Salud mental en plena pandemia de coronavirus Covid 19

04 Mayo 2020

Para nadie es desconocido que la salud mental en nuestro país no está dentro de las prioridades, aún cuando las estadísticas de suicidios en adolescentes y consumo de alcohol y otras sustancias, generalmente han rankeado entre los primeros lugares.

Carolina Leteli... >
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La salud mental, como ya lo he mencionado en otras ocasiones, pareciera ser todavía un tema tabú en nuestra sociedad o no todos quisieran aun conversarlo. Lo cierto es que hoy nos encontramos en un escenario adverso desde lo sanitario; escenario que sin duda ha tenido sus repercusiones en otras áreas como la económica y familiar. Me preocupa infinitamente lo que ocurra con la salud mental de nuestro país, de la comunidad: desde las esferas personales, hasta la colectividad misma. Entendiendo, que mientras algunos remábamos para el lado comunitario y contexto de colaboración mutua, varios otros lo hacían e insistían en la competitividad e individualismo. El covid – 19, sin duda, traerá implicancias para todos estos grupos y ¿cómo confluirán éstas en pleno peak de la pandemia?, es una pregunta ¡que no me dejo de hacer!

A los que ya padecían algunas patologías mentales, por ejemplo, caracterizadas por el aislamiento; por nombrar alguna, se les reforzaba en rutinas grupales y de reinserción social. Un depresivo, en tanto, podría, como algunos dicen: “sufrir de soledad”. Ante esta nueva realidad extraña, ajena; donde lo que más se pide es estar sin gente: el llamado distanciamiento social, desde la salud mental sólo profundiza algunos padeceres e inicia en otros, algunas angustias y miedos, propios de la incertidumbre que más de alguien habrá sentido por estos días.

Desconocer cuándo realmente podremos volver a vivir como antes o aceptar derechamente que el mundo cambió y que lo que viene es lo que algunos han denominado “nueva normalidad”, ¿pero alguien tiene alguna idea clara al respecto?; la situación desestructura a cualquiera y todos tenemos distintas respuestas y mecanismos de defensa para hacer frente a las consecuencias personales y relacionales del coronavirus.

Ya veníamos inmersos en un contexto de estallido social, que tiene sus orígenes mucho antes que el 18 de octubre de 2019. La sensación de injusticia social es de antaño, pero el año pasado despertamos y hoy nos encontramos con que no podemos salir a las calles.

Causa expectación el actuar de la colectividad en plena pandemia, pero me causa aún más curiosidad luego de que todo esto termine. Seguro la salud mental de las personas se notará menos estable en los círculos familiares, laborales; lo que me parece muy razonable para todo lo que estamos viviendo. Tanto más complicado debe ser para quienes han perdido el trabajo y lo que es peor a seres queridos.

Me parece que la ola de consultas en salud mental que se viene es descomunal y pueden verse en aumento el consumo de alcohol y otras sustancias. El estrés que vivimos hoy por hoy es innegable, se puede palpar en cualquier lugar. Sin ir más lejos, hace poco haciendo fila para comprar, presencié una discusión fuerte entre un militar y un hombre que estaba en la fila; ambos estresados. Pero, no puedo dejar de mencionar a las personas que sacan lo mejor de su resiliencia para enfrentar la pandemia: hay varios otros aportando para que tal estrés se disminuya, realizando distintas disciplinas online para adultos y niños, otros forman redes de ayuda; todas prácticas que favorecen la reducción del estrés y fortalecen la sensación de sentirse útil. Ojalá, todos pudiéramos aportar con un granito de arena en este sentido.

Creo que el llamado siempre es a la reflexión, una concientización que tenga que ver con ser mejores personas, buscar estilos de relacionarnos más amables; reduciendo el egoísmo y apuntando a la colaboración mutua.