Arica de Exportación

Ya no solo altiplano y momias estamos exportando en Arica, a ellos, se suma una serie de otros productos típicos de la zona y que son bien apetecidos por mercados extranjeros. Ejemplos sobran, como ya la típica y tradicional aceituna de Azapa y sus derivados como el aceite de oliva o la rica fibra de la lana de vicuña.
Pues bien, hoy me preguntaba sobre las bondades de esta tierra, que en medio del desierto es capaz de mantener a dos valles verdes y generosos en su producción. Tierra poco explotada y que aún guarda un potencial rico del cual se pueden extraer el máximo de provecho.
Quizás el problema del abandono de estas joyitas que nos entrega la tierra, es que nos encontramos en una ciudad con falta de foco. Una ciudad que por muchos años intentó encontrar su destino en el recuerdo de los tiempos buenos, de industrias y grandes franquicias y se durmió en el placer de la nostalgia grata, no siendo capaz de construir una nueva historia a partir de sus recursos.
Este último tiempo, he visto como los esfuerzos apuntan al turismo, primero con las playas y su eterna lucha por detener el descenso del río y su posterior contaminación de las aguas; y segundo, con un aprovechamiento del altiplano, el cual si es un elemento potente que cualquier otra ciudad y país quisiera tener, más si pensamos que en el mundo solo existen dos (el Tibet y el altiplano Andino).
Así como el altiplano y las bellezas del Parque Lauca como potencial turístico, fuimos descubriendo con el pasar de los años otros productos típicos disponibles y dispuestos a ser exportados y transformarse en buenos embajadores de nuestra ciudad.
Negra rica
Partiré con la aceituna, negra y amarga, y mientras más amarga más rica; por lo memos así lo vengo pensando desde que me acostumbré a sus fuerte, pero delicioso sabor. En Arica es costumbre encontrarlas en cuanto cóctel nos inviten, sin importar si son moradas, negras, verdes, rellenas o en pasta, lo importante es que la aceituna es el portaestandarte de cultura culinaria de esta zona.
Hace un tiempo atrás tuve la oportunidad de asistir a un taller de denominación de origen de la aceituna de Azapa, en el cual se habló de lo vital que resultaría para la protección de este producto su reconocimiento como tal. Y según informaba el seremi de Agricultura, Ricardo Porcel, este proceso va por buen camino y ya este semestre deberíamos contar con ello, cuando el próximo mes comience a regir la nueva ley marco 19.039 de propiedad industrial.
La denominación de origen restringe el uso de la palabra Azapa a cualquier otra aceituna que no se produzca en nuestro valle, protegiendo de esta forma la calidad del producto de características únicas que se produce en nuestra ciudad. Ello además, entrega un valor adicional al producto ya establecido en el extranjero y en mercados tan extraños como Kwait, país que el año pasado recibió la primera carga con 12.500 kilos.
Dame lana
Las vicuñas más que ser un animal hermoso que se cruza por la carretera cuando se viaja por el parque Lauca, es también una buena fuente de ingresos para nuestra región. Bien sabe de ello algunos pequeños grupos ganaderos aymaras que las han trabajado y sacando grandes utilidades económicas de la lana de este camélido, lo que a la vez va abriendo un nuevo mercado para nuestra tierra.
La lana de la vicuña posee propiedades únicas de abrigo y resistencia, que hace que su fibra alcance elevados precios, debiendo enfocar su mercado de comercialización a otros países, donde pagan buen precio por el kilo de fibra. Una de las últimas exportaciones que se realizó un grupo de ganaderos asociados en la comunidad Achacala, nos muestra la potencialidad del productos, que exportó más de 130 kilos de de lanas, cuyos valores por kilo van desde 108 a 350 mil pesos por kilo.
Lo único malo de la historia de este altiplánico animalito, es que llegamos tarde a darle el valor necesario y debemos competir con productores que nos llevan años de ventaja. Nuestro vecino Perú es un ejemplo, que produce tres toneladas al año, teniendo cautivos a varios otros mercados.
Salud por la tierra
El terremoto de junio fue uno de los visitantes del pueblo cuna de uno de los brebajes más típicos de nuestro norte, El Pintatani. Camarones fue el pueblo visitado, que por bastante tiempo fue portada tras el sismo y que hoy nuevamente retorna a su anonimato de comunidad andina y costera.
Sin embargo, este vino dulce y engañador, está mejorando su calidad y promete transformarse en un producto de calidad, digno de competir en el resto del país con otros vinos artesanales de gran calidad. Y a grandes rasgos podemos decir que el pintatani, es un vino que se elabora en Codpa, utilizando técnicas ancestrales que aún conservan los habitantes de este pueblo de la comuna de Camarones.
En búsqueda de mejorar su calidad, en agosto visitaron la comuna de Camarones, Edmundo Bordeau y Philippo Pszczolkowski, profesores del Departamento de Fruticultura y Enología de la Universidad Católica de Santiago quienes viajaron invitados por la Seremi de Agricultura y de la Corporación de Desarrollo de Arica y Parinacota (Cordap).
Hoy sus estudios que observaron las características del suelo, agua, además de las técnicas de elaboración, dieron resultados positivos, y que se trasforman en una serie de recomendaciones de trabajo en la vid y elaboración del vino, para hacer de éste un buen producto.
Quizás de los tres productos de exportación de los que hablé en el reporte desde el desierto, este vino sea el que se encuentra en condiciones más precarias, pero no por eso es el que posee menor calidad. Por el contrario, es tanta la confianza que se tiene en el producto, que los agricultores de Codpa están trabajando organizados, en conjunto con el Municipio de Camarones y la Seremi de Agricultura, para darle un empujón al vino, para que se derrame en las mesas de todo Chile y por qué no, del mundo.