Dietas de verano son insuficientes para un cambio nutricional

31 Octubre 2010
Enfermera especialista en enfermedades crónicas no transmisibles de la U. Andrés Bello explica cómo podemos vencer la obesidad y cuidarnos de patologías como diabetes y algunos tipos de cáncer, entre otras. Por Carolina Yacomán.
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La llegada del verano pone de moda el cuidado del cuerpo y la mantención de un peso ideal. Sin embargo, la transición epidemiológica de Chile se caracteriza por cambios demográficos y nutricionales que se han visto reflejados en una alta y creciente prevalencia de obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión arterial, algunos tipos de cánceres y enfermedades cardiovasculares asociadas a malos hábitos alimentarios y sedentarismo.
El principal problema nutricional es el exceso de peso, con una prevalencia creciente desde los primeros años de vida. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud, más del 60% de los mayores de 17 años sufre de sobrepeso u obesidad. En menores de 6 años la cifra supera el 7% y aumenta en escolares y adultos.
Astrid Munzenmayer Gutiérrez, enfermera especialista en enfermedades crónicas no transmisibles de la Universidad Andrés Bello, comenta que los esfuerzos en salud están dirigidos a la prevención y promoción de una vida saludable, con especial énfasis en la alimentación y actividad física, prevención de la obesidad y enfermedades crónicas asociadas. “La obesidad determina diversos riesgos biológicos, psicológicos y sociales, los que se manifiestan a corto, mediano y largo plazo. Genera costos personales, familiares, sociales y para los sistemas de salud, porque se relaciona con discapacidad y deterioro de la calidad de vida”. Una de las principales causas de esto, explica, es el reemplazo de las dietas tradicionales por dietas con mayor densidad energética, lo que significa más grasa y azúcar añadidos en los alimentos, unido a una disminución del consumo de frutas, verduras, cereales y legumbres, combinados con una baja actividad física.

Más frutas, cereales y ejercicio


La cantidad de grasa consumida en los países occidentales es mayor a la aconsejada por la OMS y se recomienda disminuir el consumo de grasa de origen animal (saturada) y frituras, aumentando el consumo de grasas de origen vegetal (insaturada) como el aceite de oliva, palta y frutos secos como por ejemplo nueces y almendras.
Todos los alimentos, en función de su contenido en nutrientes, aportan calorías, en mayor o menor grado, las que permiten cubrir las necesidades y gastos energéticos ligados al mantenimiento de funciones vitales como es la mantención de la temperatura, al crecimiento, práctica de deportes, etc.
La enfermera aclara que las proteínas son necesarias para mantener las funciones del cuerpo y su necesidad de consumo se relaciona con el peso, estatura y etapa del desarrollo, requiriendo un aporte máximo durante la etapa de lactancia y pubertad, cuando ocurre el mayor crecimiento. Éstas se encuentran principalmente en la leche y sus derivados, carnes, pescados, huevos, legumbres y cereales y entregan también una buena cantidad de minerales esenciales para la vida como el calcio y hierro.
Los hidratos de carbono son esenciales para cubrir las necesidades energéticas, por lo que hay que estimular el consumo de los alimentos que los contienen. Existen dos tipos, los complejos, que se encuentran en los cereales, arroz, legumbres, papas y pastas; y los simples, como el azúcar que se encuentra también en la miel, frutas y dulces en general. Una alimentación saludable debe contar con cantidades adecuadas de ambos, pero con un predominio de los complejos.

Alimentos ricos en hidratos de carbono


Una alimentación adecuada debe contener fibra dietética, sustancia que se encuentra en los alimentos de origen vegetal como cereales, legumbres, verduras y frutas, las que previenen el estreñimiento, reducen niveles de colesterol y mejoran los niveles de glucosa en las personas diabéticas. Además las frutas y verduras proporcionan vitaminas que son esenciales para la vida. Es importante aumentar el consumo de éstas, porque previenen algunas deficiencias de micronutrientes y en especial enfermedades crónicas no transmisibles.