Alcalde: No sé cómo se las va a arreglar, pero no subiré solo a recibir la Medalla al Mérito

06 Septiembre 2018

Como ya saben, recibiré la Medalla al Mérito por mi trabajo artístico y cultural en el Teatro Municipal. Me habría gustado contarle al alcalde Espíndola algunas cosas... sé que no se podrá, por eso comparto con ustedes los que me habría gustado decir en esa ocasión. 

Patricio Barrio... >
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No sé cómo se las va a arreglar, alcalde, pero desde ya le digo que no subiré sólo a recibir la Medalla al Mérito que decidiera entregarme y que, obviamente, agradezco profundamente. Pero le insisto: no subiré solo al escenario.

Sé que no se estila y por eso le pido disculpas:

Subirán conmigo el Pancho y la Lila, mis queridos padres responsables de este sujeto al que usted pretende entregarle la medalla, y que hoy observan transformados, felices...

Subirán mis abuelos y mis abuelas: el Juan Bautista ese cazador de albacoras, el Liborio aquel que se casó con 3 hermanas para que todo quedara en familia; la Francisca, la del puesto en el mercado central que escondía a mi hermano mayor debajo de las frutas cuando se arrancaban las vacas y los toros bajados de las lanchas maulinas en dirección al matadero, ese donde ahora está el liceo A-5; la Lidia abuela que dejó de respirar para que su primogénita pudiera vivir...

Subirán el Jorge, la Nora y la Charito, mi hermano y mis hermanas con toda su prole de hijos y nietos...

Subirán mi hijo, mis hijas, mi nieto y otro nieto u otra nieta que viene de contrabando en la guatita de una de mis hijas...

Lo siento, alcalde, pero también vienen esos jóvenes, chilenos y peruanos, cuyos cuerpos encontré pataperreando en el morro cuando todavía no construían las casas (¡puchas que soy viejo!), eran jóvenes, alcalde, muy jóvenes, que pelearon una guerra que no les pertenecía, que no ganaban nada, que perdían todo... vienen conmigo, alcalde, porque me enseñaron a odiar las guerras, me enseñaron a sufrir el dolor ajeno, la ausencia, la soledad, el desamor, el miedo, alcalde, porque tienen que haber tenido miedo, mucho miedo...

Vienen conmigo los que encontré un poco más abajo, porque de verdad, alcalde, los cuerpos de los jóvenes soldados estaban a 30, 40 centímetros de profundidad y los indios, los originarios, los pescadores ancestrales a 50, a 60… Ellos insistieron en venir, adujeron que me han acompañado siempre, que me han inspirado, llegaron con su piel cobriza de tanto sol, con sus pechos anchos para albergar pulmones más grandes y soportar más tiempo en el buceo, con sus anzuelos de espinas de cactus, con sus faldellines de totora, yo les dije que eran muchos, pero me respondieron “¿muchos? ¿y cuántos son 10.000 años? y me quedé sin respuestas, alcalde… y aquí están, no entorpecerán nada, alcalde…

Con ellos vienen K’enkhe y Ak’utti, mis personajes de “Chinchorro, los que llegaron para no morir” y se me colaron el Chungungo López, la Upita, el Tani Rodríguez, la Rosaura, el Nico, la Eginalda reclamando si me acompañaban un par de personajes de mis libros tenían que venir todos, que tenían el mismo derecho, y el don Pinto me ofreció un par de combos si no lo dejaba venir, y se sumó el Cristóbal, el Federico y la Trini a quien ustedes todavía no conocen, porque la novela aún no se termina…

Y no se extrañe de los animales negros alcalde, siempre tiene que haber uno, hágale caso a la abuela Jacinta, para que repela el mal que le pueden echar a un miembro de la familia...

Y se enteraron, alcalde, yo no se los dije, el Chinche Rivera y la Micha, que me contaron en Codpa las mejores historias de aparecidos, y se sumó el Ríos Guaglia, mayordomo de la iglesia, y el Modesto Canque y los Alabarracín, y los Romero, y los Montecinos y el Carlitos de la radio… no había forma de negarse, lo siento, alcalde…

Y se enteraron por el Whatsapp los del conjunto universitario, ese grupo que es el inicio del ballet folklórico de la Universidad de Tarapacá, ese que fundamos allá en el 1971 y se llamaba Conjunto Folklórico de la Universidad de Chile de Arica, y se vinieron el Pedro Riffo, la Ana Heredia, el Negro Inostroza, el Lucho Alvarez, la Teresa Lobos, la Vera Ahumada, la Emma Buch, el Freddy Medina, la Cecilia Muñoz, la Carmen Quirantes, el Balta Aguilera, y tantas y tantos, alcalde, que me acompañaron en mis primeros pasos escénicos de la Cultura Tradicional...

Y entonces se subieron al carro mis maestros Leonardo Ibáñez, Juan Díaz Fleming, Gregorio Berchenko, Pedrito Bascuñán, que guiaron académicamente mis pasos en la plástica, en la pintura, en la escultura, en el dibujo… y ahí quedó la escoba porque el Negro Álvarez dijo que nada ni nadie le impediría subirse conmigo al escenario y entonces el Lico Bascuñán dijo que dios lo acompañaba en esa iniciativa porque de karateca y mujeriego ahora se hizo cura y también sumó fuerzas en la cadena de brazos que se cruzaban para venir… ahí apareció el Pepe Mercado, que le pusieron el Buitre de Las Machas porque me sacó del agua cuando me estaba ahogando por allá en 1972, y dijeron que sacaba puras weás del agua, y el Pato Abarca, y el JotaCe Ortega, y el Manolito González, y el Max Osorio que se embarcó de Europa, alcalde, cómo lo iba a dejar abajo…

¿Y cómo iba a hacerlo con la Margot Loyola, con la que peleamos tanto cuando nos conocimos y después todo fue puro amor y respeto?

