Buenas conversaciones, buenos futuros
Brasil = 4 - Chile = Un Huevo
25 Marzo 2007
Así definiríamos en el barrio a los ceros en el fútbol. Un simplem soberano e insognificante huevo. No está en juego la dignidiad, pero...
Eduardo Osorio >
authenticated user Corresponsal
Gotenburgo, Suecia. Sábado 24 de Marzo del 2007, el otro hemisferio, 16 horas, y 16 días también sin sol. Partido amistoso, Brasil 4 Chile un huevo, pero un huevo deberas.
34 años antes, Moscú, Rusia. Martes 26 de Septiembre de 1973, eliminatorias mundialistas Alemania 74, 12º bajo cero, y cero a cero también Rusia - Chile. Digo ahora “cero" y no un huevo. Cambiaron las cosas, creo, aunque hoy se trataba de un partido amistoso, no puedo calibrar sin volverme al cero a cero de Moscú. Chile había eliminado a Perú y disputaba la plaza con los soviéticos en plena crisis del 11 de Septiembre, un corazón que iba más allá de las regalías y premios. No había entonces un David Pizarro que por el chat dice que no jugará por la selección y se amurra, sí había en cambio un Elías Figueroa que de Porto Alegre se fue en avioneta a Río y de ahí en mangas de camisa a Frankfort y luego a una serie de combinaciones con tan sólo un cepillo de dientes como equipaje. Por eso, vez que lo veo tomándose un café en el Samoiedo, digo al mozo que lo atiende: ¡páseme la cuenta! Grande Don Elías “Qué falta que me haces”, junto con los otros leones de Moscú: Quintano, Machuca... Ustedes ya saben la historia.
Hoy en la mañana, cuando aún retumbaban en mis oídos los heroicos sones del Himno de Arica que llegaron vía “imagination”, me dispuse a ver el partido con Brasil. No alcanzaba a acomodarme en mi poltrona, cuando comencé a sentir los efectos de esa máquina demoledora que es Brasil, pero alimenté la esperanza con nombres: Matías Fernández, los Magos Valdivia y Jiménez y lo que nos dejó Gisella Molineros (la vedette Argentina) de Mark González, pero... la máquina fue una orquesta y, en rigor, hasta ahí no más llegamos.
A suplir con corazón, me autoconminé para terminar la brega después del descanso y cuando el "Choro" Navia salió con la 9 a mostrar por qué brilla en México y no en Europa, causándome pena ver al Pelado Acosta haciendo gestos al árbitro que nada tuvo que ver en el desaguisado, salvo un penal discutible que no incidió en el resultado. Luego me comí las explicaciones de los enviados especiales: "que las pelotas detenidas son el punto débil de Chile". Mentiras, pensé. ¡Hasta cuándo le mienten a la gente! Daban como ejemplo un penal y un tiro libre, claro que son pelotas muertas, claro que sí, ¡y las otras son pelotas vivas y qué!
Pero ahí estamos de nuevo con un huevo horrible en el marcador, cuando a 2 minutos del término del partido, veo correr denodadamente a Luis Pedro Figueroa y a Jorge Vargas, aumentando la esperanza del "gol del honor", el 1 de la dignidad, y pensé hasta en la Toma de El Morro. "¡Allá van!", grité desenfadadamente y me escuchó todo el edificio. Vale, van por el empate, arriba Vargas, arriba Pedrito. Cómo corrían, como no lo habían hecho en todo el partido. Qué manera de correr, y van en pos de Ronaldinho, por Dios, lo van a reventar, pero así somos los chilenos. Cuando en eso sonó el pitazo final dado por el árbitro Noruego y veo que Figueroa llega primero donde Ronaldinho y cerré los ojos: ¡lo van a fracturar! De atrás venía Vargas, ¡líbrame Dios! Pero cuando los abrí, Figueroa, Luis Pedro le pedía por favor que el brasileño le diera su camiseta. Ante la mirada de envidia del capitán de "La Roja", Vargas, Jorge. Así es la cosa, ahora enfrentaremos a Costa Rica, pero sin cambio de camisetas. Ahí si que ganamos, ¡vamos chile que se puede!
