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En Chile tenemos, desgraciadamente, la cultura del "pobrecito delincuente" "víctima de la sociedad". Con ese discurso, muchas personas y organizaciones, de buena voluntad, pero profundamente ingenuos, se dedican a defender los "derechos" de los internos.

Al parecer muchos no conocen la realidad carcelaria en Chile. No voy a referime al asunto de la infraestructura, sino a los usos y costumbres de los penales. En ellos, los delincuentes tienen Televisón por Cable, hacen sus comidas personales con el sistema de las "carretas", y todos saben que los que manejan más dinero, sobre todo los narcos, tienen de todo en los recintos. Hasta celulares, que están prohibidos, pero,igualmente los usan y desde allá, coordinan y planifican optra serie de delitos.

El delincuente es básicamente un antisocial, un ser humano que no reconoce los valores que la sociedad considera normales. Al delincuente habitual sólo le interesa su provecho personal, aunque sea costa de la vida de otras personas. Sólo rspeta a los que son mas fuertes y brutales que ellos, no a quien tenga la razón.

Los delincuentes se burlan de las personas caritativas y bien intencionadas, aunque las manipulan con actuaciones de arrepentimiento, a fin de conseguir beneficios y salir aunque sea con la condicional, para seguir delinquiendo.

Se ven numerosos casos de esta gente, que sale y vuelve a lo mismo.Esa es su vida y no se van a rehabilitar jamás.,

Por esto, el darle oportunidad a beneficios como el sexo conyugal o de pareja, debería ser solamente para quienes estén internos por delitos que no constituyan hechos de sangre, ni asaltos, ni robos con violencia o fuerza. Y solamente si muestran buena conducta al interior.

No sigamos protegiendo con nuestra debilidad de carácter a la escoria de la sociedad. No sea que un día uno de los mismos "defensores" ingenuos tenga que lamentar en su persona o familia el actuar de esta lacra.

Mano dura a la delincuencia.