El regalo del angelito

07 Octubre 2012

"...tuve una pérdida. Mi guagüita murió en mi guata. Ella no tenía ninguna culpa"

Patricio Moya Muñoz >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Había terminado una charla sobre la marihuana y los daños que provoca su consumo. Algunas personas se habían quedado para conversar conmigo.Peroal fondo del salón se mantuvo, intentando pasar desapersivida, una atractiva jovencita de unos 26 años. Solo se acercó  a mí cuando todos salieron. “Sofía" se llamaba.

“Lo escuché atentamente... –me comentó- Le felicito, ya era hora que alguien dijera algo contra la marihuana.” 

Le agradecí, explicándole que siempre me ha preocupado el tema de las drogas y que lamentablemente la marihuana está muy validada entre muchos chiquillos, por lo que busco informar a los jóvenes y lograr que los padres se preocupasen del tema. 

“Eso se necesita –afirmó- más información y que los padres hablen con sus hijos. Conozco los daños que producen la marihuana y el alcohol”. 

Le dije que la comprendía. Ella, mirándome, replicó; “No, usted no puede comprender. Le voy a contar mi historia. Cuando niña vivía en una casa grande y teníamos auto, pero no era feliz. Mis padres no se interesaban en mí, solo les importaba su trabajo y salir los fines de semana. 

“En 1° medio comencé a salir con un niño de 4°. Me enamoré entera. Íbamos a fiestas y discoteques. Bailábamos y me invitaba tragos. Al presentarme sus amigos, no me gustaron, pero eran sus amigos. Con ellos comencé a fumar marihuana, mientras el bebía. 

A los meses tuve mi primera relación sexual. No fuepara nada agradable, yo estaba volada y curada y el estaba mareado.” 

“¿Y tus padres?” Pregunté. 

“Nada, –respondió- si me preguntaban algo, les contestaba que no se metieran en mis cosas. Así estuve 3 años, hasta que quedé embarazada. Él ya trabajaba, pero me dijo que no podía hacerse cargo de mí, que era una marihuanera y borracha, que la cría podía ser de cualquiera y me dejó. Fue tremendo. No quería seguir viviendo y me puse a tomar y fumar como loca. 

“A los 4 meses tuve una hemorragia tremenda –sus ojos se llenaron de lágrimas- y tuve una pérdida. Mi guagüita murió en mi guata. Ella no tenía ninguna culpa. ¿Sabes cómo habrá sufrido con lo que tomaba y fumaba? Ahora he leído sobre lo que es el sufrimiento fetal.

“Cuando salí del hospital decidí cambiar, corté con mis supuestos amigos, terminé la enseñanza media y ahora estoy trabajando. Pero aún lloro al recordar a mi guagüita... a mi bebito... ami angelito.” 

No sabiendo qué hacer, sólo se me ocurrió consolarla diciendo; “Ese angelito te dejó un regalo. ¿Te das cuenta de ello? Te regaló una nueva oportunidad para vivir.” 

Ella me miró con lágrimas en su rostro, me dio las gracias por escucharla y por el esfuerzo que realizaba porque otras niñas como ella volviesen a cometer sus mismos errores, y se despidió con un beso en mi mejilla. Un beso que aún siento en mi mejilla y guardo en mi alma.

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