Iglesias en Crisis

21 Septiembre 2005
El derrumbe de la iglesia de Matilla (Iquique) deja en evidencia la fragilidad de los templos coloniales de nuestra cordillera.
Gerardo Espíndola R. >
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Cada vez que ocurre un terremoto, además de levantar polvo, levanta otro tipo de situaciones que dejan al descubierto ciertos problemas que afectan tanto a ciudades, como sociedades. Un ejemplo de ello, ocurrió en nuestra provincia, cuando después del fuerte sismo que nos afectó en junio pasado, los ojos de la opinión pública se concentraron en las iglesias altiplánicas que se vieron fuertemente dañadas.
Pero estos templos que brotan en cada pueblo desde tiempos de la colonia, no solo tienen problemas a raíz del fuerte sismo, sino que los acompaña una suerte de desamparo que por años los ha dejado en un deterioro sistemático. Adobe, paja brava, santos, fe, folclore y religión, son los componentes que levantan cada una de las edificaciones que hacen de las tierras cordilleranas un lugar rico en tradición y arquitectura. Y son estos mismos ingredientes los que forman las letras de un urgente llamado por preservarlas y conservar sus historias que por décadas han sembrado la tradición andina.
Si realizó a breves letras su historia, la tomaría desde finales del siglo XVI, tiempo en que arribaron a Tarapacá los primeros misioneros evangelizadores, construyendo pequeños templos, bajo un estilo que hoy es conocido como mestizo andino. En las alturas de nuestro país en el norte se levantan a lo menos 50 iglesias, siendo la más austral de la Matilla, que lamentablemente semana se derrumbó hace un día (ver nota más adelante).
Quienes tenemos el privilegio de conocer parte de estos templos, podemos ver que poseen una estructura similar, generalmente de una nave, salvo otros pocos templos que cuentan con capillas laterales. Y quienes conocemos también parte del altiplano, hemos visto cómo muchas de estas iglesias luchan por mantenerse en pie, pese a que el paso del tiempo les hace insoportable soportarlos.
Conversando con Cristian Heisen, presidente de la Fundación Altiplano, organismo de promoción aymara y cuya cruzada en nuestra tierra del norte, apunta a la conservación de estas joyitas de barro, me explicaba que desde el año 2002 que se encuentran trabajando en la difusión, investigación y hoy restauración estos templos. Según narraba, el trabajo de recolección histórica y de fondos, se vio alterado tras el terremoto, que dejó con graves daños a bastantes iglesias de la zona.
Una vez pasado el sismo, sus réplicas más fuertes se dejaron ver en a lo menos siete iglesias, que requieren con mayor urgencia su restauración. Se trata de los templos de Socoroma, Chitita, Esquiña, Sucuma, Cobija y Saguara, además de la iglesia de Codpa, que pese a no ser una de las más afectadas por el temblor, si requiere una pronta ayuda y evitar su progresivo deterioro de arquitectura, paredes, historias y cultura.
La pasión de Heisen mientras hablaba de su trabajo voluntario en el interior, no se refleja solo en sus palabras, sino que también en la decisión de él y su señora, Magdalena Pereira, historiadora y experta en arte sacro colonial, de tomar sus maletas y trasladarse a Arica para emprender el desafío de dirigir esta fundación. Y fue el caminar del sacerdote Amador Soto, el que enganchó en la pasión a esta pareja, que hoy en conjunto con el Obispado de Arica, se concentran en asegurarles un mejor futuro a los templos coloniales de la zona.
Y pese a lo ingrato que resulta muchas veces lidiar con problemas atingente a nuestra naturaleza humana, como los desencuentros dentro de las comunidades frente a la restauración de un templo, el entusiasmo de estos amantes de la historia no se pierde, y por el contrario, buscan nuevas alternativas a objeto de salvar y reconstruir el tesoro del altiplano.
Hoy el trabajo más urgente de esta fundación apunta al rescate de las siete iglesias antes mencionadas. Sin embrago, no existe un descuido de las otras restantes, por el contrario, concuerda en la necesidad preservar este patrimonio, que escapa del valor arquitectónico y trasciende como un centro de cultura viva, otorgada por la fe y tradición de los pueblos andinas. Esto último destaca Heisen, que a diferencia de otras ciudades que poseen más recursos económicos para la construcción de un templo, en el interior ariqueño, donde no prima el dinero, si posee una gran riqueza humana, que le entrega la organización de las comunidades, lo que en sí es un aporte mayúsculo para el trabajo de restauración.
El trabajo de restauración y conservación de estos templos es largo e implica una serie de recursos, que muchas veces la pasión de algunos visionarios y la fe los pueblos no bastan para mantenerlos en pie. Sin embargo, su cuidado y protección ya es parte de nuestras conversaciones y un paso importante para generar conciencia de la fragilidad de este patrimonio, que quizás en un menor descuido se transforme solo en parte de un paisaje del recuerdo.
EL DRAMA DE MATILLA
Reporte de nuestra corresponsal en Iquique
Gloria Delucchi

En la madrugada del 19 de Septiembre se produjo el derrumbe de gran parte de la iglesia San Antonio de Papua de Matilla, en la Comuna de Pica.
La iglesia de Matilla que había sido declarada Monumento Nacional fue construida en el Siglo XVI y constituía uno de los principales atractivos turísticos de Pica.
Existían informes previos de Monumentos Nacionales, que como consecuencia del terremoto que afectó recientemente estos monumentos nacionales, los daños estructurales sólo afectaban al Campanario de Matilla, el cual debía ser demolido cuando se realizara la reparación del templo. Sin embargo, lamentablemente el colapso se produjo en la nave central de la parroquia y es probable que el edificio deba ser demolido en gran parte, con una pérdida incalculable para el patrimonio cultural de la Región.
Un equipo de arquitectos estaba trabajando en la intervención de la iglesia, cuyas obras serán financiadas por la Compañía Minera doña Inés de Collahuasi, que hizo una donación de un millón de dólares para la recuperación de los templos de Pica y Matilla.
El derrumbe, sin lugar a dudas, obligará a redefinir los planes de intervención en dicha área.

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