Opinión: La salida al mar que Bolivia olvidó

02 Septiembre 2014

El centralismo de ayer y de hoy ha tenido un trato disímil respeto a las vías de salida al mar por Oriente y Occidente. 

Jimmy Ortiz Saucedo >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Bolivia nació a la vida independiente con tres vías de salidas al mar, dos por Oriente y una por Occidente. Lo recuerdo porque la mayoría nacional ya lo olvidó. Estas vías son:

Primera.- Por la Cuenca del Plata, navegando los rios multinacionales que hoy conocemos como la Hidrovía Paraguay-Paraná. Por esta vía llegó Ñuflo de Chaves y la corriente asunceña, que fundó la primigenia Santa Cruz de la Sierra, en 1561.

Segunda.- Por la cuenca del Amazonas, navegando los rios nacionales afluentes del rio Madera primero y Amazonas después.

Esta dos vías fueron la usada para las exportaciones cruceñas y benianas a ultramar, en los siglos XVIII y XIX; principalmente.

Los batelones Cambas de 22 toneladas, viajaban desde Santa Cruz en épicas travesías de 6 meses hasta Belén do Pará-Brasil, de donde existía un bien establecido comercio con el Viejo Mundo. Nuestra vocación exportadora no es nueva, fue de siempre.

Ambas rutas comerciales fueron dañadas por el artículo 2° del Tratado de Amistad, Límites, Navegación, Comercio y Extradición de 1867, firmado con el Brasil, cuestionado por los Cruceños en el célebre memorándum de 1868.

La tercera.- La vía que perdimos con Chile, en la Guerra del Pacifico, entre 1879 y 1883.

El centralismo de ayer y de hoy ha tenido un trato disímil respeto a las vías de salida al mar por Oriente y Occidente. La salida del Pacifico tuvo todo el apoyo: una guerra en el pasado y una demanda ante la Haya en el presente. Por el contrario nunca se tomo en cuenta nuestro reclamo en el Memorándum de 1868, Puerto Busch y el Polo de Desarrollo del Sudeste, duerme el sueño de los justos. 

Lo natural es que Oriente exporte por sus propias vías y Occidente haga lo mismo. Ambas vías son importantes para el progreso nacional. No puede haber tratos de hijos y entenados.

La falta de voluntad política para construir Puerto Busch, una de los proyectos históricos de Santa Cruz, es lamentable. Los gobiernos del pasado nos pusieron todos los obstáculos posibles, y el de hoy también.

Ya ni siquiera el problema es plata. Un grupo de empresarios Cruceños ha ofrecido la construcción de este puerto, a cambio de una concesión por 40 años. Tiene el proyecto a diseño final, el estudio de impacto ambiental y el estudio de factibilidad técnico-económico. El problema es que el gobierno los considera sapos de otra laguna, y no les permite desarrollar el proyecto.

Perjudicando a Santa Cruz,  se perjudica también a Bolivia.

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