¿La Democracia es buena para el Medio ambiente?

06 Enero 2010
El slogan “el que contamina paga”, frase muy popular hace años atrás, que se funda en la democracia liberal, es aquella que no es buena para el medioambiente. Por Rodrigo Pino
Rodrigo Pino >
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Hace años Alex Langer, diputado Verde del Parlamento europeo, planteaba la interrogante de si la democracia era buena para el medioambiente, insinuando, después en tono escéptico, sobre las escasas posibilidades que la democracia fuera capaz de proteger el medioambiente. Hoy día, ad portas de la segunda vuelta presidencial en la que resuenan de manera recurrente los llamados a cuidar la democracia porque permite seguir el progresismo y defender los derechos humanos, se presenta como oportuno tematizar la democracia con las experiencias locales y regionales.
La democracia como sistema político, en términos etimológicos es "poder del pueblo" y desde un punto de vista filosófico sería un sistema sociocultural de seres humanos libres e iguales en todos los tipos de relaciones que en ese sistema se puedan expresar. Pero respecto del medioambiente, qué y cuál tipo de democracia sería ideal y cúal perjudicial.
En la década de los 70`, cuando yo era un niño vacacionaba en el verde y generoso oasis de Huatacondo(al sureste de Iquique), en que su principal actividad económica era la agricultura la cual comercializaban, en Calama, Iquique y en el ramal ferroviario de Ujina (que llevaba a Bolivia). Hoy, y según en un estudio sociocultural del antropólogo Franco Venegas, los pocos comuneros que lo habitan dicen que la agricultura casi se ha extinguido debido a la minera Quebrada Blanca e Inés de Collaguasi, las cuales se quedaron con los recursos hídricos porque no tuvieron como impedir esa acción con lo que el oasis hoy se encontraría casi desértico.
A principios de los años 90`, en la ciudad de Antofagasta se desataba una catástrofe ambiental debido a la contaminación ambiental por Plomo en las poblaciones aledañas al ferrocarril Antofagasta a Bolivia, que acopia el concentrado de mineral traído desde Bolivia, y en la cual cientos de familias resultaban afectadas, pero las autoridades regionales y nacionales no los habrían escuchado.
Según en ese entonces, la pobladora Flora Fuentes conocida como “la luchadora de las causas perdidas”, viajó en el año 1997 a Santiago para entregar una carta al presidente de ese entonces, Eduardo Frei, solicitando el traslado de los acopios, recibiendo al tiempo la respuesta firmada por el Director ejecutivo de CONAMA, Rodrigo Egaña, en la cual le indicaba que, entre otras cosas, “que no existen estudios referidos a la evaluación del impacto del Plomo en la salud infantil”; respuesta que de ser cierta entraría en el plano de lo insólitamente perverso.

Hace unos días atrás estuve en Antofagasta y pude conversar con algunos pobladores y dirigentes de la Población de Iquique, una de las más afectadas, sostienen ellos que siguen sin ser escuchados y abandonados por las autoridades gubernamentalesporque los dueños del ferrocarril son la poderosa familia Luksic ante lo cual el gobierno se habría tapado los ojos.
Finalmente, la experiencia ampliamente conocida en Arica, y de la cual conozco en profundidad, son los casos de la Villa Santa María, a principios de los 90´, las poblaciones frente al puerto local en los años 2000, y, “Los Industriales” y “Cerro Chuño” en el año 1997, expuestas a diferentes fuentes contaminantes de Plomo, Arsénico, y Cadmio, en la que los afectados advirtieron a las autoridades de los riesgos pero no fueron escuchados y nunca recibieron los diversos estudios gubernamentales que hoy conocemos a través del Programa Maestro de Intervención, entregado en octubre del 2009, y en el que se demuestra que desde el año 2006 las instituciones gubernamentales tenían la certeza de la contaminación, cosa que muchos años antes diversos estudios ya lo indicaban, pero que las instituciones gubernamentales los desconocían.
Entonces, retomando la interrogante inicial de si la democracia es buena para el medioambiente, podemos decir que aquella que no es buena para el medioambiente es la democracia liberal, aquella democracia que se funda en el modelo capitalista abstracto de la empresa, aquella que es útil a la industria y que centraliza un poder incontrolable en el mercado olvidando a la comunidad real y concreta.

La democracia que sí es buena para el medioambiente es aquella democracia territorial, que según Fabio Giovannini, es aquella que piensa global y actúa localmente, en la que a partir de la suma de las experiencias locales se llega a una estrategia general, es decir desde abajo hacia arriba o desde adentro hacia afuera, en la que la participación dinámica y activa de la comunidad, no sólo institucional, se anticipe a la emergencia de los problemas. Por lo que el slogan “el que contamina paga”, frase muy popular hace años atrás, que se funda en la democracia liberal, es aquella que no es buena para el medioambiente porque no sólo es un retraso en la intervención, sino que desatiende y es ineficaz para la comprensión de lo local y de sus problemáticas. Ojalá que los casos de la futura termoeléctrica en "Cerro Chuño" y de las empresas semilleras de transgénicos en Azapa puedan re-orientarse hacia una democracia territorial.

Comentarios

Imagen de Carmen Araya

Si esto es democracia

Si esto es democracia entonces que nos queda esperar. Creia que lo de Cerro Chuño era unico pero sabiendo lo de Antofagasta y lo que dijo el director de conama es como para encarcelarlo.

Imagen de Americo Veliz Veliz

Un insulto a la inteligencia

Un insulto a la inteligencia humana es cuando los que practican LA DEMOCRACIA no escuchan, no hacen caso y se hacen los ciegos sordos y mudo....Todos los que vemos el problema somos gritones de CAUSAS PERDIDAS en el desierto, da rabia, impotencia, frustraciones, trauman y nos sentimos DESPROTEGIDOS ante el mundo de hoy. ¿ Quién sera el que le ponga el cascabel al gato ? Siempre los millonarios ganan,los corchos, los indiferentes, los dueños de Chile. Estamos KGDos.