Durante varios siglos el pueblo cubano luchó heroicamente contra el dominio español, la que cobró formas especialmente agudas en el siglo XIX, cuando en la isla estallaron múltiples rebeliones y a partir de 1868 a 1878 se libró una Guerra de Independencia, que disminuyó las posiciones de España en una de las últimas colonias latinoamericanas.
El pueblo cubano estaba por acabar con el yugo colonial y conseguir la independencia nacional, pero un explotador más fuerte, el imperialismo yanqui vino a sustituir a los invasores españoles. En 1898 los gringos empezaron una guerra contra España por la "liberación de Cuba" y tras una corta resistencia España renunció y desistió de sus "derechos" sobre la isla. Las tropas de Estados Unidos ocuparon el país y en 1901, mediante una manifiesta presión militar y política, al Parlamento caribeño le fue inmpuesta la Enmienda Platt a la Constitución Nacional, que, de hecho, convertía al país en una colonia yanqui.
Este instrumento prohibía a Cuba concertar autónomamente tratados con otros países y obtener préstamos extranjeros sin consentimiento del Tío Sam, por lo que la isla caribeña facilitó una parte de su territorio para una base naval al Imperio del Norte, la zona de de Guantánamo.
El artículo 3 de la Enmienda Platt concedía a los imperialistas yanquis el derecho de realizar la intervención militar en el caso de ver en "peligro" la seguridad de la isla, ya que fue la base de un "tratado eterno", utilizado varias veces para justificar las intervenciones armadas en el territorio caribeño como las de 1906-1909, 1912 y 1917-1922.
Antes de la Revolución Cuba era un país subdesarrollado y sus copiosos recursos naturales se utilizaban con poca eficacia pues en la economía predominaba el sector agrícola. La industria registraba un bajo nivel de desarrollo y por el desempleo se situaba en uno de los primeros puestos del mundo. La explotación despiadada de los trabajadores, la opresión social y la arbitrariedad política impulsaron a las grandes masas populares a alzarse en una potente lucha contra la dictadura imperialista y su aliada, la oligarquía financiero-latifundista.
La mayoría del pueblo cubano se manifestó contra el peligro real de que Cuba fuese convertida en una colonia de los Estados Unidos, puesto que la camarilla del dictador Fulgencio Batista Zaldívar sólo se sostenía sobre las bayonetas gringas y con el apoyo incondicional del capitalismo de las barras y estrellas expansionistas.
El triunfo de la Revolución no fue fortuito, aunque sí inesperado para muchos observadores extranjeros, pues
fue resultado de las contradicciones internas que desgarraban a la sociedad isleña. Los antagonismos acumulados durante décadas carcomieron la obsoleta estructura socio-económica y el golpe de Estado de Batista, el 10 de marzo de 1952, provocaron una crisis en la superestructura política.
Usurpado el poder, Batista, el sargento sin muchos méritos, que digamos, comenzó a reprimir al movimiento democrático y perseguir a las fuerzas opositoras y emprender una amplia ofensiva a los derechos de los trabajadores. En política exterior optó por sujetar completamente los intereses de la nación a la conveniencia de los EE.UU, provocando la ruptura de relaciones diplomáticas con la ex URSS e implantó una belicosa política anticomunista y apoyó activamente las acciones agresivas del imperialismo en la arena internacional.
La implantación de la dictadura militar y la reaccionaria política interior y exterior suscitaron indignación entre las masas populares. La resistencia a la tiranía batistiana fue creciendo día tras día. El papel más activo lo desempeñó el grupo de la juventud revolucionaria del ala izquierdista del Partido Cubano (ortodoxo), con Fidel Castro al frente, optando por la lucha armada contra Batista y cuyos comunistas cubanos se llamaban entonces Partido Socialista Popular.
Los objetivos básicos de Fidel y sus partidarios consistían en conseguir la independencia y la soberanía del país, liquidar los latifundios y repartir la tierra entre los campesinos y realizar la industrialización, entre otros importantes retos prioritarios.
En el amanecer del 26 de julio de 1953, el grupo de Fidel asaltó del Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, con el fin de de apoderarse de armas y entregarlas al pueblo y alzarlo a la lucha. Los combatientes mostraron heroísmo y valor supremos pero fallaron por el factor sorpresa ya que la mayoría de los rebeldes fueron capturados y asesinados bárbaramente y los demás fueron encarcelados. El líder barbudo fue condenado a 15 años de prisión, sin antes reconocer que que la derrota tuvo una importancia histórica puesto que fue el prólogo a la Revolución Cubana que dio inicio a la lucha insurgente contra los opresores nativos y extranjeros.
Las autoridades batistianas desataron un terror sumamente cruento contra los trabajadores, sin embargo, el pueblo no dejó de luchar mientras dos organizaciones políticas, el Movimiento 26 de Julio, creado por los seguidores de Fidel, en honor al heroico hecho, y el Partido Socialista Popular, iniciaron el "papel rector" de la lucha frontal, en la cual participó activamente el Directorio Revolucionario, organización estudiantil izquierdista.
