Adiós fronteras: Análisis Geopolítico para la Fase 10

03 Julio 2020

La futura realidad está marcada por desafíos personales y colectivos que requerirán del máximo de nuestra amplitud mental para resolverse y las fronteras son un tema muy importante que dejar atrás.

Carlos Carvajal >
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Quiero pensar positivamente sobre el futuro. Aun teniendo todo en contra a ese pensamiento en el presente… Pienso que en algún momento la rotativa humana continuará con la ligera, frágil y usual ilusión de normalidad, pero para mí… quizás con una nueva oportunidad de ser parte de la construcción de un mejor lugar. Ser más competente y coherente al momento de enfrentarme a los desafíos de la próxima nueva normalidad.

El otro día me sorprendí con la siguiente noticia (Fiscalía logra condena contra sujeto por tráfico de migrantes en Arica)

El loco le había cobrado 100 dólares a cada una de las 21 personas que le acompañaban caminando a través de la frontera entre Perú y Chile. 2.100 Dólares por una caminata de un par de kilómetros con 21 personas… que rica ganancia pensé. Mientras me desapegaba de mi hambrienta realidad haciendo castillos en el aire pensando en mis futuras búsquedas de comodidad más positiva económicamente. En el grupo iban 8 menores de edad.

Considero que una de las primeras ideas que debería no tener espacio en el nuevo mundo es la idea de los controles fronterizos tal y cual la conocemos hoy en día. Hablo de mi experiencia directa en los pasos fronterizos entre Perú, Bolivia y Chile. Siempre he tenido una gran región de mi consciencia reflexionando sobre la situación de la migración en Arica. Siento que siempre damos la cacha…

Por temas de cercanía cultural y si dejáramos de lado un montón de prejuicios, podríamos tener una situación fronteriza y de migración súper fluida y en otros términos. Unos muchos más humanos que los actuales.

Pienso que lo mío está en potenciar la destrucción consciente del sistema que se expuso obsoleto con esto del Covid-19, Hacerlo con mis valores y desde mi perspectiva pacifista pero revoltosa.

Creo que esta difícil la idea de erradicar completamente el constructo social actual de lo que denominamos frontera, por eso considero que la idea de “la frontera” debería cambiar, dejar de lado la visión criminalística y militarizada que nos lleva a conceptos como la “clandestinidad” al momento de hablar del libre desplazamiento humano por el globo.

Para que esto cambie, se debe normalizar el ya masivo traspaso fronterizo y plantearlo como un ejercicio de libertad individual o colectiva. Una idea que puede desarrollarse alejada del formalismo plástico del siglo 21. Ese formalismo que aun busca dividirnos más que acercarnos entre ciudadanos de diferentes países.

En la actualidad son cientos   los llamados pasos no habilitados, son miles las personas que son captadas pasando de un lado a otro y son otros miles más los que logran ingresar o salir sin ningún problema.

Observo que a la hora de hablar de temas fronterizos siempre hay una perspectiva de crisis. Pero siento que la verdadera crisis, no está en la migración en sí. Sugiero entonces enfocar la vista en las precariedades que demostramos ante la gran urgencia de conectividades más íntimas, permisivas y humanas post pandemia.

No quiero ver gente expuesta a peligros completamente innecesarios dentro de mi ciudad. En ningún caso quiero ver a mi ciudad como cuna de vulneraciones hacia los extranjeros. ¿Cacharon lo Brígido que es observar las casas consulares, llenas de gente que no puede movilizarse libremente de un país a otro?

Tengo inculcada la idea de convertir problemáticas en oportunidades… y esta situación fronteriza no solo me ha entregado horas de reflexión, también me ha hecho pensar en emprender.

Miren la tonterilla que se me ocurrió. El mayor problema para cruzar en completa libertad son las minas antipersonales que rodean nuestra frontera y como veo poco probable que algún día termine el eterno trabajo de desminado de parte del ejército, se me ocurrió lo siguiente.

Recordé que hace un tiempo conocí la historia de James McCormick, un hombre de origen británico que comenzó una industria completa de venta de detectores de bombas Falsos a los iraquíes. El aparato luego de ser testeado para la investigación, denotaba que técnicamente no tenía ninguna utilidad más que la estética. Siendo básicamente una antena que emitía diversos ruidos de estática, pero que realmente no detectaba nada.

