La deuda pendiente con las trabajadoras y emprendedoras chilenas

30 Abril 2015

Especialista de la U. del Pacífico señala que la baja inserción laboral y la desigualdad salarial de las mujeres, son tareas pendientes para que el Día Internacional de los Trabajadores sea a cabalidad también el de las Trabajadoras Chilenas.

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Según estudio del INE, la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo subió desde 31,8% en 1990 a 48,3% en el 2013 y el promedio de tasas de participación económica de las mujeres urbanas en el mercado laboral en América Latina registraba 54%.  No obstante dicho avance en cuanto a la participación de mujeres en el mercado laboral chileno, todavía se mantiene lejos del 72% que registraron los hombres en 2013 y del resto de América Latina. 

“Esa es la realidad del mercado laboral chileno desde la perspectiva de género. Hay avances, pero aún falta mucho para que el Día Internacional de los Trabajadores sea a cabalidad también el de las Trabajadoras Chilenas. La baja inserción y la desigualdad salarial aún persisten”, señala Patricio Ovalle, Director del Centro de Competitividad de la Universidad del Pacífico.

“El mercado laboral está en deuda con ellas. De ahí que aquellos que pensamos en que el emprendimiento e innovación son herramientas que impulsarán el desarrollo de nuestro país, estemos convencidos de que hay que abrir mayores espacios a las mujeres que tienen el espíritu de emprender, pero en igualdad de oportunidades, empoderándolas”, agrega.

En ese sentido, para Patricio Ovalle la alternativa puede ser el emprendimiento, pues genera puestos de trabajo y además es la herramienta para superar la pobreza. “Potenciar el ecosistema del emprendimiento de tal forma que podamos celebrar el Día de las Emprendedoras Chilenas con cifras positivas,  para que surjan miles de grandes emprendedoras, nos permitirá celebrar el Día Internacional del Trabajo, en el mediano plazo, con una mayor participación de las mujeres en el mundo laboral”, asegura.

Sin embargo, nuestro ecosistema enfrenta diversos obstáculos que dificultan tanto su crecimiento como su consolidación. De hecho, una fotografía del entorno femenino da cuenta de que se trata de actividades poco productivas, básicamente extensiones del trabajo doméstico y autoempleo. “Las consecuencias de ello son varias: bajo volumen de retorno económico, escasos niveles de formalización, baja o nula capacidad de ahorro y reinversión en el negocio. A esto se suma el hecho que sus emprendimientos se sustentan en la mano de obra familiar no remunerada, con lo cual rara vez se aproximan al modelo empresarial basado en la contratación de asalariados. El resultado de todo ello se traduce en muy bajo impacto para el país o al menos muy inferior al que podría tener”, explica el Director del Centro de Competitividad de la Universidad del Pacífico.

También se observan dificultades a nivel de los instrumentos de fomento. “Por lo general los instrumentos de fomento no consideran las distinciones de género (no se adaptan a las necesidades de las mujeres), plantean exigencias difíciles de ser cumplidas e incluso son poco conocidos. Asimismo, las mujeres más vulnerables socioeconómicamente, con menores ingresos y baja escolaridad, no pueden acceder a créditos bancarios”, advierte Ovalle.

Sin embargo, el especialista plantea que los escenarios adversos son oportunidades para dar saltos cuantitativos y cualitativos. “Un escenario como el descrito es quizás la mejor situación para que como país nos hagamos cargo y comprendamos que las desigualdades, las brechas dramáticas que existen en Chile, las vayamos acortando como sociedad real. Es la oportunidad inmejorable para que Estado-empresa-universidades (o centros de pensamiento) nos sentemos a trabajar coordinadamente, dejando de lado los celos profesionales y generando un programa nacional de emprendimiento femenino, que reconozca a la mujer en su máxima expresión, reconociendo el género y estableciendo el sentido de urgencia que esto requiere”, indica.

“Nunca seremos un país desarrollado si no involucramos a la mujer como un agente activo de la economía local, regional y nacional. Es impensado. El momento es ahora. De Arica a Punta Arenas debemos crear ecosistemas que aumenten las probabilidades de éxito de los emprendimientos liderados por mujeres. Apoyemos sus emprendimientos, dirigiéndolos hacia nichos de negocios de mayor rentabilidad, productividad e innovación. Potenciemos entornos que fomenten la vinculación entre emprendedoras y redes de financiamiento, reforzando mecanismos de conexión entre universidades empresas y Estado. En definitiva, desafiemos el status quo. Democraticemos el emprendimiento y hagamos un ecosistema de hombres y de miles de grandes mujeres emprendedoras”, concluye el Director del Centro de Competitividad de la Universidad del Pacífico, Patricio Ovalle.