Hacia 1955 Castro es amnistiado y se marcha con un grupo de los suyos a México, país en que comenzó a formar un destacamento combativo para reanudar la vía armada contra la opresión batistiana. En suelo azteca los revolucionarios realizaron una intensa preparación ideológica, propagandística, material y militar, preparando su expedición en condiciones muy difíciles y a fines de 1956 están listos para emprender la obra revolucionaria de América Latina a sólo 90 millas de las narices del Imperio yanqui.
A fines de 1956 están preparados para actuar y ya para entonces el Movimiento 26 de Julio había creado en la isla una extensa red de organizaciones de base, lo que permite que en la noche del 24 al 25 de noviembre un pequeño yate, Granma, abandone el puerto de Tuxpan con rumbo a Cuba, con 82 combatientes a bordo y con Fidel Castro Ruz de líder.
El 2 de diciembre desembarcan en territorio cubano, en la provincia de oriente y pasados varios días los expedicionarios fueron cercados por las tropas batistianas y la mayoría cayó en combate desigual, solo 20 pudieron burlar el cerco en grupos pequeños y se fueron a la Sierra Maestra a entablar contactos con los campesinos descontentos con la dictadura, siempre bajo la conducción de Fidel. Los guerrilleros fueron aumentando en número y acumulando experiencia de combate en combate. Los insurgentes cobran fuerza y reciben apoyo popular cada vez más amplio, mientras los comunistas introducían correcciones necesarias en sus tácticas. El Partido Socialista Popular ayuda fuertemente a los alzados, dándoles excelentes combatientes que engrosaron al Ejército Rebelde.
En las postrimerías de noviembre de 1958 fue publicado el Programa del Movimiento Rebelde, planteando conquistar los derechos para el pueblo, lo que contribuyó a que las masas siguieran sumándose a la lucha. Entonces el Ejército Rebelde emprende un rol importante en el quehacer combatiente, conjuntándose a otros luchadores del país.
Casi al terminar el mes de noviembre se pasa a una ofensiva enérgica, hasta que el 1° de enero de 1959 las tropas de Fidel y Raúl Castro entran a Santiago de Cuba. En la mañana del mismo día los rebeldes tomaron la ciudad de Santa Clara y avanzaron hacia La Habana y ante la embestida de los barbudos el sargento Fulgencio Batista abandona el país en la noche de Año Nuevo, llevando consigo grandes valores robados en los largos años que mangoneó el poder unipersonal y despótico.
Es así que los reaccionarios coludidos con la embajada del norte intentan engañar al pueblo, al mismo tiempo que el general Castillo, jefe de las Fuerzas Armadas del prófugo, realiza un Golpe de Estado, proclamando presidente a Carlos Manuel Pidera, miembro del Tribunal Supremo.
Para paralizar las maniobras de la reacción, los jefes del Ejército Rebelde, del Partido Socialista Popular y el Frente Obrero Nacional llaman a la ciudadanía a declararse en huelga general, lo cual fue acotada en todo el país caribeño, a la par que los alzados barbudos pasaban a la ofensiva más contundente, llegando el 2 de enero de 1959 a la capital Habanera, poniendo fin a las intrigas de los golpistas del régimen en retirada.
El 3 de enero en Santiago de Cuba, proclamada capital provisional por Fidel, Manuel Urrutia prestó juramento como presidente de la nación y en la medianoche del 4 al 5 de enero Fidel dictó la orden de terminar la huelga.El nuevo gobierno estaba integrado por representantes de la oposición burguesa que sólo formalmente se adhería al Movimiento 26 de Julio o declaraba solidarizarse con éste. Cardona, ultraderechista, fue designado Primer Ministro, Agramonte, ministro de Relaciones Exteriores, pero el poder estaba en manos de los rebeldes cuyo Comandante en Jefe era Fidel Castro Ruz.
El 8 de enero La Habana recibía con alegría a las columnas de revolucionarios, encabezadas por Fidel, las cuales habían llegado de Santiago de Cuba, mientras que toda la población capitalina ovacionaba a los héroes libertarios de tantas batallas libradas para echar abajo al sanguinario ambicioso Batista.
En el mitin celebrado el líder de la Revolución dijo que
era el pueblo quien había ganado la guerra final, tras duras confrontaciones con el enemigo bien pertrechado.La dualidad de poderes impuesto en los primeros días luego del derrumbe anterior no duró mucho tiempo pues en febrero de 1959 surgió la primera crisis de gobierno, a raíz de la cual dimitió Cardona y es nombrado Fidel como Jefe de Gobierno y más tarde renuncian los políticos derechistas.
Y es de esta manera, mediante un proceso largo, que
Cuba emprende el camino del socialismo, a 90 millas del más poderoso país del planeta, sufriendo el nefasto bloqueo económico y los variados intentos de la CIA de echar abajo los logros obtenidos durante varios lustros de sacrificios de los cubanos, que siempre tienen an alto el pensamiento de José Martí, Antonio Maceo, Julio Antonio Mella, Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, así como de los destacados escritores Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Cintio Vitier, entre otros.
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