Opinión: El viejo y lucrativo negocio de la guerra y el mito nacional

24 Abril 2014

Los buenos vecinos conviven asentados en relaciones de confianza y respeto mutuo. Por Pedro Armendariz

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El diputado Tarud vuelve a dar la nota. Ahora pide que Carlos Ominami sea expulsado del grupo asesor para el caso Bolivia-La Haya, por considerar que el ex ministro y ex senador de la república sería favorable a los intereses de los estados boliviano y peruano.

 
Tarud y compañía quieren el reino del pensamiento único. Chilenos todos, nuestros enemigos son peruanos y bolivianos, y hay que actuar en consecuencia, armándose hasta los dientes, cultivando el nacionalismo, el chauvinismo y la xenofobia.

La desconfianza como sentimiento y actitud básica, y ante el estado de las cosas mantener una posición defensiva. Todo gesto de acercamiento, de amistad, de romper barreras, de hacer una relectura del pasado, y sobre todo de proponer caminos y soluciones que signifiquen tener que remover las bases del actual inmovilismo con sus rasgos, aspectos y temas conflictivos, es considerado un error, una concesión al enemigo.
 
Esta gente no puede imaginar otro estado de la situación que en definitiva es un estado de guerra. Si me tengo que armar y minar el terreno que me separa de la casa de mi vecino para irme a la cama a dormir, es que estamos en guerra al menos latente.
 
Los buenos vecinos conviven asentados en relaciones de confianza y respeto mutuo.
 
Todo lo nubla la complejidad del problema no sólo de la integración, lo más grave es borrar entre los pueblos suramericanos la huella, grabada en el cerebro de cada uno, de los fracasos, de los graves conflictos bélicos, de las eternas rencillas devastadoras que han tenido lugar desde que nacieron estas repúblicas belicosas, agresivas, amantes y devotas del poder sobre todo lo demás.
 
Para poder enfrentar el mundo que nos impone el poder de gobierno mundial actual, no del mundo del futuro, el seguir pensando con los parámetros y las ideas con que lo hacemos hoy, es torpe y muy dañino. Estamos siendo llevados por la corriente que nos arrolla, y es extremadamente difícil poner fin a esa energía, a esa capacidad de acción, de movilizar cada día a miles de millones de seres humanos que tiene el sistema dominante planetario.
 
Suramérica, para quienes tienen en su mano el hilo que bate y maneja el globo, es y debe ser un eficiente abastecedor de materias primas minerales, maderas, alimentos de tierra y mar, plaza para la operación de transnacionales, destino turístico y gran comprador de armas de todo tipo, excluyendo de momento las nucleares. Todo lo demás sale sobrando y corre el riesgo, si ya no lo está, de caer bajo la lupa de los encargados de la seguridad nacional.
 
El próximo paso de Tarud es bramar en pro de que Ominami sea declarado traidor a la patria.
 
Mientras tanto aquí estamos los chilenos, los peruanos y los bolivianos, y en nuestras manos está la posibilidad de construir relaciones muy diversas a las que hemos conocido los últimos doscientos años.