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La Noche en que “Juanita la Cariñosa” venció a “Yolanda la Amorosa” y a “Betzabé la Roba Corazones”

02 Marzo 2008
Disfraces, saltos mortales, un poquito de sangre y un tremendo espectáculo fue lo que se vivió el viernes en la noche en el gimnasio Augusto Subire, con mucha lucha libre y unas "cholitas luchadoras" de temer... (FOTOS) Por Jennifer Fuentes
Jennifer Fuentes >
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Son las 21:30 horas del viernes 29 de febrero y el gimnasio Augusto Zubiri Pinto está casi lleno. Ésta es una noche de show, una noche de pelea, de box y de lucha libre, pero por sobre todo una noche con un “toque femenino”: cerrando el espectáculo de la lucha serán féminas las encargadas de deleitar al público que goza con esta disciplina. Se trata de “Juanita la Cariñosa, Yolanda la Amorosa y Betzabé la Roba Corazones, tres “cholitas bolivianas” que sin perder su femineidad, terminan dándose con cajones de manzana en la cabeza y no es chiste…
¡Atrás sin golpes!
El box fue el primer invitado al Augusto Zubiri, con dos competencias amateur y una profesional no fueron pocos los que vibraron con el espectáculo pugilista. Dentro del público estaba Raúl Lombardi, conocido agricultor del valle de Azapa, quien aplaudía animadamente a uno de los boxeadores de la pelea profesional de la noche, que llevaba una bata con el logo de la empresa ¿La respuesta? Álvaro, el representante de Arica es trabajador de Lombardi y sus jefes lo apoyan en su carrera deportiva.
En medio de la pelea, llama la atención la enorme figura del boliviano Wálter Quisbert, apodado “Andresito, el Gigante”, quien está sentado a la entrada de los camarines. Este hombre de 2 metros 20 centímetros de estatura y 180 kilos de peso, saltó del ring de boxeo, deporte mediante el cual le dio medalla de oro a Bolivia en los Juegos Bolivarianos en 1977, a la lucha libre. Hoy con casi 50 años es el manager de las cholas luchadoras y también un número obligado dentro del espectáculo. Mientras conversamos, lo esperan niños y adultos con cámara de fotos en mano para retratar “su pequeñez” al lado de este gigante que ya se ve un poco cansado y que nos cuenta: “me ha dado más fuerza, dinámica y personalidad el físico que tengo. Yo me debo a la gente que me admira, me sigue y me siento feliz”.
Aprovechando la conversación con este particular manager, entrevisté a las cholitas, quienes hasta me desafiaron a luchar en contra de ellas, porque explicaron que “aún no hay ninguna chilena que les gane”, pero no pude aceptar; mi cabello no da para trenzas, ni llevé la pollera esa noche… de igual manera y en forma de humorada le dije a Juanita la cariñosa “no sabes que yo me estoy preparando” obteniendo la inmediata respuesta “pero bueno qué esperamos, qué esperamos, yo desafío a cualquier chilena que este por aquí, la desafío y la espero aquí y si se atreve a desafiarme la voy a esperar sobre el ring, porque estas dos señoras (las otras dos luchadoras) no son competencia para mí”.
A la hora de hablar de cómo es ser una mujer luchadora, Yolanda la Amorosa, quien lleva 7 años en la lucha libre, es enfática al afirmar: “soy una mujer luchadora, una artista que también tiene sus sentimientos y sabe coquetear. Yo soy muy coqueta, me puedo arreglar y quiero disfrutar con mi belleza y quiero complacerles con el deporte que practico”.
