Regionalización, ¿Quién le pone el cascabel al gato?

20 Julio 2006
Entregar poder a las regiones, comunas y a la sociedad en general, es una condición básica y fundamental para darle sustentabilidad al desarrollo del país.
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Por: Ernesto Dattari Escudé, Ingeniero Civil Industrial
Entregar poder a las regiones, comunas y a la sociedad en general, es una condición básica y fundamental para darle sustentabilidad al desarrollo del país.
¿Por qué si es tan evidente la tesis que sustentamos, el país se resiste a llegar a la descentralización del poder político y de recursos? ¿Por qué no se han superado las barreras que tienen las regiones para poder desarrollarse con verdadera autonomía?
Después de más de treinta años de haberse iniciado la reforma administrativa que daría lugar a la regionalización en Chile, por qué no se entregan a las regiones los instrumentos necesarios para que verdaderamente se pueda hacer gobierno y gestión regional, y con ello dar plena satisfacción a las expectativas que se cifraron en este proceso?
Está demostrado que el actual modelo de desarrollo impuesto en la década de los ochenta, siendo bastante exitoso, no ha sido capaz de superar la valla del desarrollo integral, sostenido y equilibrado, del país en su conjunto.
Las dificultades que enfrenta el país para avanzar en la descentralización provienen, en lo fundamental, de la falta de interés de los actores políticos, quienes debieran ser llamados a actuar en consecuencia con las promesas planteadas en tiempos de campaña electoral y no seguir dilatando la dotación de instrumentos, facultades y recursos económicos para impulsar el progreso de las regiones, por cuanto la postergación de estas iniciativas significan atentar contra la posibilidad de impulsar el desarrollo armónico del país.
Las elites políticas del país, temen perder sus espacios de poder tradicionales y presionan por conservarlos. Seamos claros, los políticos sólo reaccionarán cuando vean que la ciudadanía no los apoyará con sus votos al momento de su elección.
Por otra parte, no veo un movimiento nacional único, trasversal en lo político, organizado en cada una de las regiones, con financiamiento para desarrollar un programa de actividades que apoye la hipótesis fundamental de la propuesta regionalizadora: más descentralización, más participación, más sustentabilidad, es decir, más democracia.
Por lo tanto, organizarse es la consigna. No queda otra.
Para no quedarme sólo en palabras, propongo se organice una asamblea constituyente a escala nacional, como lo hicieron nuestros antepasados un célebre 18 de Septiembre, que elija una directiva nacional y representantes regionales para enarbolar la bandera de la regionalización desde Arica a Punta Arenas.
Debemos hacerlo ahora, faltan menos de 4 años para las próximas elecciones, donde de nuevo los políticos volverán a golpear puertas para solicitar votos. Será el momento preciso en que el movimiento por la regionalización, podrá hacer valer su verdadero poder, apoyando o nombrando candidatos que no solamente suscriban un compromiso a firme con la regionalización, sino que sientan y compartan la regionalización como un valor político, social y económico, cuya concreción es fructífera para el bien común en todos estos ámbitos.
Sólo los que apoyamos la regionalización debemos ponerle el cascabel al gato. ¿Acaso los estudiantes no tuvieron que ellos ponerle el cascabel al gato?