En el Día del Hábitat no es posible ignorar a mil millones de personas viviendo en barrios marginales

04 Octubre 2010
Los gobiernos no pueden celebrar el 4 de octubre el Día Mundial del Hábitat ignorando que mil millones de personas viven en “campamentos” o barrios marginales, ha dicho hoy Amnistía Internacional.
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En Chile, y a más de siete meses del terremoto, varias organizaciones, entre ellas Amnistía Internacional, el Instituto Nacional de la Vivienda INVI, la Unidad de Extensión de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, se reunieron para conmemorar el Día del Hábitat. Una de las actividades es el Primer Encuentro Nacional de Damnificados del terremoto, donde participaron representantes de las regiones del Maule, Bío Bío y Metropolitana.
Según los damnificados, actualmente muchas de las familias de las zonas más devastadas denuncian que aún faltan por entregar 1.300 mediaguas de las 2.800 necesarias para la fase de emergencia y que, por lo mismo, siguen viviendo en carpas. De los 8.000 propietarios de viviendas destruidas en Talca, ninguno ha recibido todavía subsidios por parte del gobierno.
Asimismo, es preocupante la situación de más de 500 familias de Dichato que viven en el campamento que hoy se ha transformado en el más grande de Chile. Allí, todavía la población vive en mediaguas, careciendo de condiciones mínimas de habitabilidad y dignidad.
En el ámbito global: “Hace un par de semanas, en Nueva York, los gobiernos prometieron ayudar a 100 millones de personas que viven en barrios marginales. El problema es que el número de personas que viven en estos asentamientos precarios –sin agua, escuelas, saneamiento ni atención a la salud– asciende a más de mil millones”, ha dicho Widney Brown, directora general de Derecho Internacional y Política de Amnistía Internacional.
En todo el mundo se llevan a cabo desalojos forzosos masivos de personas que viven en campamentos y barrios marginales: se desaloja a comunidades de gitanos en Europa, a los habitantes de asentamientos precarios en Delhi para hacer sitio para los Juegos de la Mancomunidad Británica, y en Port Harcourt, Nigeria, hay más de 200.000 personas que podrían ser desalojadas.
En la reciente Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) no se pidió a los gobiernos que pusieran fin a los desalojos forzosos, a pesar de la evidencia de que éstos hunden aún más a las personas en la pobreza y complican el cumplimiento de los ODM. En vez de ello, se les pidió que redujeran la población que vive en asentamientos precarios, algo que podría contribuir a que se produzcan más desalojos forzosos.
“Desde Francia hasta Zimbabue, pasando por Camboya, hemos documentado cómo los gobiernos destrozan los hogares de los más pobres. Las personas cuyas casas son destruidas se ven abandonadas por la ley, no consiguen ninguna indemnización y se quedan sin sitio donde vivir”, ha dicho Widney Brown.
“Es hora de que los dirigentes mundiales vayan más allá de la retórica que oímos en Nueva York y emprendan acciones urgentes para proteger los derechos de las personas que viven en campamentos y barrios marginales”.