Con bandera LGBTQ+ en el Mes del Orgullo: “Pasión y muerte del cura Deusto” De Augusto D’Halmar

01 Julio 2021
A casi cien años de la primera novela LGBTQ+ de Chile y Latinoamérica.
Jaime Retamales >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Durante el mes de junio, seguramente habrán notado que las redes sociales se han cubierto con los colores de la bandera LGTV+ de la diversidad.

La razón es que el gobierno de Estados Unidos ha reconocido a este mes como el de la comunidad LGTV+, cuyo origen se remonta a los disturbios que empezaron el 28 de junio del año 1969, en New York producto de la represión en contra de miembros de la comunidad LGTV+ que se encontraban en un bar de nombre Stone Wall Inn. Ese día nació el movimiento por la lucha de sus derechos. Repasando los medios de comunicación chilenos, noto que algunos se han adherido a la celebración, como en los Estados Unidos, aunque la comunidad chilena sufre el triple de discriminación y tenga menos de la mitad de derechos que la norteamericana.

Cuando se me viene a la cabeza el nombre de un ícono de esta comunidad, sin duda se me aparece la mundialmente conocida imagen de Pedro Lemebel.

 Su obra tiene diferentes temáticas que reflejan la época en que vivió, aborda la represión política, la marginación social, la crítica social y la discriminación. Por supuesto, es importante la temática gay. Lemebel fue abiertamente homosexual y su obra refleja sus vivencias como parte de esa minoría. Pero, no fue el primero, antes que Lemebel, el famoso escritor del Boom, José Donoso en el año 1966 publicó “El lugar sin límites”. 

Los dos autores chilenos nos describen un amor prohibido, escondido e incomprendido. En pocas palabras, imposible, no por falta de amor sino por miedo al castigo social. Aunque, Donoso escribió su novela hace más de cincuenta años, tampoco fue el primero. Las primeras narraciones que abordan esa temática pertenecen al escritor Augusto D’Halmar (pseudónimo de Augusto Goemine Thompson) (1880 – 1950) Quien fue el primer premio nacional de literatura chilena. Sin duda, fue el novelista y narrador más importante e influyente de la primera mitad del siglo XX. Probablemente, su obra más conocida sea su novela naturalista Juana Lucero. No solo se ubicó en el movimiento naturalista, sino que también se adscribió al modernismo.

Manuel Rojas calificó su trabajo como “verdaderas obras maestras que al parecer no fueron recogidas en volumen”. Además, indica que fue “el escritor que mejor ha escrito”.  D’Halmar se preocupó de desarrollar la cultura en Chile, creó movimientos literarios como “Los Tolstoyanos”, “El grupo de los diez”, revistas y periódicos culturales. Alone indica que “los chilenos, un tanto burdos, carecían de imaginación artística, poética. Hasta que surge D’Halmar”. El escritor fue objeto de discriminación y prejuicios de su época por ser pobre, hijo no reconocido y homosexual. Según Alone “su caso es más extraño aun porque, hijo natural, sin familia, sin posición, sin dinero y de gustos sexuales disidentes parecía condenado a la timidez, al aislamiento”. En aquellos tiempos no se usaban palabras como LGBTQ+, por eso utiliza la frase “gustos sexuales disidentes” en vez de homosexualidad, otros críticos usaban la frase “gustos exóticos”.

En el sitio “Memoria chilena”, se indica que en el “Código Penal de 1875, la sodomía pasó a ser considerada un delito”. Por eso, el escritor debía cuidar, no solo su vida privada, sino también lo que intentaba expresar en su trabajo literario, como vemos en su cuento Cristian y yo y su texto La sombra del humo en el espejo. Me gustaría dedicar esta parte a uno de sus mejores trabajos “Pasión y muerte del cura Deusto”. Probablemente, la primera novela chilena y latinoamericana que aborda la relación amorosa entre dos hombres. Obviamente, en esos años solo podría recibir críticas negativas como la de Alone, más que un comentario reacciona con sarcasmo al decir “¿Qué libro suyo se podría recomendar ahora para conocerlo? Sin duda, su novela en todo sentido “su novela”. También “su drama”. Torres – Río seco al referirse a los personajes homosexuales de la novela opina que “Estos seres equívocos discurren desde ese día como por su casa en las páginas del novelista”. 

Raúl Silva Castro “Si arrastrado por la compasión humana y empapado en recientes lecturas de Tolstoi, en aquella edad juvenil pretendió D’Halmar llamar la atención hacia los que sufren, después le veremos complaciéndose más bien en las costumbres exóticas, sin hacer reflexión alguna de orden moral o social”. La novela no  tuvo críticas que descalificaran la calidad narrativa del narrador sino el “aspecto moral”, como Manuel Rojas, primero indica que fue” su mejor novela” , después “En primer lugar, no está desarrollada psicológicamente: el amor del cura Deusto por el gitanillo Pedro Miguel, un gitanillo mal creado que habla como los gitanos de zarzuela, no está justificado como debería estar: no se dan los motivos para este amor, ni los motivos mentales ni los motivos sentimentales y apenas sabemos que el gitanillo es moreno y tiene los ojos azules”. Los críticos de la época tenían en mente que el amor era solamente entre un hombre y una mujer, lo demás era pecado. Por lo tanto, si entre dos hombres no existe amor ¿Qué tipo de relación es esta? Había que explicarla bien. Estamos hablando de una novela fue publicada en 1924, hace casi cien años. Hoy no nos hacemos esas preguntas, ni pedimos explicaciones.

Respecto a la novela, se trata del amor correspondido, pero imposible entre un joven sacerdote Iñigo Deusto y un adolescente Pedro Miguel en Sevilla. Siendo este aspecto un tópico habitual en la obra de D’Halmar, el “Amor oculto”. El escritor provoca a la sociedad de su época, como lo hizo con su novela naturalista Juana Lucero. Primero, se atreve a transformar un símbolo del patriarcado, la iglesia, en uno homosexual. El escritor transforma al sacerdote con su sotana en una especie de travesti. Segundo, la lucha entre la vocación religiosa versus el amor oculto. Deusto usa la vida religiosa para evadir su realidad, producto de una desilusión amorosa, pero el amor que siente por el joven, lo empieza a alejar de la fe. Tercero, el amor entre el sacerdote y el joven es espiritual, nunca llega a ser físico.

Deusto reconoce que sin Pedro su vida se hubiese extinguido de letanía. Ambos saben que su unión, aunque no sea abierta, les ayuda a no sentirse solos en el mundo. La soledad es uno de los sentimientos más profundos de la novela. Desde un comienzo Pedro Miguel sabe que ellos son seres solitarios que deambulan en este mundo y que juntos pueden derrotar la melancolía. Deusto vive un gran conflicto personal que no se atreve a resolver, porque, reconocer su amor por Pedro Miguel implica reconocer que no tiene fe. Prefiere no aceptar la realidad, manteniendo su amor oculto, puro, casto, virginal, no sexual. El sacerdote sabe que su amor es imposible. Cuando Pedro Miguel le propone irse a vivir juntos a Madrid, éste le dice que los demás no los dejarán. Pedro Miguel representa la libertad e impulsividad, rechaza las razones de Deusto, no quiere ser el amor oculto. Es opuesto a Deusto, no busca un amor espiritual, por eso se siente rechazado y se va a Madrid. El sacerdote se suicida, no por salvar su espíritu, sino para no morir lentamente de tristeza.

Para concluir, el trabajo literario de D’Halmar es numeroso, pero no es muy conocido. Además de la temática homosexual, criticó la sociedad de su época y denunció los abusos de la aristocracia chilena contra las clases más desprotegidas.