La búsqueda de la felicidad en el Chile actual

24 Abril 2013

El modelo económico actual esta fundamentado bajo la creencia de que cuando compramos un auto, un plasma o un computador, somos felices y supone que debería de ser un sentimiento que reconforta, que nos entregaría paz interior y un enfoque positivo ente la vida.

Andrés Gillmore... >
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Por Andrés Gillmore, Secretario y vocero de la Corporación Costa Carrera-Cuenca del Baker-Aysén  

Chile desde el mundo ciudadano trabaja enconadamente por salvaguardar sus derechos civiles y sociales y no duda en marchar por las calles por ellos. Si lo analizamos bien, en el fondo por lo que se marcha es por encontrar el camino hacia la verdadera felicidad, eso queda demostrado por el sin número de movimientos sociales en diferentes temas antes olvidados, que no es nada mas y nada menos que precisamente lograr tener la oportunidad de lograr la búsqueda de la felicidad y esa felicidad es mucho más que bienes de consumo.

El economista Richard Easterlin determino en la década de los 70s del siglo pasado, que a partir de un determinado nivel de renta y de capacidad de consumo, una vez cubiertas las necesidades básicas para vivir, el nivel de felicidad no crecía al mismo ritmo que los ingresos y en Chile no escapamos a la regla al parecer. Todo el modelo económico de desarrollo, ha sido proyectado para obtener una mejor capacidad de compra de bienes de consuno y nos transformaron en una sociedad consumista y que se sustenta bajo ese paradigma, en la creencia que al obtener bienes materiales estaba la felicidad. La verdad que no es tan así y esta demostrado en sociedades más desarrolladas como las nórdicas, en donde aplican el concepto menos es más.

La felicidad es un estado de ánimo, que llega cuando alcanzamos metas que consideramos importantes.Se podría decir que el modelo económico actual esta fundamentado bajo la creencia de que cuando compramos un auto, un plasma o un computador, somos felices y supone que debería de ser un sentimiento que reconforta, que nos entregaría paz interior y un enfoque positivo ente la vida, que nos energiza y nos hace mejores. Pero la verdad que a pesar de todos los bienes materiales a los cuales la ciudadanía en Chile tiene acceso, estamos a pesar de todo en una franca búsqueda de la felicidad en sus dos formas, la pública y la privada, ante un sentimiento de insatisfacción como nunca antes. Los dos son parte de una sola mirada y se entendió que los bienes materiales ayudan pero no lo son todo. La sensación de vacio de la sociedad actual es importante y eso lleva a replantearnos en todo sentido y en eso estamos en la actualidad, entendiendo que no podemos ser felices si se destruyen los recursos naturales del país y no tenemos ciertas garantías de vida que el modelo a dejado atrás.

Los movimientos ciudadanos son una respuesta en positivo a ese vacio de felicidad de la ciudadanía, que entendió que la búsqueda es inherente al ser humano y que es primordialmente la obtención a una mejor calidad de vida en todo sentido y sobre todo de acuerdo a lo que pagamos en impuestos por vivir.

Nos dimos cuenta de que nos habíamos olvidado que lo primordial era lograr la oportunidad de buscar la felicidad, que el modelo entregaba ciertas garantías para obtener los bienes materiales que en el pasado fueron tan escasos para las generaciones pasadas.

También nos dimos cuenta, que obtener esos bienes de consumo no era la verdadera felicidad y muchos sin saberlo salieron a las calles obrando por puro instinto y se rebelaron ante el sistema, para llenar ese vacio y esa insatisfacción de vida, iniciando definitivamente la búsqueda de la felicidad, en valores como la educación, salud, familia, pensiones, recursos naturales y tantos otros.

Los índices de mayor felicidad en Chile según estudios realizados por las universidades, se encuentran en las regiones extremas y no precisamente en Santiago. Magallanes, Aysén y Antofagasta, son las regiones comparativamente más felices, porque sus habitantes se identifican culturalmente y socialmente con su territorio y su historia y se sienten parte de su forma de ser y son precisamente esos valores en los que se fundamenta la felicidad social de un país, que se pierden totalmente en un modelo sin remitente como el chileno.

El intento de medir la felicidad no es simple, porque la vida no es siempre triste o feliz, depende de cada momento y de los innumerables factores externos y de las diferentes necesidades del momento de cada individuo u sociedad. Hoy es más importante lograr una mejor educación, una nueva constitución y nacionalizar los recursos naturales, que conseguir bienes materiales para un importante grupo social que lucha por lograr la felicidad social. Sin felicidad social es complicado proyectarlo a lo privado.

El índice de felicidad es difícil de lograr y de medir, porque conlleva inherentemente la palabra satisfacción de vida, que es algo muy difícil de influir a través de las diferentes políticas públicas del Chile de hoy, sobre todo cuando el Estado no reconoce en la felicidad un objetivo del modelo de desarrollo. Existen formas indirectas de afectar la satisfacción de vida y en eso esta abocada la ciudadanía, de tener la capacidad de luchar por sus derechos y de lograr la anhelada felicidad, con sentido común y transparencia en el formato del relacionamiento entre la ciudadanía y el Estado.

Al parecer la felicidad es un bien del cual nos habíamos olvidado, que a salido a relucir por una madurez ciudadana, que entendió que su búsqueda es inherente a todo ser humano que tenga un mínimo de consecuencia ente lo que representa y ante sí mismo, que es lo que nos impulsa a vivir y ser mejor cada día. Sin esa opción la vida es intolerable y su búsqueda es algo que fortalece el alma y el espíritu y nos prepara para los desafíos, fortaleciéndonos con la autoconfianza,

En los comienzos de la civilización la felicidad era un sentimiento inexistente, no se tenía conciencia de su existencia, fue irreconocible por mucho tiempo. Con el desarrollo de las civilizaciones y definida por las diferenciaciones culturales en su forma, se entendió su significancia. En los inicios fue solo para las elites que ostentaban el poder y que lo pensaban solo para ellos y ejercían con dureza esa “verdad”.Con el pasar de los siglos y el desarrollo social, se reconoció que la felicidad era un bien tangible y se hizo para todos una necesidad de vida su búsqueda y se reconoció como un bien común que no era de exclusividad de castas o de clases sociales especiales y desde entonces ha sustentando la forma de vivir y de ver la vida a través de su búsqueda.

Solo podemos ser felices cuando estamos bien con nosotros mismos. Lo mismo es aplicable para las sociedades y su búsqueda frenética del tan ansiado desarrollo. Solo al entrar en esa perspectiva podremos de una manera u otra estar capacitados para ser felices como un todo y recorrer el camino hacia la felicidad, de eso depende que aceptemos la felicidad y que le abramos nuestros corazones y sepamos recibirla y tener la capacidad de poder compartirla con los que nos rodean. Es aun más difícil tener conciencia de que es posible, eso es lo que definitivamente marca la diferencia y nos hace ser una sociedad con proyección y sabiduría.