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Partidos Políticos

19 Octubre 2005
El punto de vista que plantea el ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso respecto a los partidos políticos.
Fernando Flores >
authenticated user Corresponsal

Con motivo de sus 35 años, la revista Foreign Policy elaboró un artículo donde pregunta cómo será el mundo en los próximos 35 años a 16 personalidades intelectuales. Ayer transcribimos en mi blog la visión de Lawrence Lessig en torno al dominio público y hoy quiero compartir el punto de vista que plantea el ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso respecto a los partidos políticos.

Partidos Políticos

Damos por supuesto que los partidos políticos son vitales a la vida política moderna. Ellos le han dado forma a la democracia representativa desde fines del siglo XIX. Sin embargo, sus perspectivas no son brillantes hoy día en las grandes democracias. De hecho, estas poderosas máquinas políticas pueden pronto desaparecer.

El terreno ya se está enlodando bajo sus pies. Los partidos políticos han basado su plataforma sobre divisiones ideológicas y de clases que han llegado a ser menos importantes, especialmente las sociedades más avanzadas. Aunque la conciencia de clase aún importa, las identidades étnicas, religiosas y sexuales han llegado a ser más importantes. Y estas ampliaciones cruzan transversalmente la línea de los partidos políticos tradicionales. Hoy, las etiquetas de izquierda y derecha tienen menos y menos significado. Los ciudadanos han desarrollado múltiples intereses, diversos sentidos de pertenencia e identidades traslapadas. Algunos partidos políticos se han logrado adaptar. Pensemos en el partido Laborista británico bajo el Primer Ministro Tony Blair o en el Partido de los Trabajadores de Brasil cuya política económica tiene muy poco que hacer con sus orígenes sindicales.

Otros no tendrán tanta suerte. La dislocación política existe a lo largo de una creciente fatiga con la formas tradicionales de representación política. La gente ya no confía en el establishment político. Ellos quieren tener mayor voz en los asuntos públicos, expresar sus intereses directamente o a través de grupos de interés y no a través de organizaciones no gubernamentales. El debate sobre los alimentos genéticamente modificados en Europa, por ejemplo, pueden escasamente ser comprendidos sin referencias a las organizaciones que dicen representar los intereses de los consumidores, como el caso de Greenpeace. Y gracias a la comunicación moderna, los grupos ciudadanos pueden baipasear los partidos políticos y darle forma a las políticas públicas. Los partidos políticos ya no tienen asegurada su legitimidad.

Votar, por supuesto, permanece esencial, pero votar tampoco requiere partidos políticos. Por cierto, mientras más importante son las materias, lo más probable es que gobiernos en lugares tan diferentes como Suiza, Bolivia y California buscarán legitimidad directamente en referendums, más que a través de parlamentos y legislaturas, que ha sido el terreno propio de los partidos. El rechazo de la Constitución Europea en Francia y en Holanda demuestra que la mayoría de los partidos políticos, todos los cuales apoyaban la Constitución, a menudo tenían muy poco poder una vez que estos asuntos eran planteados al pueblo.

En este clima, los partidos políticos están en una encrucijada: ELLOS SE DEBEN TRANSFORMAR O LLEGAR A SER IRRELEVANTES. Para sobrevivir, ellos deben diseñar una agenda flexible, no dependiente en divisiones de clases o en divisiones ideológicas. De una manera u otra ellos tendrán que recapturar la imaginación pública. Y tendrán que aceptar que otros merecen una silla en la mesa política. O de otra manera la fiesta para los partidos puede terminar.

(Hemos resaltado algunas frases de este texto).

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