Expertos analizan: Manejo integrado de cuencas hidrográficas pudo haber aminorado los efectos en Atacama

26 Abril 2015

El desastre ocurrido en Atacama dejó al descubierto una realidad: En nuestro país no existe una política clara respecto del manejo de los torrentes y las cuencas hidrográficas que, en otros países, resulta un aspecto esencial. 

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Fue un fenómeno meteorológico único. La isoterma 0 se encontraba aquél día a una altura cercana a los 5 mil metros, es decir, donde debía caer nieve cayó lluvia. El resultado era inevitable, 19 aluviones azotaron a la Región de Atacama arrasando con diversos poblados en una de las tragedias más importantes de nuestro país en las últimas décadas.

Si bien los expertos coinciden en que la magnitud del fenómeno fue tan grande que resultaba imposible evitar el desastre humano y material, si advierten de un tema que podría haber aminorado o los efectos: el manejo integrado de las cuencas hidrográficas del país.

Una cuenca hidrográfica, de acuerdo a la definición de la FAO del año 1992, es una zona delimitada topográficamente que desagua mediante un sistema fluvial, es decir, la superficie total de tierras que desaguan en un cierto punto de un curso de agua o río. Su importancia es vital como una unidad físico-biológica y también como unidad socio-política para la planificación y ordenación de los recursos naturales.

En nuestro país hay presencia de este tipo de cuencas en prácticamente todo el territorio, pero, contrario a lo que se puede pensar, Chile carece de una política integral al respecto, pese a la relevancia que los ríos representan para la población del país.

Mentalidad de valle

Para el Ingeniero Forestal de la Universidad de Chile y Doctor en Recursos Forestales de la Universidad de München, Samuel Francke, en nuestro país existe un problema de mentalidad que se arrastra desde los tiempos de la conquista española, “pese a que nuestra geografía es esencialmente montañosa, tenemos una mentalidad de valle, por lo tanto, todos los esfuerzos se concentran en esas zonas”, destaca el académico como una forma de explicar el porqué de la ausencia de estas políticas.

El tema del manejo de las cuencas en Chile se empieza a relevar a comienzos de los años 70, en el marco de un proyecto patrocinado por Naciones Unidas, en conjunto a otras entidades que culmina con la creación de la sección de Hidrología Forestal y de Corrección de Torrentes.

Fue esta entidad la que comenzó un proceso de diagnóstico y ejecución de proyectos en cuencas críticas o prioritarias, que incluían principalmente actividades en forestación, obras de protección de cauces y la dictación de normas legales atingentes al tema.

Ya en ese tiempo se relevó la importancia de ejecutar un programa integrado de manejo de estas cuencas, el cual nunca se concretó y al contrario, se profundizo el trabajo parcelado a cargo de diversas entidades provocando un desorden que terminó por afectar los cauces que se buscaba proteger.

De acuerdo a lo señalado por Samuel Francke, en las cuencas hidrográficas “los impactos no ocurren en forma aislada, sino que son la resultante de todos los usos del agua y la tierra. Los impactos son integrados”, en ese sentido, el especialista sostiene que “la gestión ambiental debe considerar estos efectos integrados, a diferencia de hacer una gestión de cada intervención por separado.

Precisamente, la principal crítica de los expertos es que al no haber una gestión integrada del manejo de cuencas en nuestro país, las intervenciones en nuestros ríos se hacen de forma parcelada y generalmente en los valles.

Sin visión de Estado

Para Francke, que ha trabajado por años en el tema, desde Conaf, si bien han existido esfuerzos en la materia estos no han sido consistentes, básicamente, “porque en nuestro país estos temas no son tratados con una visión de Estado, sino que de Gobierno”.

A partir de los años 90, con el regreso de la democracia, se introduce el concepto de manejo integral de cuencas hidrográficas, pero más allá de la realización de Congresos e iniciativas parceladas, hasta el día de hoy no se ha podido consolidar una política al respecto.

El último gran esfuerzo se llevó a cabo durante la primera administración de Michelle Bachelet cuando la CONAMA presentó la “Estrategia Nacional de Gestión Integrada de Cuencas Hidrográficas”, iniciativa del 2007 y que buscaba integrar a todos los actores involucrados en el tema.

