Pincelada reflexiva acerca del acoso

03 Marzo 2020

La funa es la infalible herramienta que hoy tenemos a mano para enfrentar el acoso. Pero, ¿cómo podemos realmente protegernos?

Carolina Leteli... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Desde un tiempo a esta parte cada vez se calla menos y se habla más, a la hora de existir acoso sexual. Hoy por hoy, la funa ya sea por acoso sexual o por otro tipo de violencia, se ha convertido en una herramienta infalible e inmediata para desenmascarar a los “machitos”. Pero pareciera ser que se normalizan este tipo de conductas de algunos hombres hacia mujeres y esto ha sido  tendencia histórica.

Desde pequeña escuché el “siéntate como señorita” y el “tápate, estás muy descubierta”; ¿qué pasaba realmente?, ¿no podíamos provocar?, o ¿andábamos protegiendo los instintos a flor de piel de ellos? 

Con más de alguna amiga hemos coincidido en que a lo menos una vez en nuestra infancia y/o adolescencia nos sentimos observadas “extrañamente”, por algún hombre cercano o de la familia; incluso en la calle por alguien que no conocíamos y es que parecía ser nuestra responsabilidad el que no fuéremos objeto de abuso.

En los últimos años me he percatado de cómo han ido creciendo las funas hacia hombres violentos y acosadores y aunque la conformación de este tipo de personas pudiera ser multifactorial; me pregunto ¿cómo en una sociedad como la nuestra nos protegemos?, ¿cómo le enseñamos a nuestras hijas e hijos a no caer, ni permitir este tipo de conductas?

Me he encontrado un par de veces en la vida con mujeres llenas de epítetos y comportamientos machistas; siendo tremendamente lapidarias y poco solidarias con su propio género: desde responsabilizar por todo a las mujeres como madres; sin que los padres puedan ejercer también su paternidad, hasta descalificativos como: “ah es loca!! por eso le pegan”, triste situación. Desconozco los motivos de la postura de este tipo de mujeres, imagino que la sociedad harto tiene que ver en estas personalidades.

Pero, no podemos desconocer los avances que se han generado en materia de acoso y violencia de género: leyes, trabajo comunitario, incidencia de organizaciones de la sociedad civil, intervención en poblaciones y con distintos grupos etarios, campañas, etc. Sin embargo, si no cambiamos estructuralmente como sociedad, va a seguir ocurriendo. Sobretodo, cuando pareciera ser que las acciones de quienes dirigen el país (haciendo alusión a la “posición de las mujeres de ser abusadas”), son diametralmente opuestas a las que se generan desde la comunidad en general y desde la sociedad civil organizada en variadas organizaciones. En definitivas cuentas, cuando están desenfocadas, con respecto al sentir de Chile; ¿o será que nuestras autoridades tendrán que pasar por la horrorosa experiencia del abuso y/o acoso para empatizar y actuar con mayor conciencia?

Soy mujer y soy Afrodescendiente, bailo Tumbe Afroariqueño porque me encanta y porque siento un tremendo sentido de pertenencia con esta cultura; dándole un inmenso sentido a mi vida en relación a mis ancestras; varias que tuvieron que mantener en secreto sus tradiciones por temor a las consecuencias brutales de la represión sufrida por la población afrodescendiente en Arica, en tiempos de Chilenización. Sin embargo, en más de una ocasión he recibido el comentario machista, sexualizando nuestra identidad cultural.

Hago esta pequeña reflexión para concientizar en cómo vivimos, cómo hemos vivido toda nuestra vida y cómo vivieron nuestras abuelas y bisabuelas con respecto a estas temáticas. Pero sobretodo cómo queremos vivir. La invitación es a trabajarlo desde los sistemas más primarios, con niños y niñas, a como mostrarles mundo, a cómo enseñarles la vida; incluso hasta en formato taller en los Establecimientos Educacionales, pero ir insertándolo de tal forma; que luego se haga normal no acosar y no violentar a nadie. 

Alguien podría hacerme la observación con respecto a la violencia hacia los hombres, porque si bien se maneja mayores antecedentes con respecto a mujeres violentadas; también los hay del género masculino. En este caso, mayoritariamente los ridiculizan y se ríen por no ser ellos los que cumplan el rol de “machito”, lo que muchas veces les dificulta y avergüenza hablar.

La idea es visibilizar y rechazar actos de acoso y violencia en general. Esto no se trata de ser anti hombres, como algunos reclaman; no obstante, ¡no queremos más machitos violadores!; entendiendo que existen varias formas de violar: palabras, comportamientos, omisiones, etc. Se trata de poder convivir de manera sana, respetuosa, justa, sin violencia y sin acoso. El llamado es a generar conciencia desde la primera infancia, con pequeños actos, pero significativos en todos los contextos donde se desenvuelve una persona.