Cuando ayunamos, lo que estamos fomentando es que ciertas disfunciones físicas como las alergias, las sinusitis, artritis o trastornos digestivos puedan ser tratadas con éxito, posibilitando mejorías, incluso, a enfermedades de la piel, problemas cardiovasculares y asma, siguiendo una práctica adecuada.

Disfrutar de la comida, de seguro es uno de los placeres que más disfruta el hombre, pero su consumo en exceso no es beneficioso, ya que comer habitualmente en forma desmedida, solo provoca una sobrecarga para nuestros órganos internos.

Si nos proponemos ayunar, nuestro sistema se libera de esa carga y puede descansar en cuanto a procesos de digestión, asimilación y metabolismo se refiere. En otras palabras, realiza un proceso de autolimpieza, donde se permite la liberación de toxinas acumuladas en los tejidos, a las que hasta ese momento el cuerpo no había podido acceder.

El ayuno es ideal para que los mecanismos naturales de curación de nuestro cuerpo se pongan en marcha, sin que exista intervención alguna de agentes externos. Y, dado que el cuerpo sabe cómo curarse a sí mismo, la conclusión es que el ayuno ayuda a reequilibrar el sistema a nivel general.