[Opinión] La Ética, ¡estúpidos!

23 Octubre 2013
Lo que en Chile se quebró, o no se cultivó, fue una ética compartida. Una visión común de lo que valoramos como partícipes de nuestra sociedad, y de la forma para alcanzar aquello que consideramos importante.
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Corría el año 1992 y Bill Clinton quería llegar a la presidencia de EEUU. Uno de sus asesores acuñó la frase "the economy, stupid", como uno de los tres mensajes de la campaña, que dicho sea de paso, resultaría ganadora.

El sentido de la frase era claro:palabras mas o menos, finalmente la gente se ve atraída a elegir por aquel proyecto que promete una economía sana y robusta que le permite a cada uno trabajar y ganar el dinero suficiente para hacer su vida.

Dos décadas después en Chile urge gritarle a tanto porfiado, que es la ética la que es necesario revisar y poner en práctica si no queremos que el país se nos vaya al tacho de la basura. El filósofo contemporáneo John Rawls definió ética de una manera simple y clara: “es la forma como decidimos comportarnos cuando decidimos que dependemos unos de otros”. Por eso la conversación es la primera de todas y debiese ser permanente.

Lo que en Chile se quebró, o no se cultivó, fue una ética compartida. Una visión común de lo que valoramos como partícipes de nuestra sociedad, y de la forma para alcanzar aquello que consideramos importante para todos al mismo tiempo que para cada uno de nosotros. Repito, al mismo tiempo.

En mi parecer la fractura fue en el hueso que soporta el hecho de que vivimos todos juntos y que somos ínter-dependientes. Se quiso poner una prótesis fundada en el individualismo, y eso que debiésemos formar todos juntos - la sociedad – quedó en el olvido.

En el caso de las empresas la historia se cristaliza con el primer y último mandamiento de Milton Friedman: "la única responsabilidad social de las empresas es aumentar sus utilidades". No sé si curiosamente, la idea en nuestro país fecundó incluso más que en la tierra original. Tuvo la gracia de generar los mecanismos para auto-propagarse: universidades, centros de estudio, revistas, diarios, barrios, colegios, etc. A la postre un ethos consolidado. Un éxito por donde se le mire. Dicho sea de paso, para cambiar la historia hacia delante, habrá que poner atención a cómo se escribió hacia atrás.

Urge tener la conversación sobre empresa y sociedad, ética de los negocios, y liderazgo ético,más allá de las categorías de izquierda y derecha. Ese eje, sin borrarlo, hay que superarlo. Lo que propongo es conversar sobre como lograr rentabilidad y ética, como tener más negocios que también generan valor a la sociedad, sobre proyectos individuales que son también buenos para el colectivo, y vice versa. Mi propuesta es hablar de A y B, y no de A o B.

Para perjuicio de los escépticos, los gurús del management y los negocios ya están en esta: Michael Porter, Henry Mintzberg, Charles Handy, Peter Senge, Ronald Heifetz, por nombrar sólo algunos. Debe ser difícil para algunos que los profetas vengan a cambiar el discurso. Pero en parte lo hicieron y en parte nunca fue tal. Mientras más busco, más me encuentro con un Friedman un tanto caricaturesco, yun Chile enceguecido por una ética reduccionista, bastante absurda, y por cierto de dudosa calidad moral. La del individualismo y la declaración de las utilidades como motivación primera y última de quienes lideran los negocios.

Entonces cada uno, y los empresarios y altos ejecutivos en particular, tenemos una tarea por delante. Responder qué es lo que valoro, qué quiero conservar, y cómo lo quiero hacer. La pregunta por el propósito, el por qué y para qué de lo que hago. Y luego también del propósito de las empresas, del Estado, y de las diversas organizaciones de la sociedad civil. Debiésemos valorar el entenderse en sociedad, e instituciones que se entiendan como parte de una sociedad y para las personas. Es de esta ética de la que estamos hablando.

Porque finalmente, las personas nos seguimos sintiendo atraídos en la gran mayoría, por relatos que respetan nuestra individualidad, fortalecen nuestras libertades, nos empujan hacia nuestra realización, y parecen prometer que nuestros sueños son posibles de perseguir. Pero, en conjunto con una narrativa colectiva, de una sociedad en la que participo y que también me cuida, con una identidad que me da sentido y lanza al mundo, y con una lógica donde el éxito mío y el de los otros, es finalmente el de Nosotros. Es la ética de la libertad, del respeto, la interdependencia, y el propósito la que atrae a la inmensa mayoría.

*Por Francisco Cerda, Psicólogo Organizacional de la Pontificia Universidad Católica, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez, y Master of Arts (c) de la University of Melbourne, Australia.