Y se sumó el Víctor Jara que estuvo por Arica al comienzo de los 70 cantando en la Casa de la Cultura de General Lagos con Chacabuco, y el Gato Alquinta dijo que ni cagando se perdía estar en el lote y la posibilidad de subirse otra vez al escenario del Municipal, "todos juntos" dijo y se agarró de la Raquel Barros y del Fidel Sepúlveda, ese profe de la Católica que sigue siendo el que más sabía de identidad y cultura tradicional en Chile...

Y de un salto aparecieron el Hiranio Chávez con todo el lote del Chamal y el Estanislao Pérez de Pancho Gancho, el Luis Tirado de Coquimbo, el Mario Cruz de Iquique y el Mario Bravo del Tabaque porteño…

Y de verdad que no me acordaba de don José, me miraba y me miraba y se sonreía hasta que no aguantó más y me la tiró en la cara: ¡San Sebastián de Yumbel!, me dijo, y ahí caí, claro, si gracias a él aprendí a querer la cueca de la zona central, cuando le pregunté por las espuelas de los huasos bailando cueca… me miró fijamente y me la tiró: “amigo ¿usted maneja motos? Sí, le respondí ¿y cuando anda en moto se pone casco? ¡Claro!, dije ¿Y cuando se baja de la moto y llega al lugar que se dirige y entra ¿lo hace con el casco puesto o se lo saca? ¡Me lo sa…! Y ahí quedé, con la respuesta incompleta, porque me había caído la teja y don José me estaba enseñando como me enseñaba mi querido viejo: con ejemplos… y aquí está, alcalde, contento también...

Parece que no vamos a caber todos, alcalde… ahí vienen mis hermanos del Intín Wawanakapa que me acompañan desde 1977, encabezados por el Chino Irribarren y por la Manchita que partieron tan temprano, llegan con los Llarani, los Cultores Waynas, el Norte Andino, los Peregrinos del Norte, vienen cantando, alcalde, vienen bailando, como siempre, alegres, soñadores…

Cómo han pasado los años, alcalde, allá viene el Daniel Cantillana, usted lo conoce, es de los ariqueños destacados, músico, violinista, toca en el Inti Illimani, y viene con el Rodrigo Pozo, primer concertino de la orquesta sinfónica de Chile, de Arica también, y vienen con el Manuel García, y el Samuel Morales, y la Edith Soza, y la Kika Cisternas, y el José Morales, y el Lucho Araya, y la Erna Aros, y el Luis Seguel… qué grandes artistas, alcalde, qué grandes ariqueñas y ariqueños…

¡Aaahhh, nooo! Se pasaron, vienen los equipos completos del Yungay, los del Gallo Salitre, cuya camiseta defendí por tantos años… y ahí otra vez viene mi viejo con los chuteadores puestos, viene con los del Naval, el Carlevarino está igual, y el Zapatote Osorio también, y el Van Lamoen, y el Pratti, el medio equipazo que se gastaba Arica, alcalde, aquí caían todos los grandes… mi viejo me contaba que un año la Unión Española había salido campeón invicto del fútbol profesional chileno y, como tal, hizo una gira por todo Chile goleando a quien se le pusiera por delante… aquí mordió la tierra, alcalde, aquí cayó con la selección de Arica… aquí cayeron todos…

Cómo se alegraba el Negro Rufo, cómo saltaba la Rosa Güisa… cuántas veces conversamos en su casa de Cienfuegos mientras amarraba la totora… ahí está po, alcalde, vino con las cullacas completas y con sus comparsas de carnaval, de los tiempos de La Chimba…

¿Pero qué están haciendo ustedes acá? Hoy no estoy vendiendo sandwichs… ¿usted sabe que vendo sandwichs en las mañanas, alcalde? Ellos son mis clientes, fieles… hambrientos, pero fieles… hacer sandwichs, cocinar, alcalde, es también un arte… obliga a ser creativo en la búsqueda de compartir sabores, olores y colores…

Disculpe, alcalde, pero gracias a todos ellos soy lo que soy, son mi memoria, son mi día y son mi futuro, gracias a ellos estoy recibiendo esta medalla que, en realidad, es de ellos, porque ellos y ellas me enseñaron todo… y me siguen enseñando y yo sigo aprendiendo…

Menos mal que no alcanzaron a llegar todos los que amenazaron con venir… menos mal… quiero agradecer al Concejo Municipal, gracias a usted, alcalde, a los funcionarios municipales… a la gente que vino hoy al teatro… ojalá pudieran mirar más al que está al lado, a la que se sienta a la izquierda, a la de la derecha… cada uno de ellos y de ellas tiene mucho que enseñarnos de la vida, de la historia, y sobre todo de los sueños, como este sueño mío que, cada día, se hace realidad: ser profeta en la propia tierra.

Gracias, muchas gracias.

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