"La 21" y el comercio ambulante en Arica… más que un problema, una oportunidad

27 Febrero 2020

Acá no se trata de aplicar el garrote como medida reactiva, sino de adelantarse a un crisis mayor, la de seguir entregando una imagen ciudad de que acá nadie cuida o a nadie le importa.

Juan Arcaya >
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Hace unos días publiqué en Facebook una fotografía del estado del paseo  21 de mayo en Arica, donde irónicamente señalaba que ya no había que nombrarlo como paseo 21, si no como “La 21”. Y la verdad es que es impresionante el aumento del comercio informal que se ha tomado el principal paseo de nuestra ciudad. Los comentarios recibidos por dicha publicación son numerosos como así también las veces que dicha publicación se compartió. Si bien es cierto hay un porcentaje importante de personas que justifican la presencia del comercio informal, dado los altos indicadores de cesantía y falta de oportunidades laborales.

No es menos cierto que la gran mayoría de los ariqueños, están pre-ocupados y defraudados y responsabilizan directamente al administrador del bien nacional de uso público que es el municipio de Arica.  La verdad es que la municipalidad a las pocas horas respondió y publicó una intervención respecto al aumento del comercio ambulante pero donde se indica que esto se resuelve mediante la aplicación de multas o la aplicación de la norma que no siempre es bien recibida por quienes toman la decisión de instalarse a vender sus producto en dicho lugar.

Mi opinión personal es que a punta de garrote, partes y palos este tema no se resuelve,  detrás de cada Comerciante informal o ambulante que toma la decisión de instalarse en pleno paseo, agarrar una banca, un escaño y colocar sus productos o hasta un maniquí como se ve en la imagen lo hace tal vez por necesidad,  tal vez por la falta de oportunidades o tal vez por la falta de coordinación y organización; en ese sentido la municipalidad tiene que tomar una actitud mucho más proactiva que reactiva. Acá no se trata de inventar la rueda, se trata de conocer experiencias previas y caso exitosos en otras ciudades de Chile incluso en capitales de Sudamérica de cómo enfrentar el creciente comercio ambulante de las ciudades. 

En ese sentido se trata de desarrollar  un programa integrado junto a otros organismos del Estado para  desarticular esos mecanismos de comercialización ilegal y liberar el espacio público, que le pertenece a todos, para su correcto uso. Acá se deben enrolar a los comerciantes, formalizar su actividad  y buscar juntos espacios comunes donde se puedan vender productos cumplidos con el mínimo régimen normativo. 

Por otra parte, también deben buscarse alternativas para regularizar la venta ambulante “autorizada” de alimentos. Para esto último aplicar parámetros legales de modo estricto para puestos móviles que observen las máximas normas de higiene y requisitos que garanticen igualdad de oportunidades a quienes se valen de esta actividad como único medio de subsistencia.

Acá no se trata de aplicar el garrote como medida reactiva, sino de adelantarse a un crisis mayor, la de seguir entregando una imagen ciudad de que acá nadie cuida o a nadie le importa; por el contrario, se trata de buscar nuevos espacios o transformar los existentes en virtud de ordenar el territorio y al mismo tiempo empatizar con los empleos por cuenta propia, que muchas veces le sirven a las autoridades para demostrar la reducción de la cesantía. Tomemos este fenómeno como una oportunidad y no como un problema. Sólo así se podrá avanzar en buscar soluciones reales, pero al mismo tiempo se reconocerá la identidad comercial que tiene Arica en su historia.