Lo que proponemos después de la explosión

22 Octubre 2019

En medio del complejo escenario político social por el que atravesamos los chilenos, con espacios públicos en caos, con restricciones a la libertad de circulación y con un futuro incierto, quiero reflexionar sobre lo que viene para nosotros.

Veronica Grunewald >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

En primer lugar debemos reconocer el contexto desde donde nace la furia ciudadana. Como se ha dicho, estalló la olla a presión y aunque no las conozco, deduzco que se trata de un efecto inesperado producto del mal manejo del aparato. Así es. Los chilenos nos hemos callado por decenas de años,  ya sea por ignorancia, por estar entretenidos con el fútbol,  las modelos o uno que otro foco que nos concentra diariamente sin tener la importancia que se le otorga.

Nos reímos de los bolivianos, pero nos reímos porque desconocemos sus capacidades ciudadanas. Desconocemos que en Cochabamba no permitieron que se privatizara el agua. Despacharon a pedradas a la norteamericana Bechtel al mismo tiempo que a nosotros se nos metía la francesa Suez, pero nosotros no alzamos la voz. Estábamos entretenidos con la desaparición de Jorge Matute Johns. Y aunque en Concepción los penquistas se manifestaron en contra de la privatización de Essbio,  don Ricardo,  recién asumido presidente,  no escuchó la voz del pueblo como había prometido en su campaña. Para qué estamos con cosas, a esas alturas había compromisos que, como "país serio" debíamos cumplir. A mí se me ocurre que  el compromiso estaba sellado desde su época de ministro de Obras Públicas cuando Frei, como presidente,  inició el proyecto de ley que permitiría luego el ingreso de inversionistas privados a las sanitarias.

No marchamos, no reclamamos. No nos llamaba la atención ninguna de las alzas ni las estrategias del gobierno de turno para decirnos que la pobreza disminuía o que éramos los tigres o los ingleses de Sudamérica. Nos aturdió el crecimiento económico no visualizábamos que era a costa de nosotros mismos. Nos aturdieron las marcas y otros flecos.

Nos disminuyeron las horas de reflexión en los liceos. Les enseñaron a los niños cómo se hacían los bebés y nosotros, los padres, no dijimos nada. 

Hagámonos cargo. Estuvimos muchos años muy cómodos delegando, incluso ahora los jóvenes salieron por nosotros,  los jóvenes evadieron, los jóvenes marcharon como pingüinos hace años. Ellos,  los mismos jóvenes que, cuando niños dejamos solos para trabajar fuera de casa,  para darles un "futuro mejor" ellos se han hecho cargo de nosotros y nuestra hoguera. Despertamos y explotamos porque nunca dijimos nada. Reclamar era de pobres y nadie quería ser pobre. 

¿Qué hemos hecho en todos estos años? Aprovechar nuestros espacios de poder. Hemos replicado en los más vulnerables  la presión que se ejerce sobre nosotros. ¿Por qué atender la señora hoy día si puede venir mañana? ¿Para qué darle el certificado aquí sí lo puede pedir por internet? ¿Cómo voy a dar una hora médica para mañana si puede venir en seis meses más? Y así. Hemos maltratado. Nosotros los que nos quejamos de las pensiones ínfimas,  de la calidad de la educación y otros cuentos. ¿Qué hemos hecho nosotros por aliviar la vida del otro que tiene menos o que necesita apoyo?  Lo digo con el afán de tomar la iniciativa de construir el país que queremos. No podemos seguir a la deriva esperando que renuncie el presidente creyendo que es la solución. Seamos serios. Destrozar las instalaciones de los establecimientos que identificamos como enemigos,  no resolverán el algoritmo que se utiliza para subir las tarifas de agua,  la luz,  el metro y los sueldos. Reconozcamos que no sabemos dialogar. No sabemos escuchar. No sabemos  plantear una idea.  Nos reímos del que habla mejor que nosotros. 

¿Y ahora qué?

¿Seguiremos a la deriva, esperando que lleguen soluciones como sacadas del sombrero de un mago? o ¿seremos capaces de proponer soluciones inteligentes a los problemas enquistados en la sociedad? 

Lo que está claro es que ya no somos los mismos. Pero ¿Estamos preparados para asumir con madurez, una nueva forma de ejercer ciudadanía?

Ver también: Recurso Hídrico: Lecciones de un descuido sanitario