Hacer un comentario

Imagen de DESCONFIANZA CIUDADANA JUVENIL Y PARTIDOS POLITICOS

DESCONFIANZA CIUDADANA

DESCONFIANZA CIUDADANA JUVENIL Y PARTIDOS POLITICOS

La sociedad peruana en la última década ha experimentado profundas transformaciones sociales, políticas, culturales y económicas, pero a partir del proceso de reconstrucción democrática iniciado en el 2001. Este vertiginoso proceso de cambios ha impactado fuertemente las concepciones sobre el rol, la organización y las formas de articulación de la sociedad civil, partidos, políticos y del Estado. Se ha creado un nuevo clima social, en cuya base se ha empezado a construir un profundo consenso en torno a la necesidad de fortalecer el sistema democrático como único mecanismo de distribución legítima del poder y como el sistema político que mejor garantiza el pleno respeto a los derechos humanos y a la diversidad social.
La díada juventud y política se ha convertido, en el último tiempo, en uno de los elementos más controversiales tanto en el imaginario ciudadano como en la opinión que se construye habitualmente desde el mundo de las políticas públicas. Permanentemente nos vemos enfrentados a interpretaciones no siempre correctas del fenómeno de desconfianza juvenil frente a la política, pensando que en él se expresa un desinterés general por la cosa pública y una ausencia total de todo tipo de civismo.
Muchos de estos procesos sitúan a la sociedad peruana en un momento refundacional en el que progresivamente ha empezado a tomar sentido la necesidad de replantear el papel de los ciudadanos y de los partidos políticos, ya que el solo ejercicio de derechos políticos, especialmente el sufragio, no legitima ni asegura una democracia estable. Se precisa avanzar hacia la constitución de un nuevo pacto social que articule nuevas formas de relación de lo público y lo privado, que fortalezca el carácter ciudadano de la gestión pública y sustente las bases de una organización social y política.
El escenario social y político actual de reordenamiento y de transformación es simplemente el producto de un conjunto de distorsiones derivado de la incapacidad reiterada de los actores de representar e identificar a los ciudadanos. Lo cual generó en los noventa, en nuestro país, un deterioro del apoyo hacia dichos actores, "la crisis de los partidos se asume como deficiencia de sus funciones". La representatividad ha sido erosionada por la marcada separación que se ha producido en las últimas décadas entre lo social y lo político, entre los actores sociales y actores políticos, entre representantes (partidos y clase política) y representados (ciudadanía). Más que en ningún otro contexto, nuestros partidos pasaron de un gran éxito político a un estado de perplejidad política. Aunque hay quienes señalan que no podemos explicar su fracaso y salida en la actual configuración sin tomar en cuenta factores económicos, institucionales y hasta culturales que influyeron notablemente en su evolución y que explican su estado actual de agotamiento y receso.
El agotamiento de la política y de la democracia se evidencia desde el momento en que los partidos políticos, y con ellos sus cuadros y organización, no vislumbran el malestar presente en el funcionamiento de la democracia. La crisis de nuestro modelo democrático se expresa en el declive de nuestros actores y consecuentemente, lo que es peor, en la ausencia de propuestas y alternativas institucionales que permitan la recuperación de la salud, credibilidad y funcíonabilidad de los actores y del sistema en su conjunto.
En consecuencia, el análisis de nuestro presente, de nuestra realidad, nos obliga a redefinir las visiones del pasado y del futuro en relación a la política de nuestro país, donde precisamente encontrarnos un escenario confuso y cambiante, donde observamos el avance de nuevos actores que implican un replanteamiento en las maneras de concebir y hacer política.
De este modo, se intenta abordar las diversas manifestaciones y principales (causas) del cambio en el sistema de partidos de nuestro país, buscando las claves de su evolución e intentando dar cuenta de la crisis de los partidos tradicionales, paralela al surgimiento de nuevos actores políticos y al avance de tendencias antipolíticos, como Fujimori en nuestro país, conformando fenómenos que deben ser abordados antes que nada como parte de un proceso de crisis institucional, definida esta última por una disfunción y deterioro de las funciones básicas de dichas organizaciones, lo cual genera distorsiones dentro del funcionamiento de la democracia.
A la vez conocer y explicar los desafíos de fortalecimiento en la credibilidad de la ciudadanía juvenil en el sistema político y asegurar la sustentabilidad del sistema democrático, Al mismo tiempo, la acción ciudadana en el espacio público que favorece la legitimidad política y social del Estado, toda vez que una acción estatal conectada con las preferencias y sentidos de la comunidad social y política se traduce en una gestión pública más innovadora y eficiente, que tiende a asegurar una distribución más igualitaria del poder y una mayor integración social.
La actual crisis política que padece nuestro país no se inicia con la reelección del régimen al mando del Ingeniero Alberto Fujimori, ni mucho menos con la elección del actual gobierno Dr. Alejandro Toledo. Las causas de esta crisis se remontan en realidad al fracaso de los partidos políticos en la conducción de la consolidación de la democracia en la década del ochenta.
Según , "es probable que los partidos hayan sido victimas de sus propios errores, entre ellos su falta de voluntad por la guerra interna y la crisis económicas, su incapacidad de entender a los nuevos actores sociales, su falta de disposición para crear estructuras democráticas cuando se trataba de elegir autoridades y postulantes a cargos representativos."

Ahora Ahora quiero terminar con algunos datos cualitativos que fortalecen la percepción tan negativa del sistema democrático, no es de extrañar que los partidos políticos (pilares indiscutibles de cualquier democracia vigorosa) también sean víctimas del descrédito ciudadano. En efecto, el 53% admite que confía poco en los partidos políticos y el 42% dice que no confía absolutamente nada.
Lo anterior alienta, de paso, que las elecciones se centren en las personas y no en los partidos. Así, el 70% responde que al momento de decidir su voto es más importante el candidato que la organización a la que representa. Finalmente, el 66% sostiene que decide su voto durante el mes previo a las elecciones. Eso significa que quienes van arriba no pueden cantar victoria. De hecho, el 55% asegura que no ha decidido a quién apoyar. Queda mucho por decir, entonces.
Cabe resaltar que todo partido político busca llegar al poder para hacer realidad los intereses del pueblo que representa es decir en algún momento hace un cambio de sociedad civil organizada a conformar y ser parte de Estado peruano.

DONY CALLUPE LAREANO
PRESIDENTE DEL CONSEJO DE PARTICIPACION DE LA JUVENTUD
CPJ-CONAJU

[email protected]

[email protected]

Responder

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Aqui podría estar su imagen. para registrarse, haga clic aquí.

Código de seguridad
Queremos saber si eres una persona y no un robot, por eso responde este siguiente formulario.