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Imagen de Oscar Alarcon

Nadie puede desearle mal a

Nadie puede desearle mal a ningun grupo de seres humanos. En el caso de Bolivia, todos deseariamos que lograra salir de su marasmo secular, para bien de Iberoamérica.

Pero los ciudadanos bolivianos son víctimas de sus propios dirigentes. Ellos los engañan constantemente con promesas irrealizables, proponiendo metas absurdas como la devolución por parte de nuestro país de territorio que nos pertenece. Esas consignas son fáciles de agitar y conmueven el ánimo de personas de escaso nivel de alfabetismo y que son movidas por emociones viscerales.

No son capaces estos dirigentes de señalar que Bolivia sólo progresará cuando tenga una educación de mejor calidad, cuando su país sea ordenado en su economía y cuente el estado con recursos para hacer obras públicas, y no viva del comercio informal y el contrabando, cuando sus empleados públicos tengan un mínimo de apego a los procedimientos y no piensen en la coima como medio de vida, etc. Quienes conocen Bolivia, saben bien como funcionan las cosas allá, y como se consigue todo.

Las cantinelas de culpar de todo a una falta de salida al mar no es sino un pretexto para no señalar la verdad.

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