Este man vendió cerca de 6000 de estos dispositivos generando ganancias cercanas a los 75 millones de dólares y posteriormente en abril del 2013 fue condenado a 10 años de prisión por semejante crimen.

El costo de producción de cada detector no superaba los 20 dólares y logro venderlos a 40.000 dólares la pieza… que rica ganancia pensé.

Entonces hice consciente que con el mercado de la tecnología a mi alcance… hoy a través de tecnologías baratísimas es posible construir un detector de minas casero, de fabricación humilde, pero 100% funcionales. Si logro fabricar un modelo con 20.000 lucas de presupuesto y lo vendo a 100.000 estaría bacán… que rica ganancia pensé.

Pero pese a que seguramente se encontraría un mercado seguro de personas que para una u otra cosa compraría el detector de minas para cruzar la frontera sin problemas, no logre imaginarme positivamente haciéndolo… porque soy malísimo para los negocios. Usualmente pienso que carezco de la capacidad de gestionar un modelo de negocio aplicable a la realidad… seguramente no podría controlar ese flujo de energía.

Entonces, si la venta de detectores de minas para cruzar sin problemas los campos minados no era una idea que me acomodara, pensé en emprender creando una APP con un sistema digital al cual pueda accederse por internet, en donde se alojen mapas de diferentes rutas de cruce para ingresar y salir de Chile.

 Me imagino un sistema que se vaya renovando en conexión a la actualización de datos de quien “cuide” la frontera, para optimizar la eficiencia de cada ruta.

Pienso que ante la idea de transformar la concepción de libertad a la hora del traspaso y tránsito internacional, las autoridades e instituciones “a cargo” de esta área y de cualquiera de los 3 países involucrados, le pondrían caleta de color.

Por eso apuesto, a un cambio de consciencia desde la ciudadanía.

En la búsqueda de maximizar la dificultad de desplazamiento de supuestas organizaciones criminales... las autoridades e instituciones han logrado mantener vivo un sistema decadente que nos provee de constante distanciamiento humano a través del uso de nacionalidades.

Personalmente siento que corresponden a valores demasiado centralistas, obsoletos y ajenos a nuestra cosmovisión como región del mundo… ¿qué somos? ¿Una ciudad limítrofe de TChile o la ciudad hermana de Tacna? Quisiera que la mentalidad acepte de mejor manera nuestra unidad, nuestra relación, mi pluriculturalidad.

Pienso que en mi ciudad se ocupan muchos recursos en mantener una suerte de guerra contra el tránsito libre de personas y especies entre las naciones. De verdad puedo empatizar en algunas razones de por qué esto se mantiene bajo esas convenciones hasta el día de hoy... pero luego de reflexionar, siempre me termina pareciendo innecesario e imprudente lo maximizado que tienen los supuestos conflictos.

Como ciudadano que habita en una ciudad fronteriza, desearía que de alguna forma esta institución invisible que promueve el odio mutuo entre entes de la misma especie se derrumbe… si existe en algún momento algo como la Fase 10, sugiero plantearnos el dejar de seguir practicando estas costumbres que a través de un ilusorio proteccionismo nos llevan a la expectativa de ser un país que vacile el ostracismo internacional a diferentes niveles de población. Del cual la industria y los grandes negociados y conglomerados internacionales no son parte ya que tienen chipe libre a la hora de meterse por donde quieren y como quieren a lo que llamamos país.

Obvio que al sistema actual le conviene mantener bajo una ilusión de control las movilizaciones de personas entre naciones… pero igual por otro lado estoy chato de ver las vulneraciones a las cuales se exponen a los inmigrantes en lo que creo que es mi hogar.

Si todo esto acaba y nuestro contacto entre humanos no significa ningún peligro para nuestra salud, me gustaría que no le pusiéramos tanto color a la frontera. Que le quitáramos relevancia, que dejemos que la gente se desplace como quiera y con lo que quiera… nada es tan grave si lo piensan realmente.

Pine barato, mayonesa alacena y leche gloria barata, cripi barato. ¿Qué mejor?

Me opongo completamente llevar a la nueva existencia estos conceptos y mantener con esto esta persecución fronteriza a la cual nunca me adscribí conscientemente, no es la manera en que pensé que viviría en contacto con mi territorio y su gente… entiendo también que sea muy idealista la volá de “abajo las fronteras”. Por eso no me desvío y enfoco mi pensamiento en el plano más realista posible… créeme, o por último reconsidéralo. Todo iría bien si despojamos la frontera de nuestra mente.