Ecos de Algo Más que un Congreso de Literatura

22 Agosto 2006
Más que un congreso de Literatura, la semana recién pasada sirvió para estrechar lazos chileno-bolivianos
Mauricio Miranda >
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Entre el 9 al 11 de agosto recién pasado se llevó a cabo en nuestra ciudad el XIV Congreso de la Sociedad Chilena de Estudios Literarios, el cual se pensaba sería un gran espacio para conversar y aprender más sobre teoría, crítica y arte literario. Si bien este cometido se cumplió a cabalidad, entre los alumnos asistentes al congreso se pudo constatar que trascendió mucho más allá.
Como toda actividad bianual de SOCHEL, se esperaba la participación de estudiantes de diferentes casas de estudio del país, como fue el caso de los alumnos de la UNAP de Iquique, Universidad Austral de Valdivia, entre otras. Pero este año, la tónica la entregó la numerosa delegación de estudiantes de la carrera de Lingüística Quechua de la Universidad Autónoma Tomás Frías de Potosí, Bolivia, los cuales además de compartir tanto en las actividades oficiales como en las programadas por el centro de alumnos de Pedagogía y Licenciatura en Lenguaje y Comunicación de la UTA, tuvieron la ocasión de conversar y compartir su visión de la realidad.
Más aun, aunque existía un fin especifico en su estadía, para muchos de ellos, está fue la oportunidad de cumplir su gran sueño, el que consistía en conocer este impresionante Pacífico, que tanta controversia nos ha traído este último tiempo.
Fue impresionante tener la oportunidad de ver su rostro al ver el mar desde la cima de nuestro peñón histórico, el que se asombraran porque realmente este océano sea interminable en el horizonte, que encontraran increíble que tenga un sonido tan particular, que se maravillen con el constante oscilar que le produce el viento, o simplemente que vieran que realmente existe.
Fue sorprendente también para mí, el darme cuenta que algo tan cotidiano como es nuestras playas, no les damos el valor que si le otorgan quienes están privados de ellas. Es extraño que alguien te cuestione el porque no vamos a bañarnos en el mar o peor aun, a caminar todos los días por la costanera y sólo esperamos los meses estivales para poder hacerlo.
Es muy gratificante cuando tenemos la oportunidad de entregar algo más que el objetivo propuesto por algunos, como es la participación y asistencia a unas charlas o ponencias, y cuando el punto final es otro, entregarle valor a ese objetivo por medio producir un cambio.
Por mi parte, más que quedarme con ecos literarios sobre este evento, puedo afirmar con mucha convicción que el recuerdo que quedará en la memoria de muchos son oleajes de amistad chileno-bolivianos.