Trabajo social: Testimonio + reivindicación + conmemoración

13 Noviembre 2018

Al cumplir un año más de servicio, renovemos nuestro compromiso de continuar optando, trabajando, buscando y abriendo caminos, haciendo que lo imposible pueda ser posible.

Rosa Araya Añicoy >
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No cabe duda que todos en algún momento de nuestras vidas, hemos conocido a una Trabajadora Social. Discúlpenme por hablar en femenino, pero, a decir verdad, nuestra profesión históricamente ha tenido rostro de mujer, donde poco a poco los hombres comienzan a llegar a nuestras aulas y lugares de trabajos... desde ya, ¡bienvenidos!

El 11 de noviembre conmemoramos el Día Internacional del Trabajo Social, y en esta importante fecha para el mundo he querido dedicar estas líneas a mis colegas, estudiantes, formadoras y, sobre todo, aquellas trabajadoras sociales de corazón. Me refiero a esas que sin títulos nos mostraron desde la infancia, la cruda realidad fuera de casa y mi mamá la primera en la lista; en nombre de ella hablo de nuestras madres, abuelas, esas “tías” que sin tener vinculación sanguínea nos acogían con el mismo cariño. Como olvidar a esas vecinas generosas e inquietas que aportaron al barrio con lo que tenían y donde su trabajo, esfuerzo y testimonio fueron el resultado de que muchas generaciones optarán por estudiar carreras de servicio público... en nuestro caso, formarnos como trabajadoras sociales.

Estudiar trabajo social fue una apuesta que hice y, sin duda, no me equivoque. Reconozco que fue un proceso largo donde tuve que cargar con el prejuicio de estudiar una carrera que para algunos “es fácil, de poca lectura, que tiene poca matemática y que el pago – al parecer- no compensaría todo el desgaste que genera la actuación profesional”. Cosa totalmente errónea y que hoy lo manifiesto con total convicción, ya que para comprender la realidad social que nos circunda, es necesario leer mucho y saber de todo un poco; que para gestionar los pocos recursos que tenemos y atender la diversidad de necesidades, debemos ser altamente estratégicas, lo que es lógica pura y en eso el gremio ha dado cátedra. Respecto al pago por nuestros servicios, podríamos decir que esto va aumentando en la medida que vamos avanzando en nuestras experiencias laborales, vamos ampliando nuestro conocimiento, profundizando en algún área de interés, adentrándonos más en el rubro social, lo que sin duda nos abre a un mayor número de posibilidades y, por ende, acceder a una mayor cantidad de ingresos. Pero, a decir verdad, esto sucede con cualquier carrera que queramos estudiar.

Una pregunta que siempre me hacen –aunque no lo crean- es "¿qué es el trabajo social?". Podría resultar sencilloresponder, pero siendo sincera me es mucho más compleja de lo imaginé y donde probablemente me faltaría tiempo y espacio para intentar atender todos los aspectos posibles. Por tanto, partiré con frases que he escuchado recurrentemente y que, desde mi humilde opinión, no corresponde al ejercicio del trabajo social. Y al finalizar hablaré de la importancia de valorar la reconfiguración del trabajo social como parte de nuestra historial profesional.

“NO ayudamos”: Es importante entender que el trabajo social es un facilitador de procesos donde son las personas las verdaderas protagonistas de su propio desarrollo. Por eso cuando decimos que “ayudamos”, nos ponemos en una relación vertical, donde (yo) profesional que tengo formación, te digo a (ti) lo que debes hacer para que estés mejor. A lo anterior, digo categóricamente, esto NO es trabajo social. Desde la carrera siempre nos han reiterado que la dignidad de las personas es el principio fundamental del trabajo social, donde ética profesional pasa por respetar la libertad las decisiones de las personas frente alguna situación específica, recordando siempre que trabajo social acompaña, orienta, facilita y promueve recursos propios, donde jamás toma decisiones que estén por encima de las decisiones de las personas atendidas.

El error de compararnos con un “granito de arena” y la idea de “entregar herramientas”: Lo escucho recurrentemente por parte de estudiantes y colegas, y siendo sincera me parecen peligrosas.

Frente al primer término Rolando Muñoz dirá “No somos granito de arena, somos semilla que dan vida” y el autor de esta frase no se equivoca, más nos desafía a reivindicar el aporte que hacemos al desarrollo del país. Y sí, somos expertas en pobreza, pero nos cuesta un montón validarnos frente a otras profesiones, nos cuesta mostrar lo qué hacemos, cómo lo hacemos y el impacto favorable que ejerce nuestra actuación profesional a la hora de transformar vidas. Recordemos que tenemos una fuente inagotable de conocimiento, ya abrimos oportunidades donde antes no las había, devolvemos la esperanza a las personas que en algún minuto la perdieron, creemos en las personas y las acompañamos en sus penas y alegrías. Todo esto nos sitúa en un lugar de privilegiado donde las políticas sociales demandan del colegio de trabajadores sociales, un gremio cohesionado, informado, articulado y con opinión, capaz de trasmitir opiniones fundadas sobre vulnerabilidad social, derechos humanos, migración, pueblos originarios, trabajo intersectorial, entre otros, y eso sin duda, es mucho más que un granito de arena, es verdaderamente una semilla que da vida.

Para el caso de “entregar herramientas”, creo que esta frase ha sido mal comprendida, no es que entreguemos herramientas – recuerden la relación vertical que hablaba más arriba- nosotras en sí mismas somos herramientas que nos ponemos al servicio de las personas, recordando siempre que serán las personas quienes decidirán finalmente lo que les sirve para llevar a cabo el cumplimiento de sus metas personales.

Finalmente hablemos de la reconfiguración profesional. Siempre me preguntan si soy visitadora, asistente o trabajadora social, la respuesta es sencilla soy todo eso y mucho más, ya que no puedo negar que nuestras bases profesionales radican en nuestra historia, y que gracias a nuestras antecesoras hemos logrado responder a cada contexto vivido en nuestro país, siendo una importante conexión entre las bases, los gobiernos locales y políticas sociales. Por tanto, cuando nos digan asistentes sociales, no nos preocupemos, por el contrario, agradezcamos ser parte de este grupo de mujeres valientes que marcaron camino para el desarrollo de lo que hoy somos, orgullosas trabajadoras sociales.

Hoy, al cumplir un año más de servicio, renovemos nuestro compromiso de continuar optando, trabajando, buscando y abriendo caminos, haciendo que lo imposible pueda ser posible.

A mis colegas, estudiantes, maestras, amigas; visitadores, asistentes, trabajadores, resistentes e insistentes sociales... porque NO fuimos nosotros/as quienes optamos por la carrera, fue la gente, la injusticia y quizás nuestra propia historia nos movió la fibra para hoy sencillamente estar y ser herramienta al servicio del desarrollo humano y social.

Nunca estarde para decir ¡Feliz día del trabajo social!

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