Fuerza en la Adversidad

23 Octubre 2005
El valor para sostener las piedras, va a depender no de nuestras fuerzas, sino de nuestras confanza en el rey, en Cristo Jesús
Edgardo Urrea R. >
authenticated user Corresponsal
Siempre me ha llamado la atención la valentía de Dietrich Bonhoeffer. Muerto en el campo de concentración de Flossenbürg el 9 de abril de 1945, a los 39 años de edad, por no querer renegar de Cristo y ser defensor de los judíos.
Decía: "Nosotros hemos estado callados de dar testimonio de hechos malos. Nosotros nos hemos mojado por muchas tormentas. La experiencia nos ha hecho sospechosos de otros y nos ha impedido ser verdaderos y abiertos. Nosotros estamos inmóviles de cualquier uso".
Muchos siervos de Dios se han enfrentado a esta disyuntiva: vivir o morir por Cristo. Sabían que Dios podía librarlos, y dependían de su voluntad.
En el libro de Daniel 3:18 encontramos: ...no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado".
Tres jóvenes hebreos cautivos pasaron por la prueba de: adorar la imagen de oro del rey o ser lanzados vivos en un horno ardiente.
Dios a quien servimos puede librarnos del horno ardiente, pero, si no lo hace no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que has levantado"
PERO SI NO LO HACE ¡Que desafío personal!.
Cuando pasamos por una enfermedad paralizante, (tengo 4 by pass, después de soportar dos infartos al miocardio), una perdida dolorosa (mis padres, mis hermanos han muerto), o una desgracia vergonzosa, suplicamos la intervención de Dios, frente a estas u otras amenzazas nuestra súplica debe llevar las palabras vitales "PERO SI NO LO HACES".
Cristo en la cruz, MURIO POR TI, dijo "Padre si es posible, que pase de mi esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras" Mateo 26:39.
La oración modelo: EL PADRE NUESTRO "Venga tu reino. HAGASE TU VOLUNTAD, como en el cielo, así también en la tierra" Mateo 6:10 es otra muestra.
En nuestro diario caminar siempre encontraremos piedras: Depende de nosotros, si van a ser piedras de tropiezo o piedras de ayuda.
¿Estamos preparados para soportar lo que sea que glorifique a Dios?
El valor para sostener las piedras, va a depender no de nuestras fuerzas, sino de nuestras confanza en el rey, en Cristo Jesús.