina y mugre, que da vergüenza que los extranjeros, tan notorios en verano, tengan que verlos. El más "emblemático" el de Artillería, que sube al paseo 21 de Mayo, y al Museo, antigüo recinto de la Escuela Naval, tiene dos estaciones decrépitas, pequeñas e inmundas. En la estación baja, hay unos cholguanes y latones corroídos. Los carros son de madera y material ligero, de pésima calidad. Y ese es uno de los más fotografiados y publicitados en las postales.Para que vamos a hablar de los otros pocos que quedan.

Y otro punto es la extrema suciedad de la ciudad, tanto en el Puerto como en el Almendral. Uno de los lugares que se lleva el premio es el entorno del Mercado Cardonal, con los excrementos de animales , resto de verduras y aguas servidas por las calles, amén de la serie de antisociales que circulan por el sector. Otro lugar chocante, es la famosa Feria de la Avenida Argentina, que unos días es una Vega de productos del agro, y otros días vende cachureos estilo mercado persa. ¡ A un costado del pomposo Edificio del Congreso Nacional ! Que diríamos si en la Plaza de la Constitución hubiera una feria del agro?

Nadie ha sido capaz de erradicar este lunar de ese lugar, llevándolo a un sitio adecuado. Esa inmundicia es la primera impresión que se lleva el turista que llega por Bus desde Santiago, bajando por la Avda.Santos Ossa. No ha sido capaz ninguna autoridad de trasformar ese bandejón central de la Avda.Argentina, en un área verde, con espejos de agua, y fuentes, para realzar la ubicación del Congreso. Y para que hablar de los entornos del Parlamento, casas viejas, sitios eriazos, guarida de fumones y delincuentes.

También es notoria la mala calidad de las aceras, con hoyos, incluso frente a la propia Municipalidad.

Y punto aparte es la pésima presentación de los edificios céntricos. La mayoría rayados por los antisociales grafiteros, el resto con una capa histórica de mugre, sin pintura durante décadas. El abandono de los escasos edificios patrimoniales que se han escapado de los incendios, es otro caso, el más llamativo es la famosa "ratonera" lugar donde corren sin obstáculo estos "simpáticos roedores" a la vista y paciencia de las autoridades, y a pocos pasos del centenario Diario Decano de la Prensa Nacional. Y los lugares turísticos, miradores, paseos, resuman un "aromático" olor a orina, al parecer tienen los porteños problemas de vejiga.

Lo bonito de Valparaíso, es la disposición escénica de los cerros, los edificios que aún quedan, como las hermosas casas del Cerro Alegre y otras, pero el porteño no cuida nada, todo está cubierto de mugre y desorden. Así lo señalaron incluso los periodistas europeos que vinieron con el rally Dakar.

"Sucia y desordenada" fue la calficación unánime de la ciudad.

El gran contraste con Viña del Mar es evidente. Viña progresa, es más limpia, más ordenada, atractiva, es un agrado recorrer el Centro y los lugares cercanos al mar.

No he querido mencionar la delincuencia que es un flagelo más que se da en Valparaíso, tal vez más acentuado que en otros lugares del país.

Los poetas y los nostálgicos seguirán anclados en el Valparaíso simbólico, recuerdo de la gran urbe que fue en el Siglo XIX y comienzos del XX.Hoy, como una dama vieja que fue atractiva en su juventud, vive de los recuerdos, pero no puede ocultar su atroz fealdad.

Imagen de Francisca Gamboa Silva

que lindo escrito eduardo...

que lindo escrito eduardo... comparto tu nostalgia de la lejania..

saludos