Bailes Religiosos: La voz de la religiosidad popular como un regalo para la Iglesia [FOTOS]

10 Octubre 2019

Una fe que no genera en los creyentes alegría y agradecimiento es una fe enferma. Por lo tanto, si nuestra fe no genera en los otros signos de vida, tenemos que cuestionar nuestra fe y sus formas. 

Marcelo Oñederra SJ >
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Hoy en una Parroquia de Arica se celebran los 49 años de una Asociación de Bailes, La Asociación Norte, San José, Virgen de la Tirana. 

En medio de una iglesia que han habido abusos sexuales y en donde crece la desconfianza del clero, surge la voz de la religiosidad popular como un regalo para la Iglesia en Chile. Los bailes religiosos reconociendo la crisis eclesial, quieren celebrar la fe de quienes integran esta forma particular de celebrar, la cual siendo frágil se pone al servicio de la Iglesia y del Pueblo de Dios en el Chile actual. Aquí la homilia que se compartió en la fiesta de sus 49 años de historia. 

“En el tiempo actual no es fácil distinguir qué es lo más importante. Y en esas dificultades cotidianas nos encontramos sin darnos cuenta si de veras estamos respondiendo a Dios o a nuestros propios intereses. El Papa Benedicto XVI advertía hace unos años que un agnóstico en búsqueda puede estar más cerca de Dios que un cristiano rutinario que lo es solo por tradición o herencia”.

Una fe que no genera en los creyentes alegría y agradecimiento es una fe enferma. Por lo tanto, si nuestra fe no genera en los otros signos de vida, tenemos que cuestionar nuestra fe y sus formas. Un hombre o una mujer que no cuestiona sus formas, creyendo que éstas son las correctas, está lejos de leer los signos de los tiempos en el espacio que le toque vivir. 

Los bailarines del silencio (los bailarines religiosos) no son personas aisladas o solas. Son ante todo personas de comunidad. Y es en la iglesia y en el mundo en donde se vive su consagración. Y es a este espacio al cual nos debemos como personas. Por eso la organización es importante, sus directivas son quienes nos dan las señales del camino, y todos y todas queremos remar para el lado que se ha discernido junto a ellos.

“Se nos ha regalado una tradición, una serie de signos y ritos transmitidos por nuestros antepasados que son un camino a través de los cuales podemos reconocer, celebrar y actualizar la presencia de Dios junto a su pueblo. Fieles a ello, queremos formarnos nosotros y formar a otros para que se mantenga y fortalezcan en el tiempo”.

Lo importante es que la tradición produzca personas de fe, que respetan la diversidad, que son capaces de involucrarse con el mundo. Una tradición que no respeta a la persona, no pertenece al sentido de los bailes religiosos. 

El Evangelio nos habla a todos y todas. Si bien es cierto no todos son caporales o caporalas, todos/as estamos invitados a ser formadores. Es el formador quien da el ejemplo del bailes, quien trasmite la tradición, pero también quien cuida a la persona como presencia de Dios en medio de nosotros.

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: 'Señor, enséñanos a orar'. A esta pregunta debemos estar todos dispuestos a dar respuesta, con nuestra vida, con nuestros actos, con el testimonio. Dirán algunos. No es fácil entonces estar en los bailes y menos ser caporal o de la directiva. Pero la respuesta a esta no corresponde a aquellos que detentan un cargo de servicio, sino que es a todos/as. Ser parte de los bailes religiosos nos pide un compromiso real con la Virgen, con Jesús. Y eso es con toda la persona que tenemos a nuestro lado”. 

Celebrar las vísperas de los 50 años no puede dejar de lado el ser agradecidos. Agradecidos porque ha habido quienes han sido bellos formadores, buenos directivos, entregadas y entregados bailarines y asociados. Pero también porque quienes han entendido la misión y la oración de Jesús, han comprendido que la experiencia religiosa de los bailes va más allá de la pura tradición, sino que va de la mano de la experiencia gratuita de Dios en medio de nosotros. Y es una respuesta que encontramos en el mismo Jesús:

“Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano. Y la oración sigue hasta el testimonio de perdonar a los otros. Si en estos 50 años hemos aprendido a perdonar a los otros, significa que Dios se ha quedado en medio de nuestra historia. Si no lo hemos hecho, significa que todavía hay mucho que bailar y orar. Esta asociación no es nuestra, sino del mismo Jesús que queremos acompañar desde el manto maternal de la Virgen María. 

Que San José nos ayude a ser fieles discípulas y discípulos de Jesús Salvador de la historia. En un mundo donde reina la desconfianza del otro y en donde Dios muchas veces no lo dejamos ser Dios. 

Repitamos juntos: Somos bailes religiosos, comunidades de hombres y mujeres movidos por la fe, que nos reconocemos en la experiencia del amor incondicional de Dios y en la devoción a la Virgen María, su Madre; esta es la razón y el corazón de nuestra danza. Ser religiosos es la esencia de nuestros bailes, y nos distingue de cualquier agrupación folklórica o social; nuestro canto, nuestra danza, nuestra música, nuestros trajes, nuestra organización y nuestras fiestas son manifestación de la fe que nos anima

Que nuestra celebración sea querer comprometernos con la persona, con sus deseos, con el cariño al otro. Que sea una oración agradecida por todo lo que nos ha sido dado durante todos estos años. 

Amén”.

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