De pajaros y equinoccios

23 Mayo 2012

Juan Ramón Martínez Sabina (Joaquín Sabina) y Joan Manuel Serrat Teresa (Joan Manuel Serrat) son los ilustres sobrevivientes del naufragio del “Titanic”, quienes gracias a sus “dotes” musicales formaron parte de tan ilustre e irrepetible orquesta

Andres Jiron Vasquez >
authenticated user Corresponsal

El clima es uno de los factores principales por el cual las aves deciden migrar de un territorio a otro, en busca de mejores horizontes, mejores comidas, licores y otros placeres que su volátil especie requiere. Sin embargo, en  Mayo se produce un extraño y único fenómeno  de migración que se lleva a cabo al menos cada cinco años, y que ha acostumbrado a los parroquianos, de esta zona del hemisferio a detener el tiempo, correr la cortina gris del smog y poder empapar las almas con musas, que solo los oídos atentos a ellas, pueden gozar. Se transforma más bien en una procesión, una ceremonia con hora de inicio y lamentablemente fin, que incluye la visita con lujo de detalles y además guiada a nada menos que casi cincuenta años de la flor y nata de la canción española y Catalana.

Juan Ramón Martínez Sabina (Joaquín Sabina) y Joan Manuel Serrat Teresa (Joan Manuel Serrat) son los ilustres sobrevivientes del naufragio del “Titanic”, quienes gracias a sus “dotes” musicales formaron parte de tan ilustre e irrepetible orquesta, y lograron sobrevivir.

Resumiendo, la conjunción única de las migraciones de aves, una estación otoñal y las melodías lejanas que llegan desde el “Titanic”, produjeron en el publico rememoranzas en los asistentes a este inolvidable encuentro: “Cantares”, “Mediterráneo”, “Esos locos bajitos”, “Contigo”, “Y  nos dieron las diez”, entre muchos otros temas remontaron a un público maduro a inolvidables momentos de infancia y juventud.

Serrat, llego a mi vida a los siete años cuando, un acetato de treinta y tres y media pulgadas, con la fotografía de un joven soñador y de pelo largo fumando un cigarro sentado en una plaza de juegos infantiles, llamo mi atención y abrió la puerta a una serie de poemas de Antonio Machado (poeta catalán de la Generación del 98 muerto a los 63 años), que iluminaron mis oídos al gusto por las letras y poesía.

Sin embargo dieciséis años más tarde la vida me permitiría conocer a bordo de un auto lleno de juventud y sueños a dos ilustres tripulantes: Don Joaquín Sabina y a Don Jaime Moya(poeta y músico ariqueño) quien contaba en aquellos días con el ímpetu y la soberbia de todo joven veinteañero, seria los primeros pasos de una vida corta pero llana de logros y cuyo verbo se apago hace algunos años al llegar cerca de los cuarenta años, amenizaba dicha velada “Conductores Suicidas” (álbum Física y Química) y una voz arguandientosa y trasnochada, que daba su puntapié inicial dentro de mis oídos, al fin y al cabo seria el inicio de un gusto por el “Jitanito de Jerez”. Sin embargo puedo sostener que aquella noche “Jaimito Salitrero” me sonreía y gozaba de cada nota tanto en primera fila como en el escenario en aquella noche de otoño.

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