Yolanda es la única que es madre de las luchadoras y nos cuenta cómo compatibiliza ambos roles: “mis hijos son parte de mi vida, parte de mi deporte. Amo a las dos nenas que yo tengo y trato de organizarme; soy madre, amiga, ama de casa y también una mujer trabajadora, porque además de este deporte tengo otro trabajo; soy artesana y estoy estudiando comunicación social”
Betzabé la Roba Corazones nos relata que a veces sí quedan lesionadas: “en una ocasión la nariz la tenía a este lado (muestra una de sus mejillas) y como tenemos apoyo medico me la arreglaron, también el pie, saltando, me lo luxé, este deporte tiene muchos accidentes pero es bastante lindo…”
Lucha libre “made in Bolivia”
Ya son algo así como las 23:00 horas y mientras una treintena de niños corren y juegan por todo el gimnasio que cada vez se llena más, comienza la lucha libre. Es primera vez que veo este espectáculo, así que estoy expectante por saber de qué se trata y cuáles son sus reglas…
En la primera lucha de esta jornada se enfrentan dos hombres; uno que es el bueno y el otro el malo y en medio de ellos una especie de juez que, a ratos, apoya al malo dándole unos buenos golpes al bueno. Uno de los asistentes al espectáculo me explica: “esa es la gracia de este show, para que la gente se motive, el arbitro ayuda al malo y la gente le grita de todo y por eso cuando el malo le hace una “plancha” al bueno, éste cuenta muy rápido hasta tres, pero eso no lo aceptan los jueces y debe recomenzar la lucha, teniendo el malo que regresar desde el camarín al cuadrilátero antes de 20 segundos para no quedar descalificado”. Mientras lo escucho veo como ambos hombres entre saltos, llaves y piruetas, constantemente salen del ring y continúan peleando al lado del público del gimnasio Augusto Zubiri, quien ovaciona y exclama “uhhhhhhh” ante las maniobras acrobáticas de ambos luchadores. Finalmente sale vencedor “el bueno”.
Haciendo un punto aparte, me es imposible dejar de mencionar la poca seguridad del recinto, sobre todo tomado en cuenta que una parte importantísima del público son niños y en muchas ocasiones quedan casi en medio de la lucha, (que incluye hasta sillas con las que se pegan en la cabeza los luchadores) sin que haya ningún guardia de seguridad o personal que vele por su seguridad, más allá de los adultos que los tienen a cargo.
Ahora es el turno de Wálter Quispe, quien lucha contra “La Momia” y “El Hombre Lobo”. En realidad se le ve cansado a Quispe, pero los niños gozan viendo su enorme anatomía en la pelea y le ayudan tirándole objetos a sus contrincantes. El espectáculo llega a su punto más alto cuando El Gigante le prende fuego a La Momia, efecto muy mal logrado, pero acaparador de la atención del público de igual modo…). Luego de rupturas de mesas, golpes con sillas, saltos desde el segundo piso y mucho olor a tela chamuscada, el Gigante sale vencedor.
Aprovechando una pausa y sin comprender aún las reglas de la lucha libre, observo que aún está uno de los jueces de box mirando el espectáculo. Se trata de Juan Cabezas, el Presidente de la Asociación de Boxeo de Arica, quien me explica un poco más de esta disciplina nacida en México. “Los luchadores son prácticamente gimnastas, se ve en como se desplazan, como hacen saltos mortales. Esto es algo plástico, son acróbatas. Me imagino que en esta disciplina hay un común acuerdo; supuestamente el bueno, entre comillas, es el ganador, esa es la gracia que tiene esto. Aquí por hay un protagonista y un antagonista. El protagonista es el favorito del público y hacen que él sea el ganador de la lucha con golpes controlados, pero esto diferente al boxeo, ¡totalmente diferente!”.
Puro “power femenino”
Con un audio muy-muy malo y después de una larga espera, hacen su entrada triunfal las más esperadas de la noche: las cholas luchadoras. “The Final Count Down” de Europe es el fondo musical para que estas tres féminas vestidas con polleras, largos aros artesanales, con un perfecto maquillaje y de trenzas a la usanza boliviana, hagan su entrada triunfal al gimnasio.
“Juanita la Cariñosa”, “Yolanda la Amorosa” y “Betzabé la Roba Corazones”, juegan con el público y el nacionalismo chileno llevando una bandera boliviana, la que besa Juanita mientras un medio local la fotografía. Luego gritan consignas a favor de su país y tras sacarse sus chales y aros, comienza la lucha; pelean entre las tres y, al principio, parecen mostrar más que nada acrobacias y piruetas, pero es solo el inicio del espectáculo...
De pronto salen del ring, se entremezclan con los asistentes, los niños vuelven a rodearlas y, en un momento de descuido del “respetable público” se auto infringen pequeñas heridas en la frente que las hacen sangrar y aumentan el fervor de los que las ven luchar.
Nadie se da cuenta cómo ni de dónde salen cajones de manzanas con los que las tres, por igual, se golpean, rompiéndolos en sus propias cabezas. Entre medio también se rompe una mesa con un salto de una considerable altura y luego se salen persiguiendo para subir por las galerías y hasta rodar desde los niveles superiores hasta llegar al ring otra vez, donde “Yolanda la Amorosa” y a “Betzabé la Roba Corazones” quedan tiradas y un poco sangrantes, para ser sacadas en andas por otros compañeros luchadores, con quienes compartirán el mismo show en un par de días en Brasil y otras ciudades de América Latina...

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