¿Qué nos quiso decir el Presidente Ollanta Humala en su visita a la frontera?

18 Diciembre 2013

Ayer Ollanta Humala estuvo en la frontera entre Perú y Chile, en una caleta de pescadores, como una señal frente al cercano fallo de La Haya, donde el mar está en juego.

Christian Díaz ... >
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Inadvertida en Chile. Así pasó la sorpresiva y breve visita que realizó ayer el Presidente de Perú, Ollanta Humala a la caleta pesquera fronteriza de Morro Sama, en las cercanías de Tacna. Ni un medio local, ni tampoco los medios escritos nacionales más influyentes del país, dedicaron hoy algunas líneas. Y menos cubrieron in situ este inusitado aterrizaje desde Lima a la misma zona que hoy nos tiene en conflicto y ad portas de un fallo de la Corte de La Haya por una porción de mar y tierra.

Como es costumbre, en nuestro país cuesta encontrar la comprensión oportuna de los mensajes que Perú habitualmente nos envía y que son preparados con el arte de hacer política internacional de Torre Tagle, escuela de grandes diplomáticos de la Cancillería peruana. Esa es la misma escuela que durante los últimos 50 años, ha desarrollado la estrategia de recuperar lo perdido en la Guerra del Pacífico, promoviendo el concepto de fronteras vivas (poblando el desierto limítrofe) e impulsando tesis de muchos hoy diestros diplomáticos del vecino país, los cuales han sido escogidos con pinzas para cumplir funciones en Chile o en sitios donde es posible ejercer influencia para esta causa nacionalista.

¿Qué nos quiso decir entonces el Presidente Humala con su mediático aterrizaje en Morro Sama? Una caleta fronteriza sencilla, pero significativa, si se considera que desde ese lugar zarpan a pescar habitualmente los hombres de mar que van a las proximidades de la zona de conflicto.

Humala llegó con su señora Nadine Heredia por el programa “Navidad Produce” a entregar regalos a unos 500 hijos de pescadores, tal como lo había hecho días anteriores en zonas de altos índices de pobreza. Sólo unas pocas horas antes de su llegada al aeropuerto de Tacna se conoció que él viajaba, porque el programa inicial contemplaba exclusivamente a la Primera Dama.


Sin duda que la agenda presidencial cambió drásticamente, al conocerse el viernes pasado oficialmente que el fallo de la Corte de La Haya será dado a conocer el 27 de enero. Previsible era entonces que el Gobierno peruano quisiera tomar la delantera con un acto mediático, sobre todo cuando se respira un aire triunfalista en el vecino país. Y previsible era que haciendo honor al significado en lengua quechua de su nombre como “El Guerrero que todo lo ve”, Ollanta se atreviera a este despliegue y muestra de fortaleza.

Fueron sólo 30 escasos minutos en un escenario costero sencillo pasado el mediodía. Primero recibió un sentido saludo del alcalde Milton Juárez; luego vino un breve discurso de la ministra de Producción, Gladys Triveño, y el cierre lo hizo él mismo. No hubo arengas nacionalistas como podría esperarse de Ollanta, un militar retirado cuyo discurso en su primera campaña presidencial fue de mayor ofensiva hacia Chile.

Claramente no era necesario, si su sola presencia en el lugar lo decía todo. En el punto de prensa, tampoco fue más allá, sólo pronunció las frases de siempre y que horas antes las había dicho en Lima, "esperamos que el fallo tome en cuenta los alegatos y la argumentación peruana porque es una causa justa y legítima, esperemos que el fallo sea fiel reflejo de lo que es la justicia y la legitimidad. Primero hablemos de la Haya y luego del Post-Haya, una vez que tengamos la sentencia debe haber un acatamiento y una sentencia, luego trabajaremos el Post-Haya".

Y sobre su futura relación con la Presidenta electa Michelle Bachelet, mostró confianza diciendo, que "lo ha declarado el gobierno Chileno, cuando hablé el domingo con la señora Bachelet para el tema del desarrollo bilateral, sabemos que ellos continuarán con la misma política, de acatamiento y ejecución del fallo".

Esa confianza del Presidente Humala, sin lugar a dudas, algo nos quiere decir. Nada en el diseño de la política exterior peruana está entregado al azar. Serán entonces estas próximas semanas bastante intensas en gestos, en señales, también en movilización ciudadana patriótica de Tacna, donde el tema de La Haya se respira, se consume a diario en los distintos medios de comunicación.

Al otro lado de La Concordia, hay una ciudadanía más informada e identificada con la posición de su Gobierno que en Chile, lo cual simplemente se explica por el sentido patriótico que desarrollan desde muy niños con la enseñanza de una historia que recuerda lo perdido y no renuncia a la utopía de recuperar Arica, la “Estrellita del Sur”, tal como se titula el vals de Felipe Coronel Hueda, composición que con un mensaje críptico habla de la recuperación de la Puerta Norte y de Tarapacá.

La tarea es inmensa para el Gobierno de Chile. Por un lado, no puede fallar en la proyección de los escenarios considerando el dinamismo que presenta la política exterior peruana, y por otro, en su fase terminal deberá contener cualquier asomo chovinista o de patriotismo extremo. Ello, para ser coherente con la estrategia bilateral que incluyó diversos gestos de integración y unidad de gusto de las capitales, pero que poco impacto tuvieron en las zonas de fricción, donde otro aire se respira pues la frontera se vive con comercio, turismo y también con el nacionalismo que subyace en algunos sectores. Y también para no despedirse con una sensación a derrota, como la que hoy lo invade por no haber logrado la proyección de su legado a través de su candidata Evelyn Matthei.

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