La donación de órganos; un acto de fe

Yo soy donante de órganos. Es decir, cuando mi cuerpo no sea necesario para mi espíritu, cuando abandone esta casa que me fue dada, los órganos que alguna vez funcionaron coordinados para movilizarme en este espacio-tiempo pueden servir, si es que alguien los necesita. Cuando ya no haya aliento en este “contenedor” no lo necesitaré, pues en el viaje hacia lo desconocido importa mucho más el contenido y el continente es en ocasiones, un estorbo.
Yo soy donante de órganos. No espero que despidan un cuerpo, espero que despidan lo que fui y, esa, es mucho más que la imagen que ven las personas. Como la frase de El Principito (A. de Saint-Exupèry) “lo esencial es invisible a los ojos”, lo esencial ya no estará en ese cuerpo y no espero que quienes me amaron se aferren a él. Es solo un cuerpo que a esas alturas, cumplió su objetivo y poco a poco, volverá a la tierra. Si alguien necesita de parte de ese cuerpo ¿Por qué no despenderme de él?
Yo soy donante de órganos. Si alguna vez una parte de este cuerpo que me contiene funciona muy mal y necesita un “repuesto” tal vez quisiera otra oportunidad y que apareciera alguien que ya no necesite esa parte, que para mí sería vital. Estaría agradecida de ese nuevo ciclo, de esa nueva opción para vivir un poco más y recordaría la generosidad de quien se desprendió de algo que ya no necesitaba. Los que me aman también le estarían agradecidos y le dedicaríamos una sonrisa que le acompañe en el viaje que emprendió.
Yo soy donante de órganos. ¿Por qué un niño o una niña debe morir por el mal funcionamiento de una parte de su cuerpo si el mío tiene esas partes disponibles y no las necesito? ¿Por qué no dar una oportunidad a una mujer joven? ¿Porqué no dar una oportunidad a un hombre padre de familia? La oportunidad necesaria como gesto de bondad, generosidad y fé ¿Por qué negarla? ¿Quién soy yo para decidir qué hacer con el contenedor si a fin de cuentas solo me fue prestado?
Un cantante famoso hace unos días recibió corazón y pulmón nuevos. Tal vez no vuelva a cantar, tal vez sí. Pero la generosidad de alguien le está permitiendo una nueva opción para vivir un poco más, quizás lo necesario para cumplir otro rol, una nueva misión, un nuevo discurso. La inteligencia humana ha desarrollado la capacidad de reparar y trasplantar partes del cuerpo que no funcionan bien. Es posible y muchas veces, quienes viven esta segunda oportunidad comprenden su verdadera misión de vida.
Agradezco la vida, el corazón que late, agradezco los pulmones que me permiten respirar, agradezco los ojos que me permiten ver, agradezco cada parte de este cuerpo que me acompaña en el presente viaje. Lo cuido y lo respeto, pero es frágil y tan concreto a la vez que una vez que sea necesario partir, no puedo llevarlo. Es más, ni siquiera me pertenece, solo me fue concedido mientras estoy aquí. Yo soy donante, es una opción personal.