El objetivo general de esta iniciativa era “proteger el recurso hídrico, tanto en calidad como en cantidad, para resguardar el consumo humano y armonizar objetivos de conservación de los ecosistemas con el aprovechamiento sustentable del recurso, por parte de las actividades económicas”.

Dentro de la propuesta se contemplaba la integración de los diversos entes involucrados en el manejo de cuencas, el decir, los ministerios de Agricultura, Obras Públicas, Medio Ambiente, Bienes Nacional y la extinta MIDEPLAN, la CONAF, el SAG, INDAP, CONAMA, la Comisión Nacional de Riego y las municipalidades.

Si bien el proyecto era bastante ambicioso y contó con la participación entusiasta de todas las organizaciones mencionadas, no llegó a puerto porque la administración de Sebastián Piñera decidió bajar esta iniciativa e impulsar otros modelos desarrollados por el Banco Mundial.

El problema radica en que un retraso en la implementación de este tipo de políticas pone en serio riesgo a las poblaciones aledañas a las cuencas hidrográficas, que dado las características de nuestro país, representa casi la totalidad de la población chilena.

De acuerdo a las conclusiones entregadas en el Informe Técnico de la Contribución de Conaf a la Estrategia de Conama: “Las alteraciones, naturales y antrópicas, en el funcionamiento de las cuencas hidrográficas tienen como consecuencia graves manifestaciones de tipo catastrófico, evidenciables en sequías, aluviones, avalanchas, deslizamientos de tierra, erosión, pérdida de capacidad productiva de los suelos y contaminación de aguas para consumo y riego”.

Todas estas eventualidades han surgido de manera dramática en nuestro país, siendo el ejemplo principal el desastre ocurrido en Atacama que, como sostienen los especialistas, no fue una tragedia natural, sino que la consecuencia de las malas políticas en el manejo de las aguas y ordenamiento territorial.

Pero, si bien ya se llegó tarde para prevenir lo ocurrido en la región de Atacama, el cambio climático provocará que este tipo de fenómenos sean recurrentes, por lo que urge comenzar desde ya un trabajo orientado hacia la preservación y buen manejo de nuestras cuencas.

Hacia una nueva institucionalidad

Consolidar un buen manejo de cuencas requiere de tiempo, de acuerdo a los cálculos de los especialistas, podría tomar alrededor de 15 años lograr integrar el trabajo de los diferentes actores presentes en el sistema, sin contar la necesidad de que la ciudadanía se haga parte de las decisiones respecto del recurso.

A juicio del académico Samuel Francke, se necesita una nueva institucionalidad para poder trabajar en todas las necesidades que el problema requiere, de hecho, lo ideal sería contar con un ministerio de Recursos Hídricos y Cambio Climático.

Para el especialista es necesario además generar mecanismos de participación efectivos para que la ciudadanía pueda hacerse parte de las determinaciones, lo que podría evitar la gran cantidad de conflictos que enfrentan a las comunidades con las empresas.

De hecho, el Delegado Presidencial para los Recursos Hídricos, Reinaldo Ruiz, comparte la visión de los especialistas: “Cada día hay más conciencia en el mundo de que seguir gestionando el agua como lo hemos hecho en el pasado es un error, debemos cambiar la forma, transformas la institucionalidad, hacer las modificaciones legales, un montón de cosas”.

Además, el diputado PPD, integrante de la comisión de Recursos Hídricos de la Cámara de Diputados, Jorge Insunza, señaló que “es muy importante que podamos avanzar en la reforma al Código de Aguas y también en la Reforma a la Constitución porque lo más importante es que prevalezca la idea de que el recurso hídrico es un bien de uso público y que terminemos con la lógica de mercado”.

De acuerdo al informe elaborado por Conaf en 2008, “las actuales definiciones, conceptos y enfoques en relación a las cuencas hidrográficas indican que las estrategias, gestión y manejo de ellas debe ceñirse a una visión holística e integradora en cuanto a los recursos naturales y ecosistemas que los componen, asegurando la protección del medio”.

Otro aspecto, que a juicio de los especialistas es fundamental para corregir las imperfecciones en el manejo de las cuencas, es el ordenamiento territorial actual. Esto porque la distribución administrativa del país no va de acorde con la geografía y la ubicación de los asentamientos hidrográficos.

En ese sentido consideran necesario revisar el proceso de regionalización impulsado por Pinochet en dictadura y avanzar hacia un ordenamiento territorial que vaya en armonía con las características geográficas de Chile.