34 años antes, Moscú, Rusia. Martes 26 de Septiembre de 1973, eliminatorias mundialistas Alemania 74, 12º bajo cero, y cero a cero también Rusia - Chile. Digo ahora “cero" y no un huevo. Cambiaron las cosas, creo, aunque hoy se trataba de un partido amistoso, no puedo calibrar sin volverme al cero a cero de Moscú. Chile había eliminado a Perú y disputaba la plaza con los soviéticos en plena crisis del 11 de Septiembre, un corazón que iba más allá de las regalías y premios. No había entonces un David Pizarro que por el chat dice que no jugará por la selección y se amurra, sí había en cambio un Elías Figueroa que de Porto Alegre se fue en avioneta a Río y de ahí en mangas de camisa a Frankfort y luego a una serie de combinaciones con tan sólo un cepillo de dientes como equipaje. Por eso, vez que lo veo tomándose un café en el Samoiedo, digo al mozo que lo atiende: ¡páseme la cuenta! Grande Don Elías “Qué falta que me haces”, junto con los otros leones de Moscú: Quintano, Machuca... Ustedes ya saben la historia.
Hoy en la mañana, cuando aún retumbaban en mis oídos los heroicos sones del Himno de Arica que llegaron vía “imagination”, me dispuse a ver el partido con Brasil. No alcanzaba a acomodarme en mi poltrona, cuando comencé a sentir los efectos de esa máquina demoledora que es Brasil, pero alimenté la esperanza con nombres: Matías Fernández, los Magos Valdivia y Jiménez y lo que nos dejó Gisella Molineros (la vedette Argentina) de Mark González, pero... la máquina fue una orquesta y, en rigor, hasta ahí no más llegamos.
A suplir con corazón, me autoconminé para terminar la brega después del descanso y cuando el "Choro" Navia salió con la 9 a mostrar por qué brilla en México y no en Europa, causándome pena ver al Pelado Acosta haciendo gestos al árbitro que nada tuvo que ver en el desaguisado, salvo un penal discutible que no incidió en el resultado. Luego me comí las explicaciones de los enviados especiales: "que las pelotas detenidas son el punto débil de Chile". Mentiras, pensé. ¡Hasta cuándo le mienten a la gente! Daban como ejemplo un penal y un tiro libre, claro que son pelotas muertas, claro que sí, ¡y las otras son pelotas vivas y qué!
Pero ahí estamos de nuevo con un huevo horrible en el marcador, cuando a 2 minutos del término del partido, veo correr denodadamente a Luis Pedro Figueroa y a Jorge Vargas, aumentando la esperanza del "gol del honor", el 1 de la dignidad, y pensé hasta en la Toma de El Morro. "¡Allá van!", grité desenfadadamente y me escuchó todo el edificio. Vale, van por el empate, arriba Vargas, arriba Pedrito. Cómo corrían, como no lo habían hecho en todo el partido. Qué manera de correr, y van en pos de Ronaldinho, por Dios, lo van a reventar, pero así somos los chilenos. Cuando en eso sonó el pitazo final dado por el árbitro Noruego y veo que Figueroa llega primero donde Ronaldinho y cerré los ojos: ¡lo van a fracturar! De atrás venía Vargas, ¡líbrame Dios! Pero cuando los abrí, Figueroa, Luis Pedro le pedía por favor que el brasileño le diera su camiseta. Ante la mirada de envidia del capitán de "La Roja", Vargas, Jorge. Así es la cosa, ahora enfrentaremos a Costa Rica, pero sin cambio de camisetas. Ahí si que ganamos, ¡vamos chile que se puede!
FOTO: daniel_leguizamon
Domingo 25 de Marzo de 2007
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