¡Soy Afroariqueña!

28 Febrero 2019

“El concepto jurídico es afrodescendiente, pero personalmente me identifico como afroariqueña por todo el sentido localista de la palabra. Donde voy difundo nuestra cultura, llevo 17 años bailando de corazón y transmitiendo tumbe”

Carolina Leteli... >
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Desde que tengo uso de razón, le preguntaba a mi madre por su pelo negro mota y su lindo color de piel, que de no haber sido por algunas compañeritas del colegio que me lo preguntaron, jamás se me hubiese ocurrido preguntar por tales rasgos tan propios, tan familiares que tenían todos aquellos que saludaba en la calle, ya sea familia o amigos, todos ellos ariqueños netos, gente morena.

Cuando mi madre me contó que su abuela era descendiente de africanos esclavos que habían llegado en barco, movilizó en mí las ganas de tener mayor conocimiento acerca de mi procedencia, generando un sentimiento de infinita alegría por tener pertenencia con la identidad de la gente morena de Arica, a los que años más tarde y en el marco del proceso de reivindicación, los llamamos afroariqueños.

El Chile multicultural que buscan invisibilizar

Si bien la esclavitud fue un negocio horroroso -y lo fue igual o aún más el proceso de chilenización- cuando Arica queda bajo soberanía chilena y todo lo negro pasa a ser un elemento a exterminar por ser asociado a raíces y manifestaciones peruanas, mi alegría y energía se centraron en utilizar esta fuerza heredada por mis ancestros para hacer justicia a través del rescate y difusión de una cultura casi perdida, que debía visibilizarse en el país, en este Chile multicultural que no todos reconocen y muchas veces se invisibiliza, porque hemos crecido en una sociedad sumamente clasista y racista.

El nacimiento inminente de las comparsas afro

Durante toda mi niñez y adolescencia, crecí orgullosa de saber de la mezcla que llevo dentro y no fue hasta el año 2001, cuando nació el movimiento afrochileno en Arica, que tomé acciones más concretas para aportar al rescate, difusión y visibilización de la cultura afroariqueña. Es así que, aparecen las Comparsas de tumbe o tumba en nuestra ciudad, proceso en el cual fui partícipe desde sus inicios, a partir de las narraciones de la gente mayor, de lo que recordaban de sus abuelos y de lo que éstos pudieron mantener en el círculo más íntimo para no sufrir las brutalidades de la chilenización.

 A la base de éstos recuerdos y haciendo alusión a las actividades más características que los afrodescendientes desarrollaban en el Valle de Azapa, fue que comenzamos a recrear musical y dancísticamente lo que hoy se conoce como tumbe o tumba, desde el año 2002, y hoy como integrante y parte de los fundadores de Comparsa Tumba Carnaval y Agrupación Cultural de Proyección Folclórica Sabor Moreno, miro hacia atrás y veo cómo hemos crecido en participantes y en recreación del género, cómo la cultura también evoluciona sin perder de vista lo que recuperamos y trabajamos a diario para mantener en el tiempo, para que nunca más se niegue la presencia negra en nuestro país. 

El legado afro en la sangre de los ariqueños

A partir de lo anterior, es preciso señalar la importancia que ha tenido la creación de las Comparsas de tumbe o tumba en el proceso de autoreconocimiento de los afroariqueños y cómo su aparición y sus manifestaciones han sido el principal enganche de autoadscripción a la cultura. Esto último, es lo que se ha visto en la experiencia durante estos 16 años, desde el 6 de enero de 2003, día que sale por primera vez a las calles de Arica una comparsa afroariqueña, en el marco del proceso de reivindicación. De aquí en adelante, la ciudadanía nos comenzó a seguir y a identificarse con nosotros, no siendo descendientes directos, sin embargo, con un fuerte lazo con la cultura afroariqueña, por ejemplo, por el sólo hecho de vivir en determinado sector de Arica, característico de gente morena y haber crecido allí, ya tenían incorporada esa identidad. Es importante señalar, que Arica es una ciudad tremendamente cosmopolita, donde conviven descendientes de italianos, chinos, croatas, libaneses, afrodescendientes, aymara, entre otros. Sin embargo, el denominado ariqueño neto, ése que se proclama como tal y que tiene costumbres arraigadas tan propias de nuestra ciudad, como dormir siesta, ir a la Feria Dominical, comerse un buen picante o papitas a la huancaína a la ariqueña. Ese se identifica con nuestros ritmos, nos sigue y en muchas ocasiones, revisa el árbol genealógico hasta que encuentra el componente negro dentro de sus orígenes, para terminar, reconociéndose como afroariqueño.

El viaje de la mala campaña al reconocimiento social y cultural

Cuando se inició el movimiento negro en Arica, los principales objetivos decían relación con el rescate y difusión de la cultura, promoción de la tolerancia y la no discriminación. Conceptos potentes que fueron adquiriendo cuerpo en el tiempo y desarrollo del movimiento. Es así que, si bien para las generaciones de nuestros abuelos era difícil asumir la descendencia negra por la fuerte discriminación que esto significaba -repercusión de la mala campaña que se le hizo durante la chilenización- desde 2003 en adelante, las generaciones más jóvenes asumen con orgullo su pertenencia étnica, a tal punto, y junto al trabajo que desarrollan las organizaciones afroariqueñas, que la Tumba o Tumbe ha sido incorporado dentro de los establecimientos educacionales como baile propio de nuestra zona. Con esto se demuestra cómo la sociedad civil organizada en torno a la temática afrodesendiente, ha sido capaz de tener incidencia en ciertos soportes institucionales, como es la escuela y el camino ha sido a partir de las bases, de la participación de las personas, porque en las mallas curriculares aún no aparecemos. Esta es una de las razones por las cuales buscamos el reconocimiento estatal de nuestra cultura, tener presencia en los espacios de aprendizaje como son los establecimientos educacionales, aparecer en los libros de historia e incorporar como parte de nuestros bailes nacionales el Tumbe o Tumba.

El concepto jurídico es afrodescendiente, pero personalmente me identifico como afroariqueña por todo el sentido localista de la palabra. Donde voy difundo nuestra cultura, llevo 17 años bailando de corazón y transmitiendo tumbe, y lo seguiré haciendo, porque me llena de alegría y es la forma que tengo de visibilizar lo que somos y de dónde venimos. ¡Entrego tumbe!, siempre y tremendamente orgullosa de ser Afroariqueña.

Ver también:

El tumbe afroariqueño: La reivindicación de nuestras raíces negras